A más de dar la medicina, los centros de salud aplican pruebas y controles de rayos X. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO
A primera vista resulta complicado saber qué órgano está reflejado en esa radiografía. Esas manchas blancas han modificado su forma y también su funcionamiento. Así actúa la mycobacterium tuberculosis en los pulmones.
En casos avanzados, el bacilo segrega un líquido que carcome el tejido pulmonar. “Algunos necesitarán un tanque de oxígeno permanentemente”, dice el neumólogo Darwin Aldás. La placa que analizaba es de un paciente de la sala de aislamiento del Hospital General Guasmo Sur, en Guayaquil.
Tos por más de 15 días, fiebre y sudoración nocturna, pérdida de peso y apetito, dolor torácico y falta de aire son los síntomas iniciales de esta enfermedad infecciosa, que es una de las 10 principales causas de muerte en el mundo.
El año pasado, Ecuador ocupó el décimo puesto entre los países de América con más casos estimados. El informe de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) reportaba 7 200 casos. Este año aparece con 6 094 en el Reporte Global de Tuberculosis, publicado en octubre por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El organismo plantea como meta al 2030 reducir en un 90% las muertes y bajar en 80% la incidencia de nuevos casos. Lograrlo demandará una inversión de USD 13 000 millones al año en diagnóstico rápido, tratamiento y atención.
Las pruebas tradicionales dan resultados en hasta 12 semanas. El PCR, una prueba molecular, toma una hora. Este método se incorporó en los últimos años en el país y aunque se anunció el aumento de su disponibilidad, por ahora solo se aplica en hospitales.
Juleisi tuvo que esperar por su diagnóstico. Había perdido 13 kilos de peso en tres meses y decidió buscar ayuda. “Me sentía débil y no podía respirar. Antes de toser lo pensaba, porque el dolor era intenso”, recuerda la joven de 27 años.
En enero comenzó su tratamiento en el centro de salud de Ciudad Victoria, en el noroeste de Guayaquil. La enfermera Estela Bacilio vigila que cada paciente cumpla con la terapia de seis meses. De lunes a viernes los recibe en un consultorio y observa que tomen las pastillas: rifampicina, pirazinamida, etambutol e isoniazida, según la evolución.
El éxito de este método se ha estancado en el 73% en América del Sur en los últimos cinco años, según la OMS. La meta es pasar el 90% y para hacerlo el organismo pide un seguimiento cercano, abordar el problema del transporte e incluir programas de protección social.
Aunque la medicina es gratuita, Norma ha tenido complicaciones para llegar con su hijo de 20 años al dispensario público. Por su adicción a las drogas cayó en desnutrición severa y quedó vulnerable frente a la bacteria de la tuberculosis.
“En abril lo encontramos en la calle. Estuvo un mes internado en el Hospital del Guasmo y después lo enviaron a este centro de salud”, dice la madre. En esta semana, el joven terminará el tratamiento.
Al mes, el centro de salud de Ciudad Victoria atiende a 80 usuarios con tuberculosis. Y capta dos nuevos en visitas para analizar posibles contactos.
“Un paciente no detectado puede contagiar a 10 y hasta 15 personas en un año”, advierte el neumólogo Aldás. El riesgo es mayor en los casos resistentes a medicamentos. En el reporte de la OPS Ecuador aparece entre los cincos países con más casos estimados de tuberculosis resistente; fueron 650 el año pasado.
El Hospital Guasmo Sur atiende parte de los casos desde el 2017, tras la clausura del Hospital Neumológico Alfredo Valenzuela. Tenía 100 camas; fue cerrado por problemas sanitarios, lo que generó demandas de usuarios y trabajadores. Este Diario pidió información al Ministerio de Salud, pero no respondió.
En el Guasmo hay 36 camas para Neumología. Ante la demanda, suelen recurrir a otras áreas con salas de aislamiento, como Medicina Interna.
En estos casos, la terapia dura nueve meses. Y aunque el tiempo se redujo, Aldás dice que hay complicaciones en la adherencia al fármaco. “Evaluamos si el esquema es efectivo. En casos resistentes, el tratamiento cambia cada año”.