Alumnos de primero de bachillerato del colegio Rafael Larrea Andrade, en Quito, debaten sobre la violencia sexual. Foto: Julio Estrella/ EL COMERCIO
“La sexualidad en los hombres es instintiva, por eso no se pueden contener y cometen violencia sexual. ¿Mito o verdad?”.
La pregunta abre un debate entre los chicos de décimo de básica y primero de bachillerato del colegio Rafael Larrea Andrade, en Quito.
En la estación sobre violencia sexual, los jóvenes se quedaron callados tras la pregunta. Sisa González, encargada de la exposición, les explicó a sus compañeros que se trata de un mito. “Lo instintivo es algo que se hace por naturaleza y solo tienen los animales”.
En la cancha del plantel fiscal, los jóvenes recorren cinco stands, que son parte de los Recorridos Participativos, para prevenir todo tipo de violencia, especialmente la que se ejerce sobre las mujeres.
Diego Vargas, docente coordinador de la actividad, explica que es una capacitación entre pares, en la que no pueden inmiscuirse adultos, con el objetivo de que los alumnos se expresen sin inhibiciones.
Actividades como esta se realizan en colegios y universidades de forma permanente, pero especialmente durante el mes de noviembre, por el Día mundial por la no violencia contra la mujer.
En espacios educativos, sostiene Ana Cristina Vera, representante del centro de protección de derechos de las mujeres Surkuna, se reproducen estereotipos que establecen diferencias entre hombres y mujeres, basados en prejuicios.
Eso –asegura– ocurre con más fuerza en las políticas educativas, “desde algo simple como hacer que los niños vayan con pantalón y las niñas con falda hasta en cosas más graves como los contenidos educativos: que a las mujeres se les enseñe costura y a los hombres, mecánica”.
La Alianza para el monitoreo y mapeo de los femicidios en Ecuador realiza monitoreo y análisis de los casos desde el 2017. La integran la Red Nacional de Casas de Acogida, Fundación Aldea, Taller Comunicación Mujer y Cedhu.
Pese a que la Fiscalía registra apenas 45 casos de femicidio a escala nacional, hasta octubre del 2019, y 355 desde agosto del 2014, las últimas cifras de Alianza Mapeo señalan que del 1 de enero al 18 de noviembre del 2019, 95 mujeres han sido violentamente asesinadas por el hecho de ser mujeres. Desde el 1 de enero del 2014, las víctimas suman 720.
Cuatro de las víctimas estaban embarazadas y 12 de ellas estuvieron desaparecidas y se encontraron sus restos este mismo año. Producto de esos femicidios, 73 niños, niñas y adolescentes quedaron en orfandad.
Esas cifras llevan a la reflexión en instituciones educativas. La activista y abogada Ana Cristina Vera señala que para luchar contra la violencia hay que educar a los docentes en derechos humanos, género y sexualidad.
A través de acrílico, óleo y carboncillos, los chicos del Colegio Alberto Einstein preparan proyecto artísticos en los que muestran problemas.
Estudiantes del colegio Albert Einstein trabajan en proyectos artísticos sobre la discriminación hacia la mujer. Foto: Diego Pallero/ EL COMERCIO
En uno de ellos se observa a una guerrera urbana, que viste casco y escudo. Esta es una representación de una mujer que necesita una armadura simbólica para enfrentarse al acoso que vive al salir a la calle.
En otra obra se trabaja la diferencia salarial. Tras una investigación, los chicos lo identificaron en el ámbito deportivo. Por eso pintaron un zapato con un símbolo masculino, lleno de dinero, y otro femenino, con poco.
Paúl Vaca Mejía, profesor de artes visuales, dice que además de las clases de educación sexual, los alumnos deben entender las condiciones ligadas al pensamiento patriarcal y cómo eso lleva a la discriminación hacia la mujer.
La reflexión de los docentes sobre sus propios estereotipos -señala Renata Castillo, docente de Educación de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ), es la clave.
“Si como educadores no iniciamos por nosotros mismo, difícilmente podremos cambiar algo en los estudiantes”.
Castillo asegura que en las aulas, no se trata de instruir, es decir, de “sentar a los estudiantes y hablarles de violencia”, sino de reflexionar y construir nuevas formas de relación.
Pero, además, Castillo enfatiza en que la educación no es solo lo que se aprende dentro del aula de clases.
Entre pintura y libertad, los alumnos del colegio Albert Einstein trabajan en proyectos artísticos sobre la discriminación hacia la mujer. Foto: Diego Pallero/ EL COMERCIO
El entorno familiar es determinante. La decana de psicología de la U. Católica, Paulina Barahona, dice que el discurso de respeto hacia las mujeres que los niños escuchan en la familia es importante para no formarlos con estereotipos machistas.
También -asegura- es importante el ejemplo. Los niños deben ver a un papá que hace actividades de casa y cuida de los niños, anota. “Se debe organizar a la familia, de forma que no haya diferencias entre las tareas de hombres y mujeres”.
Según los datos de Alianza Mapeo, en Ecuador ocurre un femicidio cada 70 horas. ¿Quiénes son los femicidas? del total de casos en lo que va de este año, 57 fueron parejas o exparejas de las mujeres violentamente asesinadas.
También las matan familiares (hermanos o cuñados) y pretendientes. En el 72% de los femicidios se utilizó arma blanca, pero también se mató a las mujeres con cables, piedras, fundas, cintas de embalaje. Guayas es la provincia con mayor número de casos (23)
En el entorno universitario también existe preocupación por la violencia contra las mujeres ecuatorianas. Por eso también se han generado iniciativas.
La Universidad Internacional del Ecuador lidera el concurso Gritan las Aulas, que busca visibilizar el rol propositivo de la mujer en la sociedad.
Al momento, alrededor de 100 trabajos en las categorías Letras, Imagen y Audiovisuales de colegios y universidades, participan.
En la Universidad UTE también se lanzó el concurso interuniversitario ‘Le ganamos al acoso en la U’. El objetivo es prevenir el acoso sexual en instituciones de educación superior.
En la Central, la docente y activista feminista, Milena Almeida, fue directora del Instituto de Igualdad de Género y Derechos, reconocido en el estatuto de la institución. Almeida explica que se observa la normativa internacional para construir política pública al interior de la universidad, relacionada con la prevención de violencia de género.
En la universidad –señala Almeida– se vive acoso sexual y otras formas de violencia como la física y la simbólica. Esta última –dice- es la más frecuente en el ámbito educativo.
Frente a esa realidad, entre otras acciones, el Instituto construyó el protocolo de actuación en casos de violencia sexual, que está en vigencia desde el 2017.
También se realizó el Laberinto de Ariadna, un proyecto participativo que busca prevenir y erradicar la violencia de género. Y, actualmente, 350 estudiantes son parte de un curso e-learning, en el que conocen sobre derechos y sobre cómo actuar en casos de violencia de género.
El miércoles 20 de noviembre, la Red Interuniversitaria de Investigación Feminista sobre Acoso Sexual presentó los primeros resultados del Estudio de prevalencia del acoso sexual en las instituciones de educación superior.
La primera encuesta se realizó entre 5 186 estudiantes, 607 docentes y 684 personas del sector administrativo y de servicio.
El estudio determina que cuatro de cada 10 docentes mujeres han sido acosadas, al menos una vez durante su vida universitaria: más del doble que sus compañeros hombres.
Además, cinco de cada 10 estudiantes mujeres han sido acosadas sexualmente; tres de cada cuatro situaciones de acoso sexual en las universidades fueron realizadas por hombres.