En el kilómetro 11, desde Macas, se presenta el derrumbe más grande y el que tiene obstaculizada la vía. Foto: Raúl Díaz para EL COMERCIO
En los poblados 9 de Octubre, Zuñag y Tinguichaca, la economía está deprimida. Agricultores, ganaderos, tenderos de abastos y prestadores de servicios turísticos son los más afectados por el cierre de la vía Riobamba-Macas.
Un derrumbe de gran magnitud impide el paso en los kilómetros 49 y 50 desde el pasado 21 de junio. Al menos unos 20 000 metros cúbicos de tierra y piedras se desprendieron de un talud en ese sector, conocido como La Kinsal.
El material sobre la vía equivale a 200 volquetas cargadas, pero según Franklin Arias, director provincial del Ministerio de Transportes y Obras Públicas de Morona Santiago (MTOP), el volumen del material no es el único problema.
“Las lluvias causan deslizamientos frecuentes y el material continúa descendiendo, por eso la reapertura está retrasada. Cada día se limpian 200 metros de material y minutos después se desprenden otros 150 metros”.
Según un informe técnico preliminar, el problema sería una falla geológica natural debido a la topografía del terreno y a la ubicación geográfica de la vía. Pero La Kinsal no es el único sitio afectado; hay otras siete zonas consideradas como puntos críticos debido a fallas geológicas similares.
Los taludes inestables causan derrumbes frecuentes en el kilómetro 11, en la parroquia 9 de Octubre, en La Kinsal y en los kilómetros 69, 72 y 74, en el sector de las Lagunas de Atillo.
Otra preocupación son los hundimientos. Eso ocurre en los kilómetros 13, 16, 20, 34 y 35. En estos tramos, incluso, se perdió parte de la mesa y se redujo el ancho de la vía, dejando a los vehículos más expuestos a un precipicio de 250 metros de profundidad.
El MTOP monitorea permanentemente la vía, previo al diseño de un nuevo plan de remediaciones con el que buscarán solucionar permanentemente las fallas geológicas. Este estudio sería la herramienta fundamental para seleccionar las técnicas constructivas con mejores resultados para la vía.
Entre tanto, continuará el mantenimiento incluido en el contrato de la empresa Consermin, que fue contratada para rehabilitar uno de los tres tramos de la carretera. La obra costó USD 79,3 millones y de ese monto se asignaron 1, 3 millones para el mantenimiento y las remediaciones.
El último tramo fue inaugurado en enero del 2014. Ese año, la empresa contratista entregó una carretera remozada de 154 kilómetros, recubierta con una carpeta asfáltica de 10 cm en algunos tramos y hormigón reforzado en otros.
Los habitantes de Zuñag, Tinguichaca y 9 de octubre fueron los más entusiastas en la celebración por la apertura del paso que los acercó más a Riobamba. Antes se demoraban hasta nueve horas en llegar a Chimborazo, y con la nueva vía solo requerían de tres.
La carretera, que es parte de la Troncal Amazónica, también se convirtió en una ruta de integración entre las tres regiones. Por allí circulan en promedio 500 vehículos diarios. Los buses de las cooperativas Riobamba, Sangay, Unidos, Baños y Macas pasaban con frecuencia cada hora. En este momento, solo circulan dos buses durante el día.
“Prosperó la venta de leche desde que se abrió la nueva carretera, por eso decidimos invertir en la adquisición de más ganado, prensas para quesos y otros equipos. Desde que se cerró, los carros de empresas lecheras ya no llegan”, cuenta Máximo Cruz, morador de Tinguichaca. Las 53 familias de esta comunidad dependen de la agricultura y ganadería. El cierre de la vía impide que puedan llegar a los mercados de Riobamba con su producción de fresas, truchas y leche. “Hemos intentado vender en Macas, pero ahí no tenemos espacio en los mercados y la gente nos compra muy poco y a bajos precios. Cada día oramos para que deje de llover y la vía se abra”.
Lourdes Chacha, de la parroquia Zuñag, también tiene problemas económicos. En los últimos tres meses los ingresos de su tienda de abastos se redujeron en un 50%. “Estamos desesperados. Siempre nos dicen que la limpieza de la vía avanza, pero ya han pasado tres meses. Tenemos créditos que no podemos pagar y nuestra situación es crítica”.
Y aún no hay una fecha de apertura del paso. Según Hugo Vásconez, director zonal encargado del MTOP, una nueva máquina que fue enviada desde Quito despejará el derrumbe desde el otro extremo y agilitaría los trabajos. Sin embargo, esas tareas deben hacerse con extremo cuidado por la peligrosidad de los deslizamientos constantes.