El lunes, un equipo de la Epmaps-Agua de Quito limpió los desagües del barrio Huarcay, en el sur. Foto: Patricio Terán / EL COMERCIO
A cada momento, algunos moradores del barrio Huarcay, en el suroccidente de Quito, levantaban las cortinas de las ventanas de sus viviendas para observar el trabajo de la cuadrilla de limpieza de sumideros. Obreros de la Epmaps-Agua Quito llegaron al punto, frente al conjunto Casa para Todos, la mañana del lunes.
En menos de tres meses hubo otro pedido para que se destapen los desfogues de agua lluvia del lugar y evitar posibles inundaciones de las vías con los aguaceros que soporta la ciudad. “Hace poco se hizo la misma labor, pero otra vez los sifones se llenaron de basura”, admite Yolanda Guamán, habitante de la zona.
Los pedidos para limpiar alcantarillas aumentan en un 30% en época invernal, señala Patricio Yépez, jefe de la Unidad de Alcantarillado Sur de la Empresa de Agua Potable. De ahí que su personal no tiene pausa y extiende sus labores hasta los fines de semana.
En Quito existen 100 000 desfogues de este tipo, pero hasta el próximo septiembre se planean limpiar 175 943, porque a cada sector se acude hasta dos veces al año, asegura Yépez. Para esa labor hay disponibles USD 794 313.
Estas intervenciones están desconcentradas. La Epmaps dividió la ciudad en tres unidades operativas: centro (con 45 000 sumideros), norte
(30 000) y sur (25 000).
Las juntas parroquiales atienden a las periferias, a través de contratos que tienen con la empresa municipal.
En cada unidad operativa labora una cuadrilla con 20 personas, más tres operadores en un vehículo hidrosuccionador.
La consigna: a lo largo del día deben limpiar 300 sumideros y a la semana, 1 500. Sin embargo, en época de lluvia el trabajo aumenta y las jornadas se extiende al fin de semana.
Un equipo de esas características llegó, la mañana del lunes, al barrio Huarcay. El hidrosuccionador lideró la comitiva de aseo y una vez ubicadas las rejillas con más sedimentos, el técnico introdujo un gran tubo y aspiró la suciedad. El también llamado HK se especializa en limpiar sumideros y la red matriz, además en la desobstrucción de las cajas domiciliarias.
No en todos los sectores actúa el equipo en pleno, en la mayoría solo está el personal de cuadrilla. Cada trabajador lleva un carrito con llantas y un recogedor de basura; todo el material acumulado se coloca en una volqueta. Los trabajadores también van con un tanque de agua para hacer una limpieza a presión. Antes de pasar a otro sumidero, el obrero vierte creso alrededor del orificio intervenido.
En medio del retiro de los elementos extraños y sedimentos depositados en las alcantarillas se suele encontrar de todo, desde animales muertos hasta llantas, material de construcción, basura…
De ahí que, como asegura Cristian Rivera, gestor de Riesgos de la Universidad Central, la acción preventiva de la comunidad es clave y más en época de invierno.
Sugiere, por ejemplo, no mantener arena ni ripio en las veredas, evitar botar basura a las calles y recoger las hojas de los árboles frondosos.
Si el conducto está tapado, el usuario puede llamar al número 1800 242424 y solicitar a la empresa municipal que lo destapen, tal cual lo hicieron los vecinos de Huarcay. Porque la idea es atender las demandas de la ciudadanía y cubrir todo el Distrito, señala Yépez.
Los puntos más vulnerables a la acumulación de escombros y basura en estos ductos son los mercados, sitios cercanos a construcciones y espacios verdes. A esos lugares se les pone más cuidado y se los visita regularmente.
A la lista se suman los pasos deprimidos y las instituciones educativas, donde las cuadrillas las limpian cada 15 días.
Para mantener estos canales en buen estado, la Unidad de Alcantarillado de la Epmaps también cumple otra función: repara las tuberías y sustituye tapas y rejillas (con hierro dúctil). Para esas dos tareas hay otros equipos especializados.
El trabajo del robot
Cuando se reportan problemas del alcantarillado entran en acción las inspecciones televisivas. La información se transmite a través de un pequeño robot que envía la señal desde el interior de las estructuras hacia un vehículo estacionado en la superficie, equipado con audio y video.
Yépez dice que eso permite al operador conocer detalladamente los posibles daños de la canalización e intervenir en el punto exacto del tramo del pozo, que tiene entre 70 y 80 m de largo. No hizo falta que el robot vaya al barrio Huarcay, pero sí el vehículo hidrosuccionador para agilizar la limpieza de los sumideros que, al igual que hace dos meses atrás, quedaron con olor a creso.