El hospital Eugenio Espejo ofrece un tratamiento que diluye coágulos cerebrales. Foto: Archivo / EL COMERCIO
El accidente la sorprendió mientras veía la televisión en su casa, ubicada en el sur de Quito. María Andino, de 62 años, dice que se quedó “en blanco” por unos minutos. Cuando recuperó la movilidad caminó hacia el baño, pero se detuvo a pocos pasos. Se sentó y lloró. No podía gritar.
La paciente llegó de emergencia al Hospital Un Canto a la Vida. En la valoración, los médicos indicaron que se trataba de un accidente cerebrovascular, también conocido como stroke o ictus.
Ellos se pusieron en contacto con colegas del Hospital Eugenio Espejo, en donde existe una opción para tratarlos. Hay dos tipos de esos accidentes: los derrames y los isquémicos. Estos últimos se producen cuando los vasos sanguíneos que llegan al cerebro se estrechan u obstruyen con depósitos grasos llamados placa.
Édgar Samaniego, neurólogo y profesor de la Universidad de Iowa, en EE.UU., precisó que los coágulos también pueden iniciarse en el corazón, cuando hay algún tipo de arritmia. Ambos pueden ir al cerebro. Estas acumulaciones no dejan que fluya la sangre y las neuronas mueren. Mientras más tiempo pasa, el daño del tejido es mayor. Añadió que la edad, los malos hábitos alimenticios, fumar y el sedentarismo hacen que las personas sean más proclives a sufrir esos accidentes.
En la unidad de Neurointermedios del Eugenio Espejo, que funciona desde hace dos años, tratan las enfermedades neurológicas agudas que no necesitan entubación. Hay nueve camas con equipos especializados y atienden a 18 pacientes cada semana.
Nelson Maldonado, líder del departamento de Neurología del hospital, contó que desde hace un año aplican un tratamiento para los pacientes con coágulos en las arterias cerebrales. Según el médico, es el único hospital público que tiene este servicio.
María Andino recibió una inyección con activador tisular del plasminógeno (tPA, por sus siglas en inglés), que disolvió el coágulo.
El medicamento es efectivo en las primeras cuatro horas desde que se produce el accidente. Se evalúa el peso de la paciente para aplicar la cantidad correcta. El 10% del líquido se inyecta directamente a la vena y el resto se coloca en el suero, para que se administre, dosificadamente, durante una hora. Cada inyección cuesta USD 1 000. El precio en una institución privada alcanza los USD 1 300, sin contar honorarios y cuidados intensivos.
En casos como ese, el tiempo apremia. Lorena Ascqui, hija de Andino, firmó una autorización. No preguntó a sus hermanos si estaban de acuerdo porque los minutos pasaban y el tiempo para aplicar el tratamiento estaba por cerrarse.
Maldonado comentó que hay riesgos. Un ictus isquémico (en este grupo están los coágulos) es difícil de diagnosticar en una tomografía. “Hay algunos que son visibles hasta seis horas después de producido el accidente”.
Los doctores valoran los síntomas y se guían en las placas para descartar derrames. Solo ahí se aplica la inyección.
Si se trata de un derrame, el tratamiento con tPA no sirve porque la medicación provoca que fluya la sangre y ocasiona más complicaciones.
La medicación sirve para que el afectado vuelva a ser independiente en los siguientes seis meses y no requiera de otras personas para vivir.
Los strokes, según Maldonado, son la principal causa de discapacidad grave en el país.
Un paciente que no recibe el tratamiento podría morir. Algunos quedan inmovilizados y, por tanto, en cama. Por eso, apunta, resulta más económico dar la medicina que tenerlos en terapia intensiva.
Andino pudo hablar esa misma noche y pasó 15 días en el hospital. Desde hace un mes cumple con terapias de recuperación y tiene una dieta blanda baja en sal y en grasa. Su hija detectó que olvida ciertas cosas y es pausada al hablar.
En el país, según el INEC, las enfermedades cerebrovasculares se ubicaron entre las 15 principales causas de muerte en hombres, y en las 10 primeras de las mujeres, solo en el 2013 (último año cuantificado). Los accidentes vasculares encefálicos agudos aumentan. En el 2011 hubo 738 casos y en el 2013 murieron 863 personas.
El doctor guayaquileño Óscar Del Brutto escribió un artículo en la International Journal of Stroke. En el texto habló sobre el aumento de casos en la comunidad Atahualpa, en la Costa. En el estudio se censó a 642 personas. La prevalencia en adultos con más de 40 años fue del 31,15%, un número mayor al registrado en EE.UU., en donde es del 27,78%.
El Hospital Metropolitano fue el primero en implementar el método hace ocho años. Patricio Abad, director de Neurología, calculó que se han beneficiado unas 45 personas en ese tiempo. En la casa de salud se capacitó a los paramédicos para que identifiquen los síntomas del ataque y así mejorar los tiempos de respuesta. Contó que solo el 10% de pacientes con esas características llegan a tiempo para el tratamiento.
En contexto
Los accidentes cerebrovasculares dejan secuelas de por vida a quienes los padecen. En Ecuador está entre las 10 principales causas de muerte para las mujeres. Y entre las 15 de los hombres, según datos del Instituto Ecuatoriano de Estadística y Censos.