Mauricio Pérez, de la Cruz Roja de Colombia, recorre las playas de Pedernales que estos días no tienen turistas.Foto: Galo Paguay / EL COMERCIO
Desde la terraza del Hotel Juan Carlos, en el malecón de Pedernales, Carlos Ramón Alcívar vio como se desplomó Mr. John, un hotel aledaño con personas en su interior. ¿A qué hora cae este?, pensó.
Mientras su esposa y el personal ya estaban en la calle presenciando la mayor destrucción de restaurantes, locales comerciales y hoteles, este hombre salió con vida. La edificación de tres pisos no se cayó, pero colapsó su estructura interna. El terremoto afectó al sector turístico de Pedernales, que había repuntado en la última década, a raíz de la habilitación de cuatro vías: El Carmen-Pedernales; San Vicente-Jama-Pedernales; Pedernales-Chamanga-Esmeraldas; y Quito-Concordia-Pueblo Nuevo.
En este cantón se habían levantado cerca de 100 hoteles, el 90% quedó destruido. El pasado jueves, mientras Alcívar subía mesas de guayacán, sillas y otros enseres a un camión, reconoció que la mayoría de hoteles se construyeron sobre arena y sin bases firmes.
En el centro de la ciudad, Jesús Zambrano, miembro del Directorio de la Asociación de Hoteleros, aún ve con asombró cómo el primer piso de su hotel de cuatro plantas se hundió y cobró la vida de uno de sus nietos. El Hotel Playas es uno de los más antiguos (38 años) con capacidad para 120 personas. “No hay ni un solo hotel que se haya salvado por completo”, señala este hombre de 65 años. En el malecón, Luis Cevallos es uno de esos pocos que se siente bendecido ante la magnitud de la destrucción.
En el Hotel Cabañas Catedral del Mar, de las 12 habitaciones dos tienen daños severos. También se afectó la discoteca y los muros que cercan el lugar. En el malecón otros tres siguen en pie: Bocana, Erick Andrés y Lasmar (el más alto). Cevallos, quien también es camaronero, explica que a diferencia de ese sector, que tiene un impacto más económico, en el turístico el daño psicológico es lo que más preocupa. “Como hotelero puedo reconstruir, pero ¿servirá invertir cuando no voy a tener quién venga o que todos se vayan?”. Tras el sector camaronero, el turístico es el más importante.
La crisis económica empezó a sentirse desde el año pasado. Para los hoteleros, los feriados son su mejor termómetro: en el 2014 no tenían una plaza desocupada en Pedernales, en el 2015 bajó hasta el 50%. En el 2016, Cevallos por ejemplo dice que de las 12 cabañas se ocuparon cinco en Carnaval y tres en
Semana Santa.
La intervención que se requiere en el sector turístico se extiende a otras cinco ciudades manabitas: Portoviejo, Manta, Canoa, San Vicente y Bahía de Caráquez.
La Cámara de Turismo de Manabí tiene cuantificado hasta ahora 73 hoteles y hosterías caídas y 116, cuyas estructuras ya no sirven. Ocho dueños de hoteles fallecieron.
Álex Molina, su director, puntualiza que de 1,5 millones de extranjeros que llegaron al país en el 2015, el 40% visitó Manabí, en donde se encuentran 3 566 operadores, entre hoteles, hosterías, bares y restaurantes. Por eso la reconstrucción del sector es una oportunidad para reactivar la economía. “Son 366 km de perfil costanero que deben ser aprovechados al máximo”, agrega Molina.
Para el pedernalino Carlos Alcívar sin la ayuda del sistema financiero no van a poder levantarse. Él invirtió
USD 300 000 y tiene una deuda de 100 000. “Me consideraban un microempresario tipo A, ahora todos estamos quebrados y endeudados hasta el cuello”. Molina cree que requieren una moratoria de dos años para pagar sus deudas.
A un poco más de una hora de Pedernales, en Canoa, la mayoría de hoteles quedaron devastados. Cocoa Beach es uno de los pocos que aún queda en pie. Este hotel para 80 personas opera desde hace cuatro años y por ahora se convirtió en el refugio de voluntarios nacionales y extranjeros, que están repartiendo víveres casa por casa. Para Greg Gilliam, arquitecto y propietario, la reconstrucción del sector no solo implicará el apoyo de la parte privada sino estatal, pues hay que levantar un adecuado sistema de agua potable.
En Wonderland Canoa, otro hotel, en donde apenas se rompieron cristales y televisores, William Rivera reconoce que el 90% de los 35 hoteles va a tener que ser derrocado.
Una comunidad pequeña que llama la atención por la cercanía con Pedernales -a 15 minutos- y que no sufrió mayores daños es Cojimíes. Muy cerca de la playa, La Bocana de Quiximies muestra daños leves, pero la preocupación de su propietario, Carlos Áviles, así como el de Alcívar y, en total de unos 355 hoteleros manabitas, es la ausencia de turistas y las deudas. Según Molina, el 55% de empresarios tiene créditos bancarios. Pero al igual que los propietarios, 300 000 empleos directos e indirectos se han visto afectados.