‘El gobierno no va a ser capaz, ni los militares, de acabar con la guerrilla. Nosotros sí somos capaces de correrla (sacarla)” , asegura el líder indígena Luis Acosta, que junto a la comunidad de Toribío (suroeste de Colombia), exige también la salida de la fuerza pública de sus territorios.
Acosta es uno de los miembros de la Guardia Indígena del departamento (provincia) del Cauca (suroeste) , que esta semana se rebeló contra la presencia de los actores del conflicto armado, especialmente intenso en esta región montañosa de población de mayoría aborigen.
A dos horas de Cali (500 km al suroeste de Bogotá), Toribío soportó tres días de asedio de la guerrilla, que con morteros artesanales y disparos de fusil trataba de impactar a militares y policías ubicados en el casco urbano.
Los ataques afectaron varias viviendas y dejaron ocho heridos civiles, entre ellos la enfermera jefe del puesto de salud, a quien debieron amputarle una pierna.
Ante los hostigamientos, la Guardia Indígena de la comunidad Nasa, armada solo con sus bastones de mando de madera, movilizó a cerca de 3 000 personas para retomar sus territorios.
Mientras habitantes de Toribío ocupaban los cuartelillos del Ejército y la Policía, tapaban las trincheras y derrumbaban las defensas hechas con sacos de arena, el grueso de la Guardia Indígena se repartió en grupos y fue en busca de guerrilleros para obligarlos a suspender el hostigamiento.
“Llegamos hasta donde la guerrilla se había ubicado para atacar. Cuando nos vieron salieron corriendo y dejaron abandonados esos tatucos (morteros)”, explicó un miembro de la Guardia.
Los artefactos fueron sepultados varios metros bajo tierra en una apartada zona del municipio y cubiertos con gran cantidad de sal “para que el metal se oxide rápidamente y los explosivos se degraden”, dijo el vocero indígena.
Los indígenas también tomaron una base militar localizada en un cerro a dos horas de camino de Toribío. Allí quemaron las tiendas de campaña, taparon las trincheras e igualmente derrumbaron las defensas. “Si vienen a combatir, que combatan. No han venido a combatir, lo que han hecho es poner en riesgo a la comunidad. Desde que se les quitaron las trincheras no ha pasado nada” , señaló Acosta, al destacar que la guerrilla ya no hostiga al pueblo.
En visita a Toribío esta semana, el presidente Juan Manuel Santos rechazó la posibilidad de retirar a los militares de la zona, señalada como un corredor de drogas.
Danilo Secué, del Consejo Regional Indígena del Cauca (Cric) , refirió que los enfrentamientos se han trasladado del casco urbano de Toribío -con 26 000 habitantes- a la zona rural y a otros municipios cercanos, especialmente a Miranda, donde el viernes un coordinador de la Guardia resultó herido en el fuego cruzado.
“La situación sigue siendo muy grave, pero vamos a retomar nuestros territorios” , dijo Secué. “Si nos hemos mantenido vivos aquí, agachados, y hemos estado por 500 años, yo creo que vamos a seguir otros 500 años. Con ejército, con guerrilla o sin ellos vamos a continuar”, dijo Acosta.