Estudiantes de tercero de Bachillerato reciben talleres antes de la prueba Ser Bachiller. Foto: Cortesía Ineval
Esmeraldas obtuvo un promedio inferior a 7,49 en la prueba Ser Bachiller, un requisito para graduarse e ingresar a la universidad. Esta calificación la colocó en el puesto número ocho entre las provincias costeras más Galápagos, evaluadas en el mes de enero del 2018.
En el primer lugar y en el segundo están Galápagos y El Oro. Siguen Manabí, Santo Domingo, Santa Elena, Guayas y Los Ríos, según datos del Instituto Nacional de Evaluación Educativa (Ineval).
La entidad aplicó el examen a 175 197 estudiantes de los terceros de Bachillerato. De estos, el 5% de los chicos (8 341) estudia en esta provincia costera limítrofe con Colombia.
El nivel socioeconómico, la inseguridad y el acoso en el aula son tres de los factores que inciden en estos resultados. Así lo indicó Josette Arévalo, directora ejecutiva de Ineval.
En la encuesta de factores asociados al aprendizaje, que se llena antes de la evaluación, se identifican varios nudos críticos. En el ítem condiciones socioeconómicas, por ejemplo, la ‘Provincia Verde’ registra altos índices de pobreza.
En el Censo de Población 2010, el 78% de encuestados dijo tener necesidades básicas insatisfechas, es decir, falta de servicios como agua.
La infraestructura de los planteles educativos también tiene deficiencias. Así lo señala Gilber Mina, docente y dirigente gremial de la ex Unión Nacional de Educadores (UNE) en Esmeraldas.
Mina cuenta que los estudiantes reciben clases en espacios pequeños: un aula para 20 alumnos acoge a 40. Hay hacinamiento y no hay una educación de calidad. Además, la provincia tiene un alto número de escuelas unidocentes.
Los problemas de infraestructura no son los únicos. Se suman los relacionados a lo académico. La prueba Ser Bachiller determinó que hay insuficiencias en el dominio matemático. En esta área, el 35,2% obtuvo entre 0 y 6,99, es decir, insuficiente. Solo el 1,8% de los evaluados llegó a entre 9,50 y 10, según la entidad.
Un colegio de Esmeraldas, por ejemplo, alcanzó un puntaje de 6,39 en esta área. Esto es casi 3 puntos menos que uno de la provincia del Guayas, que obtuvo un puntaje de 9,34.
En el dominio científico, el mismo plantel esmeraldeño tuvo 6,77 y el de Guayas alcanzó el 9,19. Es decir, 2,41 puntos más que Esmeraldas.
Un problema es que no se accede a capacitaciones docentes constantes, dice Mina.
Para él, es importante que se abran más talleres presenciales. Además, señala que hay autoridades educativas que no pertenecen al área de la docencia. Eso debe cambiar, cuenta.
Los resultados de la prueba Ser Bachiller, en donde se visibiliza que los colegios públicos registran un nivel insuficiente (bajo el 6,99), preocupa a Pablo Beltrán, quien es catedrático de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ) y PhD en Política Pública.
Para él, que una de las provincias con altos porcentajes de pobreza tenga calificaciones bajas en esta evaluación completa el “círculo vicioso del subdesarrollo”. ¿Cuál es la causa? La “irresponsabilidad de las autoridades” para ordenar el territorio y destinar los recursos en áreas fundamentales como la educación.
Esto plantea varios retos para el Gobierno Central. El primer paso -dice el académico- es trabajar en la importancia de la educación como el motor del desarrollo. Adicionalmente, se debe apostar por más políticas productivas y educativas acordes con la realidad provincial y de la Costa.
El Ministerio de Educación -recomienda Beltrán- debe llevar a cabo una reingeniería y una revisión de los directivos, para cambiarlos por personas comprometidas.
La propuesta de una reingeniería en educación es fundamental para Catalina López, catedrática de la Universidad Andina Simón Bolívar. Ella se vinculó en el 2007 a la dinámica de los planteles de la zona.
Antes de trabajar con ellos se aplicó una prueba. Las calificaciones más bajas se concentraron en Esmeraldas, en especial, en matemática y lenguaje. Si el promedio general de la Costa era de 7. El de la ‘Provincia Verde’ era de 3.
Con ello, la propuesta consistió en enseñar los conocimientos apegados a la realidad. Es decir, se utilizó un modelo pedagógico basado en su cultura. Uno de los ejemplos es el aprendizaje de las tablas de multiplicar por medio de fútbol. “No es un problema de inteligencia menor sino de modelos retrógrados”, dice.
La idea es que se apueste por lo intercultural y lo experimental. Además, se entrelazaron vínculos afectivos, ya que la mayoría de los chicos vivía solo con sus madres. Con esto -dice la catedrática- se disminuyó la parte conflictiva.
Otra de las experiencias es que se enseñó cocina. Al ser chicos que viven en situación de pobreza y extrema pobreza, se utilizaron los conocimientos aprendidos para armar sus emprendimientos.
Unos, por ejemplo, aprendieron a hacer mermeladas y las vendían en diferentes puntos de la ciudad. Así ayudaban a la familia y seguían en la escuela. “Esto les ayudó a mejorar”.