La salud de Nelson Serrano se deteriora en la cárcel

Nelson Serrano y su familia. Los familiares del ecuatoriano detenido en Estados Unidos dicen que él es inocente. Foto: Archivo particular

Nelson Serrano y su familia. Los familiares del ecuatoriano detenido en Estados Unidos dicen que él es inocente. Foto: Archivo particular

Ya han pasado nueve años, cuatro meses y 15 días luego de que Nelson Serrano fuera arrestado al salir de un almuerzo en el norte de Quito y luego llevado a EE.UU.

El tiempo deja huellas. “A qué familiar no le va a doler esto, es cruel, despiadado, y se siente impotencia de no poder ayudarlo pese a que sabemos que es inocente”, dice su sobrino Alfredo Luna, quien vive en Quito.

La presión arterial afectó uno de sus ojos, con el que ya no ve.

También dejó de escuchar con el oído izquierdo. Padece mareos, presión alta y osteoporosis. Se le impiden los chequeos médicos y tampoco le entregan sus medicamentos. El sufrimiento de su esposa y de sus hijos está latente.

Alfredo dice que habla con ellos a diario para saber novedades que se comentan con toda la familia. “Nos escribimos correos, nos llamamos. Ellos nos cuentan las cosas horribles que le hacen a mi tío y su nueva forma de vivir desde que lo detuvieron como a un perro en Quito y lo deportaron a Estados Unidos en una jaula”.

El 31 de agosto del 2002 será recordado por siempre por los Serrano. “Una vez que decidieron descansar (Nelson y su esposa), jubilarse y disfrutar de los beneficios que cosecharon con un arduo trabajo de años en EE.UU., les cae esta maldición que parece no tener fin”, dice Luna.

En su oficina tiene una carpeta amarilla en la que archiva la documentación del caso de su tío, acusado de un cuádruple asesinato en Florida y sentenciado a la pena de muerte. Allí también están fotografías de él y su familia, de sus hijos, de su vida en EE.UU. desde que emigró para labrarse un mejor futuro desde 1964.

En esas fotos se reflejan los momentos cálidos, las sonrisas, el ambiente familiar en el que se desenvolvía en Florida y en Quito, cuando llegaba de visita luego de obtener su nacionalidad estadounidense en 1971. “Ahora todo ha cambiado”, dice Alfredo.

Muestra las nuevas fotos de su tío detenido en la cárcel de Bartow, Florida. Ya no tiene cabello. Ha perdido la mayoría de sus dientes. Su salud ha desmejorado visiblemente. Su familia asegura que recibe un trato inhumano en la cárcel. Por mucho tiempo estuvo retenido en una celda sin luz, sin ventanas, sin sillas ni cama.

Dormía en el piso y lo sacaban 20 minutos al día fuera de su celda sin horario predeterminado.

Algunas veces no le dejaban ver ni hablar con su familia.

Su llegada a EE.UU.

Serrano llegó a Estados Unidos en 1964. Se casó en ese mismo año con María del Carmen Pólit y tuvo tres hijos. Formó empresas de sistemas de transporte de ropa para su clasificación en los centros de distribución de los almacenes en ese país. Eso pese a haberse graduado de Ingeniero Agrónomo en Argentina.

“Viajó para labrarse un futuro mejor, gracias a Dios tuvo éxito. Era un hombre responsable y bondadoso, muy luchador y así logró alcanzar el éxito en los negocios”, refiere su sobrino, quien es el único en la familia que desea dar su testimonio.

Para mi familia –dice sentado en la silla de su oficina observando las fotografías de sus familiares– es muy doloroso afrontar este tema. “Aquí viven sus tres hermanos, sus sobrinos, sus primos. Ver todo lo que le ha pasado causa desazón, porque creemos que pudieron ayudarlo más. Fue un asunto de Estado, en donde debieron tener un chivo expiatorio… y ese fue mi tío”.

Al formar una de sus empresas, Serrano, quien ahora tiene 73 años de edad, se asoció con Felice Dosso y George Gonsalves, quienes junto a otras dos personas fueron asesinadas en diciembre de 1997. Cuatro años después, la Fiscalía de Estados Unidos, que llevaba el caso, entregó 400 pruebas que inculpaban supuestamente a Serrano de haber cometido los crímenes.

Las acciones judiciales

“Ninguna de las pruebas fue contundente, hubo demasiadas anomalías. El jurado estaba sesgado. Tenían que encontrar un culpable sin importar nada”, cuenta el sobrino de Serrano.

María del Carmen Jácome, subsecretaria de Derechos Humanos, aclaró que el Ministerio de Justicia tiene noticias del estado de salud de Serrano por medio de los familiares. “Hemos hecho varios intentos de pedir vía diplomática a la prisión que nos cuente el estado de salud del señor Serrano y no nos han respondido”.

En vista del estado en que se encuentra –continuó Jácome– la ministra de Justicia (Johana Pesántez) decidió pedir medidas cautelares a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

Hace un año, en que fue el ministro José Serrano, Nelson tuvo acceso a chequeos médicos. “Ellos afirman que los que están en el corredor de la muerte ya no tienen derecho a vivir dignamente ni tener acceso a un médico si lo necesitan”. Según Jácome, cuando la ministra Pesántez pidió las medidas, la CIDH solicitó que se le notificase por escrito el estado de salud de Nelson Serrano. Allí fue cuando se enviaron las fotografías entregadas por la familia, el 22 de junio del 2011. “Nos otorgaron las medidas cautelares el 15 de diciembre del 2011”.

Alfredo Luna dice que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos le dio un plazo de 15 días al Ministerio de Justicia para que entregara sus observaciones sobre el tema. “Que nosotros tengamos conocimiento esto todavía no se ha hecho”, critica.

Para Justicia, el Gobierno de EE.UU. “tendría que aceptar las medidas cautelares, es decir, la suspensión de la pena de muerte, porque es parte del derecho humanitario”. “La vida es un derecho elemental que tenemos todos los seres humanos”, dice Jácome.

La ejecución estaba programada para el 12 de septiembre del 2011, pero esta se suspendió. Según Justicia, presentó una apelación ante la Corte Suprema en Washington que suspendió la medida. “En este momento, la apelación que nosotros presentamos fue negada en esa Corte. Por lo que la CIDH pidió que se adopten las medidas cautelares”.

El 5 de diciembre, la Corte Suprema de Washington negó la apelación en dos líneas, sustentando que “no tenía fundamento procesal”. Son dos apelaciones las que se han perdido hasta el momento, la primera ante la Corte de la Florida y la segunda en la de Washington. El Ministerio asegura que como Estado ecuatoriano se ha procurado darle la asistencia jurídica, así como lo solicita la CIDH, pero no se puede garantizar un resultado exitoso.

“Nosotros contratamos a los abogados que auspician a Nelson Serrano en el proceso. Jurídicamente puede ser que no se acepten las medidas, es un éxito que la Comisión Interamericana haya respondido y esperamos que Estados Unidos responda. Hasta ahí llega lo que el Estado ecuatoriano puede hacer, aunque seguiremos mandando los oficios que sean necesarios a las autoridades”, concluyó la Subsecretaria.

De hecho -según Justicia- pese al pronunciamiento de la CIDH es potestad de Estados Unidos suspender o no la pena de muerte interpuesta en contra de Serrano.

La esposa del detenido vive de la jubilación estadounidense, sus hijos de sus trabajos. Las empresas y propiedades de Nelson, a quien con cariño su familia le dice Iván, fueron vendidas para pagar la primera parte del proceso.

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