En los últimos años, el número de estudios que aseguran que determinados productos de consumo causan cáncer se han multiplicado. Foto: Flickr/ dat'

En los últimos años, el número de estudios que aseguran que determinados productos de consumo causan cáncer se han multiplicado. Foto: Flickr/ dat'

Y ahora... ¿Qué comer si 'todo' produce cáncer?

En los últimos años, el número de estudios que aseguran que determinados productos de consumo causan cáncer se han multiplicado. Foto: Flickr/ dat'

Pareciera que últimamente todos tus hábitos podrían generarte cáncer; al menos eso dicen por ahí. Las bebidas extremadamente calientes,  los pesticidas en base a glifosato , el consumo excesivo de carnes ; todos estos factores tienen el potencial de generar distintos tipos de cáncer ¿Y ahora también los chocolates? Solo falta un nuevo estudio que vincule al cáncer con la exposición constante a los discursos de Donald Trump.

La noticia de que tres de las principales marcas de chocolate en el mundo podrían resultar cancerígenas por los altos niveles de hidrocarburos aromáticos derivados de aceites minerales que contienen, tomó a muchos internautas por sorpresa, quienes se deben estar preguntando: “¿Y ahora qué hago para evitar el cáncer?”.

Bueno, esta pregunta no es nada sencilla de responder. Primero, por una cuestión del manejo de la información científica. Según comenta el oncólogo Marco Benavides, “en las últimas décadas, las publicaciones médicas sobre productos que podrían causar cáncer han crecido en niveles exponenciales”.

Sin embargo, agrega que “muchos estudios científicos que son publicados en medios de comunicación están aún en etapa preeliminar y por eso hay que tomarlos con pinzas”. En otras palabras, no solamente se debe poner atención a las publicaciones, sino que además se debe ver el transcurso de las investigaciones, de dónde provienen, en qué etapa están y si hay la posibilidad de que existieran errores metodológicos.

Un ejemplo podría servirte mejor para entender el contexto. En septiembre de 2012, un estudio publicado por el biólogo molecular francés Gilles-Éric Séralini afirmó que podía existir una correlación entre el herbicida en base a glifosato desarrollado por Monsanto (conocido como RoundUp), el maíz resistente a pesticidas de la misma empresa estadounidense y la aparición de grandes tumores en ratas de laboratorio.

Pocos días después de su publicación en la revista Food and Chemical Toxicology, el estudio recibió duras críticas por parte de la comunidad científica, por supuestas falencias en la metodología de estudio. En noviembre de 2013, la publicación fue retirada de la revista, al darse a conocer que la especie de ratas de laboratorio utilizadas en la investigación, las Sprague Dawley, es propensa de por sí (por razones genéticas) a desarrollar tumores en edades avanzadas.

¿Y ahora? ¿Cómo saber qué estudios debemos tomar en serio y qué estudios no? Esto es sumamente complicado, pero existen ciertos lineamientos para evaluar el método científico de una investigación. Primero, asegura el oncólogo chileno Daniel Biancci, “hay revistas científicas que tienen un mayor prestigio que otras”. Algunas de las revistas más connotadas dentro de la comunidad científica son Nature, Cell, Science y Elsevier. Esto no quiere decir que el hecho de que un estudio no esté publicado en estas revistas no sea válido, pero según Biancci este factor “da al menos un sentido de orientación”.

Otro paso de verificación, aunque un poco más complejo, es estar atento a la metodología del estudio y al estado de la investigación ¿Está conclusa? ¿Se llevaron a cabo experimentaciones en humanos? ¿Se usó el método de doble ciego, en caso de ser un estudio de medicina? Son algunas de las cuestiones que debes preguntarte para saber si un estudio es válido o no.

¿Qué es el doble ciego? Es una herramienta de investigación médica que se utiliza para que los resultados de un estudio no se vean influenciados por el efecto placebo en los pacientes. En este método se divide a las personas estudiadas en dos grupos. El primero, conocido como grupo de control, recibe placebos; es decir, una solución en agua que hace sentirse mejor al paciente pero por un periodo temporal, debido a su predisposición psicológica.

El segundo, denominado grupo experimental, es el que recibe los medicamentos que se están testeando. Ni pacientes ni investigadores saben quiénes forman parte de ambos grupos sino hasta el punto en que se hace un análisis final de comparación de datos.

Según Biancci, el estudio que vincula a marcas de chocolate con el desarrollo de cáncer en el ser humano “todavía no me parece cerrado”. El estudio fue publicado por la organización no gubernamental europea Foodwatch, quienes aseguran haber encontrado “peligrosos” niveles de hidrocarburos aromáticos derivados de aceites minerales (MOAH, por sus siglas en inglés) en las envolturas de ciertos chocolates.

El problema está en que Foodwatch no es una organización científica, sino una ONG de defensa de los derechos de los consumidores. Para Biancci, esto podría indicar un sesgo y “a menos que el estudio sea avalado y verificado en un futuro por otras organizaciones médicas, los resultados podrían no ser tan categóricos como parecen”.

Este no sería el caso de los estudios referentes al consumo de carne y a las bebidas calientes, ambos avalados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que es el organismo oficial de las Naciones Unidas para la investigación, divulgación y planteamiento de políticas públicas referentes a salud.

Para Biancci, con respecto al cáncer “todo se basa en probabilidades. No es que el consumo de carne o de bebidas calientes necesariamente te lleve a desarrollar un cáncer. Pero si el consumo es frecuente, al igual que con el tabaco, las posibilidades aumentan”.