Seis venezolanos fallecieron entre los 23 ocupantes de un bus accidentado el 14 de agosto del 2018 en el kilómetro 10 de la vía Pifo – Papallacta, al este de Quito. Foto: EL COMERCIO
El féretro marrón con el cadáver de Rafael Testa Lugo, de 21 años, salió al mediodía de este jueves 16 de mayo del 2019 de las instalaciones de Medicina Legal de la Policía Nacional, ubicada en el norte de Quito. Él es uno de los seis venezolanos que murieron en el accidente de tránsito ocurrido en la vía Pifo- Papallacta, el 14 de agosto del 2018.
El cuerpo del joven universitario permaneció durante nueve meses en la capital y fue el último en regresar a su país natal. Eduardo Febres Cordero, presidente de la Fundación Venezolanos Residentes en el Exterior, ayudó con los trámites. Aseguró que estos se demoraron debido a que los familiares del joven fallecido son de escasos recursos económicos; no lograban reunir dinero para llevarlo a su tierra.
En total -explicó el dirigente- seis cadáveres de sus compatriotas fueron repatriados en diferentes momentos tras el siniestro. Cuestionó que el Consulado venezolano no les colaboró. “Nos comunicamos con los parientes (de Testa Lugo) y nos proporcionaron la documentación, aquí nos movimos para ayudarlo”, relató.
Agradeció a la Cancillería de Ecuador por el apoyo. “Ellos fueron víctimas del narcotráfico, pues su destino era Perú. Fueron buscados por personas inescrupulosas en ese vehículo de forma gratuita”. Cuando se acercaban a Quito, en plena carretera, tuvieron el fatal accidente. Con esto se cierra un capítulo triste en la comunidad venezolana –manifestó Febres Cordero- pero queda abierto otro tras el siniestro del pasado domingo 12 de mayo en la provincia del Carchi.
Los familiares de los venezolanos muertos el domingo 12 de mayo del 2019 en el volcamiento de un bus en Cúnquer (Carchi) acudieron a la morgue y funeraria para retirar los cadáveres. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO
A las 10:30 de ese día, un bus de la cooperativa Pullman Carchi se volcó en una curva a la altura de Cúnquer, cantón Bolívar (Carchi), cuando viajaba con más de 40 pasajeros de Ecuador, Venezuela y Colombia en la ruta Tulcán-Quito-Baños. Hubo más de 30 heridos y nueve fallecidos, tres de ellos venezolanos.
Una de las víctimas es la llanera Maibeline Rosales, de 34 años, quien murió junto a su bebé, de nombre Jimena. Tenía 9 meses. Su esposo, Valentín Santiago, manifestó que su pareja y su niña viajaban a Lima, capital del Perú, para encontrarse con su hermana y permanecer unos meses allí. Luego tenía previsto volver a su ciudad natal, Valera del estado Trujillo.
La última vez que se vieron fue el 9 de mayo cuando ella tomó el bus. Él nunca se imaginó lo que iba a suceder. “Lamentablemente, tres días después de despedirla tengo que venir a verla muerta en otra nación”.
En su país se quedaron sus otros dos hijos, de 17 y 10 años. “Los dejé con su dolor, junto a sus parientes. Tuve que salir de emergencia”, acotó Santiago. Recordó que su esposa era ingeniera en procesamiento de gas y laboraba como docente. Se enteró de lo que pasó por su cuñada, quien se comunicó por teléfono con una forense ecuatoriana. “Encontró un papel en el bolsillo y la llamaron”.
Hoy por la tarde, los familiares de las víctimas hacían los trámites para repatriar los cadáveres. Allí también se encontraba Daniel García, de 36 años, quien viajaba a Chile junto a su esposa, Luisana Sánchez, de 27. También sus hijos, Luciano y Daniela, de 3 y 10 respectivamente.
Migraron con la decisión de laborar en el país del sur y montar un restaurante, pues un familiar los esperaba allí. Recuerda que el día del accidente, ellos partieron de la terminal de Tulcán, se durmieron en el trayecto y luego se accidentaron. “Tomé conciencia cuando el bus caía en el aire”, recordó García.
Tras el impacto contra el piso, él rescató primero a su hija, quien resultó ilesa. Luego al niño, cuyo pronóstico de salud era grave hasta ese momento. Finalmente auxilió a su esposa, quien tenía los huesos de un brazo expuestos y lesiones en la espalda. La trasladaron a un centro asistencial de Quito y es probable que le amputen la extremidad.
Su hijo de 3 años murió y su familia está destrozada. El viaje a Chile se interrumpió y se quedarán en el país hasta que su señora se recupere. “El médico salió llorando y nos dijo que mi hijo falleció. Lo enterramos en Ecuador”, contó mientras se le quebró la voz.
Ahora, ellos demandarán a la compañía de transporte cuya unidad se accidentó. Esperan que sus casos no terminen en la impunidad.