Travestis pelean su lugar en lucha libre mexicana

Lucha libre

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Los travestis se ganan un espacio dentro de la lucha libre mexicana, deporte tradicional en el país norteamericano. Foto: AFP

Sus nombres son atípicos para un luchador mexicano clásico y su apariencia aún más: vestidos con ligueros y mallas abiertas en el pecho, “Diva Salvaje”, “Estrella Divina” y “Demasiado” se alborotan la melena y se maquillan ojos y labios antes de salir al ring.

Son hombres pero se hablan en femenino y hoy se cambian en el vestidor de mujeres, lejos de la quincena de compañeros que también pelearán en esta arena escondida en un garaje de la polvorienta Tultitlán, a las afueras de Ciudad de México.
Cuando el presentador llama al escenario a los “Okama power” (el poder de los travestis en japonés), los tres luchadores suben contoneándose con sus glamourosas batas de tul, desatando los silbidos y vítores del público: llegó la hora de los 'exóticos'.

Aunque esta categoría afeminada de la lucha libre empezó a cobrar fuerza en los 70 con la llamada 'Ola Lila', sus integrantes todavía deben pelear dentro y fuera del ring para que se les tome en serio y sortear el machismo imperante en este deporte de masas en México.

“Kilvan”, uno de los robustos contrincantes de los “Okama power” el pasado fin de semana, sólo tiene buenas palabras para ellos, mientras otros compañeros confiesan verlos “como cualquier otro rival”, pero no siempre es así.

Hay luchadores que “te quieren garrotear, apretar más, piensan que por ser así eres más frágil”, explica “Estrella Divina”, un joven de 20 años que es la sensación de la tarde por su apabullante apariencia de mujer, con su melena rubia y un cuerpo escultural apretado en una malla de cuero negro.

El desparpajo que ahora muestra este luchador, que está empezando a tomar hormonas femeninas y resalta con orgullo sus incipientes curvas, nada tiene que ver con los días en que empezó a luchar con máscara “por pena, porque no salía del clóset” en su natal Acapulco (sur).

Una vez asumida su sexualidad, se preguntó: “¿Para qué me voy a ocultar tras una máscara o hacerme el macho si yo realmente soy así?”.

La discriminadora AAA

Empieza la pelea y, después de una llave que deja en el suelo a su rival, la pícara “Diva Salvaje ” se le monta encima y anima al público a que pida el esperado “¡Beso, Beso!” , sello de los exóticos. Después de una pausa teatral, “Diva” se le acerca y, en vez del beso, le da una sonora cachetada. “¡Puto! (gay)”, le grita.

El humor y la interacción con el público son parte de los diferenciales de los exóticos, que suelen verse obligados a participar como independientes en las peleas ya que la mayor empresa de luchas, la AAA, les relega a los llamados “Relevos Atómicos de Locura”, peleas preliminares entre enanos, mujeres, exóticos y luchadores clásicos.

La otra gran empresa, el Consejo Mundial de Lucha Libre, sólo tiene una figura de estética exótica en sus luchas: Máximo, un luchador heterosexual.

Aunque la 'Ola Lila' de “Sergio El Hermoso” o “El Bello Greco” abrieron camino con sus gestos amanerados y sus incipientes plumajes, fue la generación de finales de los ochenta -integrada por “Mayflower”, “Pimpinela Escarlata” o “Cassandro” - los que revolucionaron la lucha libre exótica con una técnica potente complementada con vestuario y maquillajes de estética travesti.

No cualquiera es exótico

Cassandro, figura internacional y campeón de peso ligero mexicano en 2008, reconoce que “el tiempo ha ayudado mucho en la aceptación de los exóticos”.

Sin embargo, “aún falta trabajo por hacer para que se eliminen las etiquetas y se vea el talento de uno como exótico y no como homosexual”, explica este luchador de 45 años convertido también en reconocido conferencista y defensor de los derechos de los gays.

Bajo su exitoso ejemplo, la nueva generación de exóticos apuesta ahora por una lucha más fuerte atreviéndose también con los agresivos castigos.

Ante las críticas a la vulgaridad que a veces recibe esta categoría, “Diva Salvaje” advierte que hay que diferenciar entre los profesionales que invierten en sus equipos y personajes y “muchos compañeros que no son gays pero, por el hecho de trabajar, se hacen exóticos”.

“Muchos nos denigran porque se ponen medias, se pintan los labios y ya”, lamenta este veterano luchador del estado de Coahuila (noreste).

Cae la noche y los “Okama Power” ganaron la pelea. Retándolos a una revancha, “Kilvan” usa el micrófono para elogiarlos ante el público: “De putos tienen la apariencia porque son más hombres que muchos dentro de este cuadrilátero”.

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