Testimonio: Los recuerdos de los soldados que sobrevivieron al 'Miércoles Negro'

Imagen de la feria militar sobre la guerra del Cenepa . El evento se realizó en la Escuela Superior Militar Eloy Alfaro en Pusuquí. Foto: Patricio Terán/ EL COMERCIO.

Imagen de la feria militar sobre la guerra del Cenepa . El evento se realizó en la Escuela Superior Militar Eloy Alfaro en Pusuquí. Foto: Patricio Terán/ EL COMERCIO.

Imagen de la feria militar sobre la guerra del Cenepa . El evento se realizó en la Escuela Superior Militar Eloy Alfaro en Pusuquí. Foto: Patricio Terán/ EL COMERCIO.

El parque La Recoleta, frente al Ministerio de Defensa -ubicado en el centro de Quito- fue el lugar en donde los seis militares en servicio activo se reunieron. Es miércoles, son las 17:00 y está a punto de llover. Las hojas de los árboles se mueven y caen sobre los hombres que visten de camuflaje.

Los que esperan sonríen al ver como sus compañeros llegan, desde lejos gritan sus nombres y bromean entre ellos. Se dan un apretón de manos y un abrazo.

Ellos continúan ejerciendo un cargo y una actividad en el Ejército, por esto piden no ser identificados.

En 1995 tenían entre 18 y 20 años. Al ingresar a las filas del ejército se conocieron. La vida de los 'bodys' o los camaradas como se autodenominan, cambió desde aquella época. Ahora todos son esposos, padres y tíos.

La sonrisa desaparece al momento de contar lo sucedido hace 20 años. “En ese entonces éramos jóvenes y nos habíamos enlistado en la Escuela de Formación de Soldados, cuando entramos no se escuchaba nada de guerras, pero a cuatro meses empezó todo”, manifiesta uno de los militares.

En el conflicto del Cenepa el día más simbólico y recordado por muchos fue un miércoles. El 23 de febrero o mejor conocido como 'Miércoles Negro', esa jornada cambió la expectativa de los seis jóvenes aspirantes, ahora todos son sargentos. Ese día se registró el mayor número de bajas ecuatorianas, y de heridos en combate. Murieron 13 soldados ecuatorianos.

“Nosotros estábamos en nuestras clases en la Esforce y de repente nos informaron que se había adelantado el curso de selva. A todos nos subieron en camiones y fuimos a la Amazonía" relata un sargento. El sector fronterizo en donde llegaron era Maizal. Otro de los seis combatientes interrumpe y afirma que "ese lugar era en donde las papas queman, era la primera fila de guerra”. “Nosotros jóvenes inexpertos, alumnos, fuimos a relevar a un pelotón de Fuerzas Especiales”, comenta un tercer militar.

Ese día en un informe de guerra que aún conservan dio a conocer la muerte de siete aspirantes y siete heridos.

El ataque que se registró en la mañana fue realizado por la unidad de comandos 'Pachakutek' del ejército peruano. Según los militares, esta unidad estaba conformada por tropas militares de élite.

“Ese día, uno de los morteros ecuatorianos estaba supuestamente destruyendo puntos clave del ejército peruano, nosotros nos sentíamos tranquilos porque existía una zona minada entre el enemigo y nuestro pelotón." En ese momento una ráfaga de tiros se escuchó por detrás de los soldados, el enemigo había rodeado la zona minada e ingresado por territorio ecuatoriano. Atacando por atrás a los soldados ecuatorianos. Uno de los aspirantes que se encontraba ayudando en la labor del fortalecimiento de la base del mortero se lanzó al suelo y se ocultó detrás de un árbol caído.

“En ese momento la mente se pone en blanco, me refugié en un tronco que se encontraba en mis pies. El tiroteo duró aproximadamente 15 minutos y como todos éramos jóvenes buscamos salidas de inmediato. Yo tuve que refugiarme por una montaña llena de lodo, piedras y selva. Allí me encontré con otros compañeros", narra el sargento mientras intenta simular como se arrastraba en el suelo fangoso de la zona de conflicto.

Las constantes lluvias de la época hacían que el camino se torne confuso y el uniforme mojado dificultaba más la huida, incluso un aspirante había ido al lado del Perú. "Por suerte no le encontraron y regreso ileso”, afirma otro militar.

Luego del ataque, todos se reunieron y fueron llevados a un destacamento seguro. Allí recibieron la visita de autoridades militares, la más recordada es la del General Paco Moncayo, quien en el conflicto era comandante General del Ejército. En su conversatorio con las fuerzas del lugar, el oficial infundió valor y felicitó el accionar de los combatientes, recuerdan.

Ellos no conocen que pasó con los cuerpos de sus compañeros, es más, se enteraron de las bajas por medio de una revista luego de varias semanas. Nadie les informó.

Al preguntarles si tuvieron temor, la respuesta es inmediata,“El miedo es humano, mucho más cuando uno es joven, a nosotros sin tener preparación de guerra nos tocó defender a nuestro país, y por eso nos sentimos orgullosos", afirman.

Luego del conflicto, el regreso a sus hogares fue sorpresivo, sus familiares no creían que estaban vivos, fue un momento emotivo, afirma un sargento que hasta el momento no había dicho nada.

“Recuerdo que cuando salimos el primer lugar al que fuimos fue a un restaurante de pollos a la brasa, en Loja. El paquete de galletas y el agua que bebíamos de riachuelos, hojas o cochas fueron nuestro alimento permanente. Sin embargo, nuestro estómago se había reducido tanto que entre los seis juntos no pudimos comer ni una sola presa”, relatan.

Los seis militares afirman que luego de la guerra no recibieron ayuda psicológica por parte del ejército, tampoco un reconocimiento económico. Solo una placa que se encuentra en la Esforce. Ese recuerdo rinde homenaje a la promoción que luchó en la guerra del Cenepa con tan solo cuatro meses de preparación.

Sin embargo, ellos afirman no guardar rencor a la institución. Algunos cumplirán 20 años el próximo febrero. Están analizando jubilarse o seguir sirviendo a las FF.AA.

Pero como manifiesta uno de ellos: “La guerra fue nuestra aula de clases y nuestro testimonio, ahora ayuda a formar a las nuevas generaciones de valientes soldados y mantienen en la inmortalidad a nuestros compañeros que murieron por mantener libre a nuestro pueblo”, finaliza.

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