El grito ‘Ni un paso atrás’ se volvió a escuchar en las honras fúnebres de Sixto Durán Ballén

Velorio del expresidente Sixto Durán Ballén en el Salón de la Ciudad, en el Municipio de Quito. Foto: Vicente Costales / EL COMERCIO

Velorio del expresidente Sixto Durán Ballén en el Salón de la Ciudad, en el Municipio de Quito. Foto: Vicente Costales / EL COMERCIO

Velorio del expresidente Sixto Durán Ballén en el Salón de la Ciudad, en el Municipio de Quito. Foto: Vicente Costales / EL COMERCIO

Mientras unos despedían al arquitecto, al exPresidente de la República, al exDiputado, al exMinistro y al exAlcalde de Quito, sus hijos y nietos le decían adiós a su querido 'Papío', Sixto Durán Ballén. Falleció el 15 de noviembre cuando tomaba una siesta en su residencia, junto a su esposa ‘Finita’.

En la calle Venezuela y en la Plaza Grande, decenas de personas esperaban la mañana de este miércoles 16 de noviembre del 2016 la llegada de la carroza fúnebre. Partió desde la funeraria casa Girón hasta el Salón de la Ciudad, en el Palacio Municipal, en Quito.

Su hijo Jorge contó, durante el discurso que dio a nombre de la familia, que durante la Caravana la gente lo emocionó con sus gritos de "¡ni un paso atrás!", la frase célebre que el expresidente Durán Ballén pronunció en el balcón de Carondelet, en uno de los momentos más duros para el país: la guerra del Cenepa (1995).

Cuando llegó el cortejo, la gente hizo silencio, en señal de respeto, hasta que la voz de un adulto mayor lo rompió con el mismo grito. Durán Ballén presidió el Ecuador entre 1992 y 1996. Pero aún los más jóvenes que rodeaban el Municipio capitalino recordaban la frase y se sumaron a esa voz, que se escuchaba mientras el féretro ingresaba al salón preparado para rendirle un homenaje.

Su amigo Carlos Larreategui explicó por qué la despedida se organizó en la Alcaldía y no en el Palacio de Carondelet, como debía ocurrir al tratarse de un Jefe de Estado. Fue el mismo exPresidente quien le pidió "una y otra vez que si algún día fallecía, no le llevaran al Palacio de Gobierno. Que él, incluso inherte, no podría entrar a un órgano de Gobierno que perdió las perspectivas en esta lucha fratricida de los últimos años, que no defendió las libertades, que no fue un apoyo para la democracia y para el país".

Larreátegui confirmó así el deseo de Durán Ballén de que su despedida final fuera en el Municipio de Quito, "comandado y liderado por un político a quien Sixto quería, a quien Sixto admiraba y a quien Sixto quería ayudar en su gestión". Se refería al alcalde de Quito, Mauricio Rodas, quien estuvo en el salón esperando a Durán Ballén, uno de sus predecesores en el cargo.

Él le entregó la condecoración post mortem Marieta de Veintimilla y mostró sus condolencias a nombre de todos los quiteños a su familia. Rodas dijo que Durán Ballén era el símbolo "de la caballerosidad y decencia que tanto hace falta en la política" y por ello consideró que era un honor recibirlo en esta, "su casa" para despedirlo.

Recordó también obras emblemáticas como los túneles que conectan el norte con el sur de la ciudad, la avenida Occidental, la planta central eléctrica de Nayón, puentes a desnivel en la avenida 10 de Agosto, entre otras. Fue una mañana en la que poco a poco la gente ingresaba para expresar el respeto a su memoria. Muchos no sabían que el presidente Rafael Correa había decretado tres días de luto nacional en memoria de Durán Ballén. Llegaron porque recordaban su trabajo, con claroscuros incluidos.

Alrededor de las 12:15, entró un grupo de héroes del Cenepa. Traían ceñidas banderas y condecoraciones a su traje. Entraron marchando como lo hacían cuando sirvieron al país durante la guerra con Perú, por el conflicto limítrofe y lo definieron como "un verdadero estadista".

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