La pandemia trajo consigo una enorme crisis económica que puede arrasar con varios clubes del país, incluso con los que han sido campeones. El Nacional, Deportivo Cuenca y Deportivo Quito son tres ejemplos de lo durísimo que ha sido enfrentar la iliquidez general de este pandémico presente, aunque también es verdad que los errores del pasado, como gastar más de lo que se tiene, pesan en el balance final.
El Nacional la está pasando realmente mal. Desde que Rafael Correa anuló la base de ingresos obligatorios por parte de la tropa, el cuadro criollo ha sufrido una decadencia de la cual no lo han salvado ni los militares ni los civiles, todos carentes de imaginación para lograr un equilibrio económico. En lo deportivo, el equipo se encamina al descenso y la dirigencia se empeña en coleccionar detractores, aunque hay equipos mucho peores que podrán evitarle a los hinchas el dolor de caer por segunda vez en tres años a la Serie B (para el 2019 fue readmitido por la novelería de la LigaPro).
Justamente uno de esos equipos que la pasan peor es Deportivo Cuenca, cuya flamante y entusiasta presidenta se estrena con una suspensión que fue imposible de frenar. Otra más y los morlacos estarán en la B. Pesada herencia para la presidenta de un equipo que, aunque es el más popular de su ciudad, está en bancarrota.
Deportivo Quito, mientras tanto, sigue su lento camino hacia a extinción. Cada semana se salva de una sanción que lo regrese al amauterismo con una inhabilitación de cuatro años. La presidenta del club debe sortear a los acreedores, pero también a los ‘inversores privados’ que aparecen como fantasmas, con más palabras que dinero.
La pandemia ha golpeado las finanzas del fútbol, porque sin hinchas y sin patrocinadores, es inevitable la contracción. Solo sobrevivirán los que fueron eficientes en el pasado. Para el resto, los ‘chiros’, que Dios reparta suerte.
La presidenta de El Nacional, Lucía Vallecilla, fue multado con 2 000 dólares por insultar a los árbitros. Archivo/EL COMERCIO