Luis Torres (izq.) lleva más de tres años en el país. Tiene la residencia ecuatoriana y vende almuerzos afuera de El Tejar. Foto: Paúl Rivas/EL COMERCIO
Parece una pequeña Cuba. En uno de los accesos al Centro Comercial El Tejar de Quito se concentra gente de La Habana, Villa Clara, Guantánamo y otras zonas de la isla. Todos hablan de sus sueños, de las victorias y las frustraciones.
Es común escuchar relatos de fracasos, de cubanos que inician una larga travesía desde su país para llegar a Estados Unidos. No todos lo han logrado.
Se han quedado en mitad del camino…. en Ecuador, en Colombia o en Centroamérica, puntos imprescindibles antes de pisar la tierra prometida.
El jueves pasado, en El Tejar, dos jóvenes narraban a sus compatriotas lo que sufrieron.
Desconocidos los asaltaron en el trayecto hacia Cartagena (Colombia), la ciudad desde donde toman embarcaciones para avanzar a Centroamérica.
Perdieron USD 6 000. Con ese dinero pagan a agentes fronterizos, a grupos delictivos que los extorsionan, cubren el costo del transporte, de los salvoconductos y la comida.
El robo frustró el sueño americano de la pareja cubana. No les quedó otra opción que volver a Quito. Desde la semana pasada intentan, otra vez, reunir dinero para un nuevo viaje.
Luis Torres está por cumplir cuatro años en la capital. Es un ingeniero industrial de 55 años, tiene la residencia ecuatoriana y no consigue trabajo en esa área. El desempleo lo llevó a preparar almuerzos.
Los vende afuera de El Tejar, a los isleños que llegan a los locales a comprar bultos de mercadería. Mientras los atiende oye los lamentos de otros compatriotas que no pudieron llegar a EE.UU. y volvieron a Ecuador para sobrevivir.
El viernes 27, los migrantes que ansían ir a Estados Unidos se despertaron con una noticia sorpresiva: a partir del próximo martes requerirán visa para entrar al Ecuador. La travesía será más difícil, admiten en El Tejar.
Ayer, el canciller Ricardo Patiño señaló que quienes compraron boletos aéreos antes del 26 noviembre sí recibirán visa para Ecuador.
Desde mediados del 2008, cuando el Gobierno ecuatoriano decretó la libre movilidad, los cubanos ingresaron masivamente al país. En los últimos siete años Quito se convirtió en la zona de tránsito ideal para acceder a suelo americano.
Pero la medida también atrajo a mafias especializadas en el tráfico de personas. Estos grupos cobran hasta USD
15 000 por el recorrido, que dura entre 25 y 30 días. La decisión anunciada el jueves busca mitigar el impacto de esas bandas.
Hay quienes no consiguen los USD 15 000 y hacen el viaje sin coyotes. Hace un mes, una familia cubana (madre, padre, niño de dos años y la suegra) salió de Quito, cruzó el puente de Rumichaca, transitó por Pasto, Cali, Medellín y llegó a Cartagena. En una lancha se desplazó hasta Panamá. Luego ingresó a Costa Rica, Nicaragua, Honduras y Guatemala.
En esos países centroamericanos, los isleños obtienen salvoconductos que les permiten estar hasta 20 días. Nadie se queda ese período. Todos se movilizan a Chiapas (México).
Allí tramitan otro salvoconducto y entran, sin restricciones, a Estados Unidos. La denominada Ley de Ajuste Cubano, creada en 1966 para dar refugio a quienes escapaban del régimen castrista, lo permite.
Esa normativa señala que aquellos isleños que llegan por tierra a EE.UU. acceden a un visado de forma inmediata.
El masivo éxodo reportado en los últimos meses desde Cuba está relacionado con esa ley. Los extranjeros temen que el acercamiento que ha habido entre los gobiernos de La Habana y de Washington termine por derogar ese documento.
El viernes, en El Tejar, Yonier, un joven de 30 años que llegó a Quito el 18 de abril, admitía ese miedo. Él es amigo de la familia que viajó hace un mes a EE.UU.
Por la travesía cuenta que sus amigos pagaron USD 6 000. Se alegra por ellos, pero dice que él, por ahora, no se atreve a dejar Ecuador. Vive en la capital con su novia. “Tú no sabes lo que te puede pasar en el camino, pero EE.UU. es el sueño de todo cubano: vivir allá, salir adelante, pasar vacaciones con tu familia en un buen hotel; algo que nunca lo hemos hecho”.
Yoel, otro muchacho que aterrizó en Quito hace dos meses, admite que hay riesgos al hacer la larga ruta por Ecuador, Colombia y Centroamérica, pero no tantos como viajar en balsas desde Cuba a EE.UU. Este último trayecto les toma apenas dos o tres horas; sin embargo las embarcaciones pueden naufragar y la muerte es latente.
Andrés optó por el camino más largo. Él contó a la agencia DPA que dejó su país en marzo, trabajó en Ecuador hasta septiembre y en octubre armó el viaje. Aunque pudo pisar suelo americano, la travesía no fue fácil, sobre todo, por su discapacidad: utiliza una pierna ortopédica. En Colombia, policías le pidieron que se desnudara e incluso abrieron con un cuchillo su prótesis. Le quitaron el celular y USD 800. Pero así avanzó y hoy está en Miami.