Las crisis postraumáticas son situaciones que generan ansiedad y hacen que las personas revivan momentos traumáticos. Foto: Galo Paguay/ AFULL.
En los días siguientes al terremoto de 7,8 grados quizás te ocurrió algo parecido: Estabas sentado en tu casa y, de repente, sentiste que el piso se tambaleaba. Probablemente, encendiste la televisión o abriste Twitter para saber si había sido una réplica.
Si no encontraste ninguna noticia al respecto, probablemente tu cerebro te jugó una mala pasada. Pudo haber sido una situación muy cotidiana, como un camión pesado pasando por la calle, un generador, etc.
¿Por qué pasa esto? Es parte de un proceso de recuperación psicológica de la población en general, que quedó sentida frente a un evento tan traumático como el terremoto, cuyo epicentro fue la ciudad turística de Pedernales, provincia de Manabí.
La doctora Larissa Svistoonoff es psicóloga clínica y explica que este tipo de comportamiento en el cerebro humano es conocido como una crisis postraumática. “Es una situación que genera tanta ansiedad, que la persona tiende a repetir muchas veces ese momento traumático para tratar de volverlo a controlar”, asegura.
Las reacciones ante una posible réplica (o cualquier situación parecida que no tenga que ver con movimientos telúricos) varían de acuerdo al lugar en donde viva la persona, debido a que el tipo de trauma es distinto de acorde a la intensidad con la que se vivió en aquel momento.
Evidentemente, asegura Svistoonoff, habrá una gran diferencia entre los eventos postraumáticos de personas que viven en Quito, “que no tuvieron ningún tipo de trauma además del susto” y personas que residen en Pedernales, Manta o cualquiera de las zonas más afectadas, “que tal vez perdieron su familia, su casa o que quedaron con heridas”.
Dependiendo de la zona en la que se encontraba la persona cuando ocurrió el terremoto, la carga de estrés postraumático puede variar. Foto: Galo Paguay/ AFULL.
El estrés postraumático, según el psicólogo clínico Álvaro Bustamante, es un trastorno psicológico que aparece en el individuo después de una situación amenazante o incluso catastrófica. Se produce más que nada “en situaciones de guerras, catástrofes, violencia física o sexual y otro tipo de eventos altamente tensos”, asegura.
Las crisis postraumáticas pueden suceder en dos situaciones, según Svistoonoff. Primero, “con cualquier mínimo evento que a la persona le recuerde la circunstancia inicial que marcó el trauma” y también en condiciones que no necesariamente se asimilen. “Aunque no haya una situación real en su entorno, muchas personas comienzan a tener las ideas repetitivas de recordar exactamente lo que sucedió en aquel momento”, asegura Svistoonoff.
Según la psicóloga, existen dos etapas en los eventos posteriores a una catástrofe. En la primera, las personas afectadas conversan unas con otras (con familiares, amigos o vecinos) sobre lo que vivieron y, de esta manera, pueden consolarse mediante el intercambio de experiencias.
Los problemas comienzan a venir, según Svisnoonoff, en la segunda etapa, que es cuando la persona comienza a asimilar las pérdidas y ya no se habla tanto de lo sucedido. “Ahí empiezan problemas más graves, como dificultades para alimentarse o dormir o miedos y angustias muy grandes”. En esta etapa, asegura, es necesaria una intervención psicológica integral para evitar efectos postraumáticos demasiado severos en la población afectada.
El pánico generalizado puede resultar contraproducente en situaciones de emergencia, puesto a que situaciones como evacuaciones y demás pueden desordenarse. Sin embargo, asegura Svisnoonoff, es muy difícil pedirle a la población que no entre en pánico, pues es una cuestión sumamente natural en el ser humano. Sin embargo, “las autoridades pueden adoptar protocolos de seguridad que incluyan posibles crisis de pánico”.