Los 91 años de un artífice del vitral y el mural

Don Eloy, pincel en mano, da unos toques a un vitral. Foto: Víctor Vizuete / EL COMERCIO

Don Eloy, pincel en mano, da unos toques a un vitral. Foto: Víctor Vizuete / EL COMERCIO

Don Eloy, pincel en mano, da unos toques a un vitral. Foto: Víctor Vizuete / EL COMERCIO

Sí, pinta todavía. A pesar de sus 91 años y del temblor de sus manos propio del párkinson, Eloy Narea Suárez aún toma los pinceles y se dedica a realizar grisallas en los rostros de santos, vírgenes y otras figuras que nacen de su ingenio.

La grisalla es una técnica del vitral que muy pocos artesanos son capaces de realizar con total eficiencia.

Don Eloy lo hace desde que era un púber; casi un niño. Primero en su tierra natal, Solano, un pueblecito anónimo de Cañar donde aprendió sus primeras letras y, asimismo, sus primeros trazos.

Esa experticia en elaborar vitrales y murales de cerámica se vio reforzada con los cursos que hizo en diversas partes del mundo como Faenza, Italia; Ferrobrás, Sao Paulo, Brasil; Llamart, Caracas, Venezuela; Colorrobia, Florencia, Italia...

Ahora mismo, aunque sus hijas -Cecilia, Martha y Rosa- se han hecho cargo del taller que tiene en el barrio Obrero Independiente, por la Loma de Puengasí, don Eloy revisa minuciosamente las obras y da el último veredicto.

Obras, ese es el extenso currículo de este artífice del vitral y la cerámica muralista. A pesar de que sus sucesoras llevan un registro minucioso de todo lo que ha salido de las manos prodigiosas de su progenitor, muchos trabajos no fueron registrados pero alegran los barrios, pueblos y ciudades donde fueron colocados por el maestro.

No es exagerado afirmar que don Eloy tiene regados un sinfín de hijos de arcilla, terracota y vidrio por todo el territorio nacional y en algunas partes del extranjero.

Esta tarea admirable fue recogida por una de sus nietas, periodista de profesión en un didáctico y muy ilustrado libro llamado, simplemente: ‘Eloy Narea, el artista’.

Mercy Narea, la editora en cuestión, nació y labora en Guayaquil, pero siempre estuvo fascinada por la perfección de los trabajos del patriarca de la familia.

Son 297 páginas que recogen la mayoría de las obras del artista y, asimismo, cuentan con precisión y lenguaje claro la vida, pasión y trayectoria de este artesano que marcó un antes y un después en el arte de transformar el vidrio y la arcilla en arte puro.

El ilustrado libro sobra la vida del artista tiene como título: Eloy Narea, el artista. Foto: Armando Prado / EL COMERCIO

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