Las vallas ahora son parte del paisaje del Centro Histórico de Quito. Foto: Patricio Terán / EL COMERCIO
Las vallas que rodeaban la Plaza Grande seguían en las calles aledañas al Palacio de Carondelet este sábado, 24 de octubre del 2020. Sin embargo, estas ya no forman un perímetro infranqueable, sino que dejan espacios para que la gente pueda cruzar la Plaza Grande y sus alrededores.
En la intersección de las calles Guayaquil y Espejo, en la Plaza Chica y al pie del monumento a Sebastián de Benalcázar, se observan concertinas de alambre de púas, rezago de la protección que se colocó por las marchas realizadas el pasado jueves 22 de octubre. Lo mismo ocurre en la intersección de las calles Benalcázar y Chile.
Rosa Chávez intentaba cruzar la Plaza para subir a comprar ropa en el mercado Ipiales. Considera que las vallas afean el Centro Histórico de Quito y ahuyentan a los turistas. Dice que en vez de tenerlas arrumadas en las esquinas, deberían llevárselas.
Por su parte, Jorge Llanos, dueño de la confitería El Goloso de las calles Venezuela y Sucre, afirma que su negocio sobrevive solo porque no paga arriendo, pero que hace meses su actividad no es rentable porque los turistas “dejaron de venir por las vallas”.
También se observan concertinas de alambre de púas, rezago de la protección que se colocó por las marchas realizadas el pasado jueves 22 de octubre del 2020. Foto: Patricio Terán / EL COMERCIO
Esos artefactos metálicos colocados en días pasados al pie del balcón del Palacio de Gobierno ya fueron retirados, pero aún no se ha autorizado el paso de turistas al interior de Carondelet. Mientras tanto, los jubilados que habitualmente ocupan las bancas ubicadas al pie del monumento a la Independencia lograron llegar a su sitio este sábado.
Carlos Montenegro dice que en la víspera de las manifestaciones del jueves también pudo acceder a lo que él llama ‘su oficina’, pero el jueves le fue imposible. Que lo intentó, pero no pudo pasar de la calle Olmedo.
Los lustrabotas que tradicionalmente ocupan los bajos del Palacio Arzobispal también trabajaron este sábado. Carlos Tamba cuenta que los clientes son poquísimos y que espera que todo mejore cuando el virus se vaya; y regresen los turistas y se retiren para siempre a las vallas que afean al Centro. Expresa que tiene su esperanza puesta en diciembre, cuando lleguen las Fiestas de Quito y la temporada navideña.