Las investigaciones sostienen que el castigo corporal, más que enseñarles algo a los niños, es completamente contraproducente. Foto:
Cada vez menor cantidad de gente lo hace, pero quienes ya son adultos recordarán que en su infancia los habrán castigado más de una vez. Malas notas en el cole, travesuras con los amigos del barrio, desobedecer con las labores de la casa: cualquiera de ellas era razón para recibir el enfado de los padres ante un mal comportamiento.
En algunos casos, los padres han justificado sus actuaciones con la búsqueda de la disciplina, para ‘enseñar’ cómo comportarse. Pero, en realidad, los estudios científicos aseguran todo lo contrario y hasta lo descalifican. Las investigaciones sostienen que el castigo corporal, más que enseñarles algo, es completamente contraproducente.
Un estudio publicado en la revista académica Annals Of Global Health reunió datos de 75 familias que buscaron atención en una clínica de la ciudad dominicana de La Romana. Un 43% de los padres aseguraron utilizar únicamente los regaños, mientras que un porcentaje parecido reconoció que empleaba castigos corporales.
Según los resultados del estudio, los niños que reciben castigos corporales de sus padres son cinco veces más propensos a tener retrasos en su desarrollo cognitivo, que aquellos que tienen otro trato. Específicamente, esos pequeños tuvieron problemas principalmente con el desarrollo del lenguaje.
El estudio cita además una publicación previa indexada en el National Center for Biotechnology Information. Esta investigación asegura que los niños que reciben castigos físicos pueden desarrollar conductas antisociales y violentas en mayor proporción.