Simón Cueva, PhD en economía. Foto: Galo Paguay / EL COMERCIO
Entrevista a Simón Cueva, PhD en economía
Actualmente, ¿cuál cree que es el mayor problema económico en Ecuador?
En el corto plazo, claramente, el tema fiscal. Pero se combina con otros problemas serios en el mediano plazo para lograr un crecimiento sostenible. Y eso implica enfrentar problemas de competitividad e impulsar una recuperación gradual del crecimiento.
Si el problema es fiscal, ¿cuáles son los principales efectos para la economía?
El tema fiscal es un problema por dos razones. Por un lado, cuando uno tiene un déficit hay que financiarlo y eso se cubre con deuda. En la medida en que tenga financiamiento para cubrir el déficit, queda arreglado el problema a corto plazo, aunque se acumula más deuda. Y a mediano plazo, esa deuda se puede volver explosiva. Un desafío que enfrentan las autoridades es cómo cerrar el año, de manera que el déficit se reduzca, pero a un ritmo sostenible, y que no se apriete demasiado a la economía.
El Gobierno ya hizo en el semestre un ajuste en el gasto. ¿En cuánto ayudó?
Hay pasos positivos. El primero es que ha habido transparencia en reconocer que hay un problema fiscal, un problema de deuda, y que hay que enfrentarlos. El segundo es que ha comenzado a hablar de que ese ajuste tiene que ser en buena medida en el gasto público. Entonces, ha planteado soluciones iniciales, pero lo que falta es que, tanto el país como los mercados internacionales requieren una agenda de mediano plazo del Gobierno y que diga: “esta es nuestra meta y para allá vamos”, y que ponga hitos de cómo lograrlo. Se han dado pasos, pero nos hace falta ese norte de mediano plazo.
Es decir, ¿aún falta un programa económico?
Un programa económico, completo, integral, que implique un mediano plazo. No es realista pedirle al Ecuador que haga un ajuste de golpe y no sería aconsejable que haga algo así, porque cuando un programa es demasiado apretado tiende a ahogar a la economía. Además, hay un segundo problema: al ser un país dolarizado no controlamos una variable importante, que es el tipo de cambio. Dependemos de terceros. Eso hace que el ajuste sea más gradual, porque los países que controlan el tipo de cambio lo hacen más rápido.
El Gobierno ya redujo la inversión pública. ¿En qué otras áreas puede hacerlo?
Si uno ve al Ecuador durante la época de la bonanza, tuvo un récord de ingresos petroleros y fiscales; y en ese proceso el tamaño del Estado creció fuertemente. Por lo tanto, sí hay margen para ir reduciendo ese tamaño, pero debe ser ordenado, gradual y evitando un frenazo fuerte. Eso implica tocar no solo el gasto de inversión, sino también el gasto corriente. Y si uno piensa en gasto corriente, piensa en temas salariales en el sector público, en que se priorice a ciertos sectores y se proteja a otros, como los dirigidos a la población más vulnerable. Entonces, hay todo un ejercicio interno de filigrana, que no es tan fácil y que el Gobierno necesita tiempo para ejecutarlo.
¿En cuánto tiempo se podría lograr ese equilibrio?
La definición del tiempo depende de dos cosas. Una, hacerlo en la manera en la que la economía pueda mantener cierto ritmo de crecimiento. Y, dos, tener financiamiento para esa transición. Si tengo financiamiento para que la reducción del déficit sea gradual, hay que hacerlo; si no tengo, no me queda otra que ajustarme el cinturón más rápido.
Mientras se busca ese equilibrio, ¿existe el riesgo de caer en recesión?
Habrá un período, no necesariamente de recesión, pero sí de desaceleración. ¿Por qué? Porque Ecuador se acostumbró a vivir con el Estado como motor de la economía, gastando mucho en inversión o en gasto corriente. Al hacer eso daba mucha plata a proveedores privados y públicos. Eso ayudó temporalmente al crecimiento económico, pero era artificial porque dependía de un motor que no puede seguir ese ritmo siempre. La economía ecuatoriana tiene que ir reduciendo el peso del sector público e incrementar el del sector privado. Pero eso no va a ser de la noche a la mañana.
¿Cuánto puede ayudar que el precio del petróleo esté por sobre los USD 60 y haya una mejor perspectiva de las exportaciones?
El precio del petróleo siempre ayuda; más bien, el tema clave es que eso no debe desviarnos del objetivo final. Ya lo hemos vivido, el precio del petróleo es muy volátil. El Ecuador no debería desviarse de la idea de que a mediano plazo debemos tener una situación fiscal equilibrada, que nos permita vivir adecuadamente, que la deuda no se dispare, que se vaya reduciendo y que seamos cada vez más creíbles.
¿Qué camino le queda al Gobierno en cuanto al financiamiento?
Por ahora, las autoridades descartan emitir bonos. Además, el IESS y el Banco Central ya no son fuentes directas. ¿El FMI es la única salida, como lo plantea J.P. Morgan?
Al Gobierno se le han agotado las fuentes de financiamiento. A escala doméstica recurrió durante buen tiempo al IESS y al BCE. El IESS se ha agotado mucho y esa capacidad de financiamiento es cada vez menor. También el del BCE, porque ese financiamiento no fue sano, ya que debilitó su balance, que debe ser sólido para enfrentar problemas de balanza de pagos.
¿La salida es el FMI?
Puede depender de muchas cosas. Si mañana sube el precio del petróleo, ya no se dependería del FMI. Pero más allá de eso, me parece que acceder al Fondo se debe hacer en una posición sólida, no ir a rogar sino ir y decir: ‘A ver, tengo un programa claro, he definido mis metas, y como tengo todo esto, quiero que ustedes se sumen a mi programa y me ayuden’. Creo que esa es la posición más conveniente.
¿El reciente informe del FMI sobre el Ecuador apuntala ese objetivo?
Cuando uno mira el reporte preliminar sobre el artículo IV del FMI, es un reporte en general positivo sobre el Ecuador.
Su formación. Ingeniero de la Politécnica de París y Economista de la Escuela Nacional de Estadística y Administración Económica de Francia. Tiene un doctorado en Economía por la Univ. de París 1. Académico. Fue Economista Sénior y Representante residente del FMI en Bolivia; exdirector de Estudios en el Banco Central del Ecuador.
Su punto de vista. El ajuste económico desde el Gobierno debe ser gradual, ordenado y creíble.