Todos, en algún momento de nuestra vida, hemos pronunciado o escuchado el famoso ¡Nunca es tarde! Estamos tan convencidos de aquello que dejamos para después todas esas actividades que con seguridad podríamos hacerlas en el transcurso del día.
Como nunca es tarde, vivimos postergando nuestro entrenamiento y con eso, la oportunidad de llenarnos de energía vital y de ser felices. Esto último ocurre porque al trotar, bailar, caminar o correr nuestro cuerpo libera endorfinas, hormonas que, junto a la dopamina, la serotonina y la oxitocina integran el denominado ‘Cuarteto de la felicidad’.
Entonces, ¿qué esperamos para sumergirnos en ese mar de bienestar? Les cuento que para experimentar todo ese placer y evitar enfermedades como el sobrepeso y la obesidad, por ejemplo, requerimos de apenas 30-45 minutos al día, seguramente la mitad del tiempo que le dedicamos a las redes sociales.
Destine un momento del día para activar músculos y articulaciones. El entrenamiento en grupo es motivante. Foto: Pexels
¿Qué podemos hacer en ese tiempo? Todo lo que se nos venga a la mente, aunque la clave está en elegir la actividad que más nos llame la atención para evitar. Después, es importante ser constantes. Recuerde que los resultados tardan, pero siempre llegan. No se desespere.
Caminar es una de las alternativas más amistosas y económicas que existe. Deportólogos la sugieren para personas jóvenes, pero también para gente de la tercera edad y hasta para hombres y mujeres con dolores leves en las rodillas y en la zona baja de la espalda.
Caminando es como las personas con sobrepeso reducen medidas para luego involucrarse en otras disciplinas o tratamientos mucho más exigentes.
Para que le sea más divertido puede correr con su pareja o con sus hijos. Eso sí, recuerde salir con la respectiva mascarilla para reducir riesgos de contagio por covid-19.
Si ya se decidió, empiece con uno o dos kilómetros al día para acostumbrar al cuerpo al movimiento. Luego, añada más dificultad; prefiera escenarios naturales que lo inspiren como el Ilaló. Así es como le cogerá el gustito a la caminata y luego querrá acelerar el paso.
Es muy probable que después de participar en algunas competencias quiera explorar la naturaleza. Así es como luego de cinco de años de sumar kilómetros en el asfalto –a mí propio ritmo- me animé a coronar al Ruco Pichincha y al Fuya Fuya.
La sensación es única y por eso ya estoy armando otra lista. También porque cuando tenga 50, 60, 70 años tendré otras obligaciones y tal vez alguna molestia que me impida hacer lo que tanto quiero ahora. Para luego es tarde mis queridos amigos y amigos, aunque queramos creer lo contrario.