En su reciente autobiografía, Michelle Obama narra, entre otras, experiencias durante la presidencia de su esposo.
El nivel de seguridad sobre su familia se fortalecía conforme se acercaba a la figura del Presidente. La seguridad no disminuía cuando ellos hacían actividades personales. Cuando iban a ver presentaciones en la escuela de sus hijas, se desplegaba todo una organización que incluía francotiradores apostados en las construcciones de los alrededores. También cuando iban a Hawái de vacaciones a visitar familiares de él, el Servicio Secreto estaba permanentemente con ellos. Cuando las hijas estaban de vacaciones escolares, se unían a los viajes oficiales que hacían en el USAF-01, dentro y fuera del país. A los cuatro meses de posesionado, ella y su esposo fueron a Nueva York para cenar e ir al teatro. Volaron de la Casa Blanca en el helicóptero Marine One hasta la base Andrews, tomaron un pequeño avión hasta el aeropuerto JFK. Un helicóptero Marine los llevó hasta Manhattan y hubo todo un operativo por tierra hasta el restaurante y luego hasta el teatro. Los republicanos lo criticaron con fuerza.
Guardando distancias y proporciones, en Ecuador se suscitó el caso de la Ministra de Gobierno, que usó con su familia un helicóptero del Estado desde Salinas, para unos días de playa en Esmeraldas.
María Paula Romo tiene a su cargo las operaciones antidroga y tantas otras de responsabilidad y riesgo. Un alto porcentaje de la droga colombiana –primer productor mundial- se exporta desde Ecuador. No queremos lamentar hechos que pudieran darse en su contra; bien se haría en sopesar riesgos y seguridades. Es el momento de revisar los reglamentos de uso de bienes del Estado por parte de funcionarios públicos, actualizarlos y cumplirlos.