Los estudiantes universitarios son víctimas frecuentes de robos

Las exposiciones se realizaron en el auditorio de la Prefectura de Tungurahua. Guardias revisaron ayer documentos para permitir el paso a la Facultad de Medicina.

Las exposiciones se realizaron en el auditorio de la Prefectura de Tungurahua. Guardias revisaron ayer documentos para permitir el paso a la Facultad de Medicina.

Guardias revisaron ayer documentos para permitir el paso a la Facultad de Medicina. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO

Para ingresar a la Facultad de Medicina de la Universidad Central, ubicada en El Dorado, hay que conseguir un permiso de las autoridades y registrar su cédula de identidad. De lo contrario, solo pasan estudiantes, profesores y personal administrativo con carné.

Esta es una de las medidas que se han extremado desde que, el 22 de enero, los alumnos realizaran una marcha en protesta contra la inseguridad.

Ramiro Estrella, nuevo decano de la facultad, cuenta que tras el plantón se ha estrechado el contacto con la Unidad de Vigilancia de la Policía Nacional que está a cargo de El Dorado, que pertenece al distrito Manuela Sáenz. Dentro de lo posible, las clases deben terminar a las 18:00, tanto en esa facultad como en las aledañas: Biología, Enfermería y Tecnología Médica.

En la de Medicina se cambiaron las luminarias, se están instalando cámaras de video-vigilancia y se mantendrán reu­niones para que miembros de la Policía instruyan a los estudiantes en técnicas de autoprotección. Estrella adelanta que está previsto facilitar buses que lleven a los estudiantes desde sus facultades hacia las paradas cercanas, para que no deban caminar solos.

Los asaltos son frecuentes en ese sector. Diana (nombre protegido) rentó una habitación cerca a sus aulas de Terapia Física cuando empezó la carrera, hace alrededor de tres años.

En ese lapso -dice- la han asaltado dos veces en la zona. La primera vio salir a un hombre en una moto sin placas, que suele estar parqueada cerca de la facultad. Ella bajaba del puente peatonal cuando le arrancharon el teléfono. Aunque llamó a la Policía no pudo recuperarlo. Pero el segundo robo fue “mucho más fuerte”.

Había ido a comer con un amigo después de clases y luego él la acompañó a hacer compras para sus desayunos en una tienda del barrio. Un grupo de hombres se detuvo en un auto, junto a la moto de su amigo. Ambos pensaron que solo iban, como es usual, a comprar bebidas en una licorería de la zona. Pero de un momento a otro los amedrentaron con cuchillos. Ella entregó su celular y le arrancharon la mochila en la que llevaba su computadora, su billetera y sus libros.

A su amigo lo golpearon hasta dejarlo inconsciente, le rompieron los lentes y le quitaron el casco, el celular, la billetera y la mochila, con la llave de la moto dentro. Eran las 21:30.

Han pasado meses de ambos asaltos y aunque ahora ya no siente pánico, aún tiene la sensación de que en cada auto o en cada persona que va detrás de ella hay alguna amenaza.

Pero los asaltos no solo ocurren en El Dorado sino también en los alrededores de la planta principal de la Universidad Central, en la av. América, en los dos campus de la UTE (Occidental y Rumipamba), UDLA (Colón) y en Salesiana, Católica y Politécnica (alrededores de la av. 12 de Octubre).

De hecho, en Quito se incrementó en un 5,21% la tasa de robo a personas entre el 2017 y el 2018. Según datos del Distrito de Policía Eugenio Espejo, cerca de las universidades, en el 2018 hubo 281 robos a personas y en enero pasado, 23. Ocurren con la modalidad de arranche y sobre todo con ‘laptops’ y celulares. En la U. Central es en donde más se registran.

El coronel Luis Ramos, comandante de esa unidad, explica que para determinar acciones se arma un cuadro de mando integral con mapas térmicos y se identifica cómo está la situación del robo a personas. Con esto se comprobó que existe mayor incidencia en el cuadrante entre las avenidas Colón, 10 de Agosto, Pérez Guerrero y América.

Por eso, a esas zonas se destinan más personal y recursos logísticos identificando días, horas y puntos críticos con un mayor índice de inseguridad.

Los días más críticos, subraya Ramos, son los jueves, viernes y sábado, por la gran cantidad de restaurantes, bares y sitios de expendio de licor. Ante eso, se hacen registros para verificar antecedentes personales y revisión de armas. Las más comunes son las blancas.

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