Más ciudadanos venezolanos solicitan visa en Ecuador

Nixon Camacaro vende galletas y a cambio entrega un billete de su país. Foto: Álvaro Pineda  para EL COMERCIO

Nixon Camacaro vende galletas y a cambio entrega un billete de su país. Foto: Álvaro Pineda para EL COMERCIO

Nixon Camacaro vende galletas y a cambio entrega un billete de su país. Foto: Álvaro Pineda para EL COMERCIO

Cada vez más venezolanos buscan una visa para residir y trabajar en Ecuador. “¡Cargadores, audífonos, micas de celular... a USD 2!”, grita Ángel Sánchez, en la parada de El Recreo, en el sur de Quito.

El joven, de 28 años, es técnico en Mecánica Industrial. La fábrica donde laboraba, en el estado venezolano de Carabobo, quebró por la crisis económica. “Es muy duro luchar en mi país, donde no existe trabajo, por ello viajé a Ecuador”, expresa Sánchez, quien llegó a la capital en abril pasado.

El joven logró una cita para agosto en la Cancillería. Pedirá una visa para buscar un empleo formal en alguna fábrica. Las ventas ambulantes solo le dejan USD 10 por día, cuando la jornada “está buena”.

En los primeros siete meses de este año, Acnur registró el ingreso al país de 547 140 ciudadanos venezolanos. En ese lapso (de enero a julio) la Cancillería entregó 24 616 visas. En el 2017 se entregaron 23 059 visas en todo el año (entonces, 287 972 migrantes ingresaron). Este año se emitió un promedio mensual de 3 517 visas, 83% más que el año pasado, cuando el promedio fue de 1 922.

Kelly, quien no quiere dar su apellido, llegó a Ecuador el mes pasado y ya solicitó el visado en Cancillería. Teme que la falta de papeles sea una traba para su estadía en el país. Espera que la visa le ayude a conseguir un empleo afín a su profesión y con mejor salario.

Hace seis meses se graduó en Gerencia de Recursos Humanos. En Monagas, en el nororiente de Venezuela, trabajó como asistente de gerencia, pero el salario ya no le alcanzaba para vivir debido a la hiperinflación, que podría alcanzar el 1 000 000% a finales de año.

“Vendí los electrodomésticos de mi hogar para reunir dinero y llegar a Ecuador”, dice la joven, de 23 años. Mientras espera el permiso, que podría tardar en emitirse meses, labora como ayudante de cocina y limpieza en un restaurante en Playas, en Guayas.

El sueldo le alcanza para arrendar un pequeño cuarto, alimentarse y enviar dinero a su familia en Venezuela. “Cuando tenga estabilidad económica pienso traerlos”.

En el país hay siete tipos de visas para venezolanos y todas permiten trabajar. El 93% de visados este año tiene RT-Unasur, la más económica, con un costo de USD 250.

Yosmary Martínez tiene una visa Unasur, que le permite trabajar y vivir legalmente por dos años en el Ecuador. Esta venezolana fue gerenta en Cinesa, una de las grandes productoras de Caracas. Al llegar a Ecuador, hace cinco meses, tuvo que buscar trabajo en cualquier área, pues su prioridad era tener un ingreso para comida y alojamiento.

“En lo emocional te afecta, porque al emigrar pierdes el récord profesional y vuelves atrás. Ya tengo 36 años y ya fui pasante, asistente y profesional sénior. Es duro. Pero uno tiene que hacerlo porque no te puedes dar el lujo de rechazar ningún trabajo”, dice.

Cuenta que tuvo suerte, pues consiguió un cargo en una empresa de publicidad en Quito, como asistente de producción.

Daniel Regalado, presidente de la Asociación Venezuela en Ecuador, dice que menos del 40% de los venezolanos en el país ejerce su profesión.

El principal motivo es la di­ficultad de obtener los papeles y títulos apostillados en Venezuela, requisitos para sacar la visa en Ecuador.

“El Gobierno venezolano no abre citas para apostillar documentos. Hay personas que tienen casi un año y medio aquí y no han podido cumplir con ese trámite”, cuenta.

En las universidades venezolanas también hay retrasos en la entrega de papeles.

Andrea Ramírez, quien es ingeniera en Agronomía, consiguió un trabajo acorde a su profesión en una exportadora, en Guayas. Sin embargo, la universidad donde estudió, en Lara (noroccidente de Venezuela), no le ha enviado aún su título certificado. La entidad educativa tampoco le ha dado una fecha certera de cuándo podrá tener estos documentos.

Por esta razón no ha podido ganar un salario acorde a su nivel profesional. La remuneración es de USD 500, con los que solventa los gastos de su hija de 6 años y de su hermana.

Las tres llegaron hace cuatro meses en autobús a Ecuador. En la firma donde labora supervisa a 28 obreros.

“Fue difícil entrar a una empresa y tener personal a cargo. Pensarían: ‘esta nueva me va a mandar’. Pero ha pasado el tiempo y la receptividad es buena”, comenta Ramírez.

De acuerdo con datos de la Asociación Venezuela en Ecuador, la mayoría de extranjeros labora en áreas administrativas y del comercio. El resto en educación, agricultura, entre otras.

Quien llega con un poco de capital opta por abrir un emprendimiento propio. Karin Álvarez, una llanera que llegó a Quito hace dos años y medio, ha emprendido varios negocios. Primero abrió una pequeña tienda de postres en el Centro Comercial Caracol, en el norte de la capital, pero lo cerró el año pasado debido a la alta competencia generada por sus propios compatriotas.
Hace siete meses inició un restaurante, donde vende comida venezolana y ecuatoriana.

De los 287 972 llaneros que llegaron al país el año pasado, 61 143 no registraron su salida. La mayoría aseguró que llegó por turismo. Quien ingresa por ese motivo puede permanecer seis meses en el país con ese estatus migratorio. En ese período se puede pedir la residencia temporal o permanente.

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