El atraco ocurrió a las 19:30 del lunes 2 de diciembre del 2019. Foto: Cortesía
Daniela, de 32 años, vive junto a sus padres en un conjunto residencial de La Armenia, localizado en el valle de Los Chillos junto a la Autopista General Rumiñahui, en el oriente de Quito. Cuenta que la semana pasada, ella y su familia fueron víctimas de un asalto violento al interior de su vivienda.
A continuación su testimonio:
“El atraco ocurrió a las 19:30 del lunes 2 de diciembre del 2019 cuando dos hombres extranjeros ingresaron a mi casa. Lo hicieron tras subir la pared del conjunto habitacional en el que vivo junto a mis padres y se aprovecharon de la escasa iluminación. Caminaron por la jardinera y bajaron por unas gradas que conducen a la cocina.
Cuando ingresaron al inmueble, mi mamá comenzó a gritar. Trataron de agarrarla, pero alcanzó a huir y empujarme a mi habitación para encerrarnos. El problema fue que mi papá se encontraba en otro sitio de la casa.
Cuando lo encontraron, uno de los ladrones le apuntó con un arma de fuego en la garganta. Le gritaba ‘¡dame la plata!’ de forma insistente. Él les contestó que no teníamos dinero. Lo escuchábamos desde nuestra habitación mientras estábamos encerradas con mucho miedo. Nos amenazaron con dispararle si no abríamos la puerta. Mi papá nos pedía desesperadamente que les obedezcamos en todo lo que pedían.
Lo hicimos y le ingresaron al cuarto para amarrarnos. Con palabras soeces volvieron a pedirnos el dinero. Les dijimos nuevamente que no lo teníamos y ellos rebuscaban en las habitaciones. En esos momentos, ellos hablaban por teléfono con alguien y le decían con malas palabras que esta no es la casa, nos diste mal la información, aquí no hay plata, se tomaban la cabeza.
Se ponían nerviosos y les dije en voz alta que se larguen porque no teníamos lo que buscaban. Ni siquiera tenemos carro porque lo vendimos hace un año, se equivocaron de lugar. Mi perro no paraba de ladrar y alcancé a zafarme en esos momentos.
Sentía mucha adrenalina y me levanté. Ellos me reclamaron y les contesté que iba a verle a mi mascota para que permanezca con nosotros. Con gritos me indicaron que no lo haga y me regresé. Recuerdo que uno de los ladrones apestaba a marihuana.
El asalto duró 15 minutos aproximadamente. Un delincuente tenía una pistola y el otro un destornillador. Al irse nos dijeron que en 20 minutos ustedes pueden salir. Como yo me había zafado, inmediatamente les ayudé a mis padres.
Escuchamos lo que cerraron la puerta y abrí una de las ventanas de la casa para gritar y pedir ayuda. Mi papá salió a buscar a los guardias de la urbanización que no se encontraban allí. Mi madre pidió auxilio a los vecinos.
La Policía se demoró 15 minutos en llegar. Los agentes encontraron desorden en la casa, las cosas arrojadas sobre el piso. Se llevaron una televisión que cuesta USD 800, un celular iPhone dañado, una computadora portátil y un teléfono viejo de mi mamá. Los agentes de la UPC buscaron huellas, pero no las encontraron. Nos indicaron que al día siguiente nos iban a llamar para revisar los videos de seguridad y nunca más se comunicaron con nosotros”.