Los chicos de octavo de básica del Colegio San Gabriel trabajan en grupos, para apoyar a quien tiene dificultades. Foto: Patricio Terán / EL COMERCIO
A cinco semanas de que termine el primer quimestre en el régimen Sierra y Amazonía, los chicos se enfrentan a un período académicamente fuerte. En este tiempo se juegan dos calificaciones: la del tercer parcial y la quimestral.
“Entre enero y marzo está la época más pesada para todos”, dice Melany Reinoso. La alumna de 16 años trabaja en estos días en su proyecto anual de informática. Teme -admite- que el tiempo que requiere para esa tarea provoque que se descuide de otras materias.
En este primer mes del nuevo año ya son evidentes las dificultades de rendimiento o de comportamiento. Así que también es el momento oportuno para tomar acciones desde las instituciones educativas y desde casa. De esta forma -señala Cristina Tapia, del Centro Terapéutico Infantil Crecemos- se evitan apuros a fin de año.
En el Colegio San Gabriel, el martes 4 de febrero empezarán las evaluaciones quimestrales. Así que desde los primeros días del nuevo año, los alumnos se esfuerzan para mejorar o mantener su promedio, según José Miguel Castillo. Es el coordinador académico de básica superior.
En este momento del año, dice Castillo, algunos chicos calculan cómo están y qué deben hacer para obtener mejores resultados. “Pero ese cálculo les puede salir mal”, ya que por concentrarse en un área donde tienen bajo rendimiento, tienden a dejar de lado otras.
En el plantel se ofrece, por ejemplo, el refuerzo académico para los chicos que lo requieran. Además, según el coordinador académico, procuran que las notas finales resulten de actividades diversas: trabajos grupales, exposiciones, talleres, pruebas escritas tareas en casa, lecciones, etc. Así los chicos tienen un abanico de oportunidades.
El artículo 208 del Reglamento General de la Ley Orgánica de Educación Intercultural (LOEI) establece que si un alumno no alcanza los resultados mínimos en su aprendizaje se deben implementar procesos de refuerzo académico.
Estos se deben cumplir a través de clases extras; tutorías con el mismo docente u otro que enseñe la misma asignatura; apoyo de un experto, según las necesidades del estudiante y con un cronograma a cumplir en casa.
Lo primero, dice la psicopedagoga de Crecemos, es determinar si la dificultad del alumno se presenta por primera vez o es reincidente. Enseguida se toma contacto con padres para darles a conocer la situación.
Luego del refuerzo académico -indica Tapia- es importante ver la variación del aprendizaje. Si el alumno continúa con bajo rendimiento viene un nuevo contacto con los padres, para que ellos apoyen el proceso con nuevas acciones.
En el Isaac Newton tienen proyectos específicos para estos casos. Se realizan juntas de apoyo pedagógico, integradas por el estudiante, sus padres, el tutor, el encargado de la coordinación del comportamiento o inspector, el delegado de consejería y el vicerrector.
Con un informe de rendimiento -explica el vicerrector Mauricio Meneses, hacen un análisis de las destrezas que no se han alcanzado. El chico firma una lista de compromisos para mejorar su rendimiento académico, con el padre como testigo de honor, que apoyará con un seguimiento en casa.
En la reunión, el estudiante puede exponer sus dificultades y brindar sugerencias para cualquier profesor. El acuerdo se hace por 15 días, tras los cuales hay una nueva junta para evaluar los resultados.
Entregar todos los trabajos sin excusas, renunciar al celular durante dos semanas, ver menos horas de televisión o dejar de ‘farrear’ los viernes son algunos de los compromisos que suelen hacer los jóvenes, recuerda Meneses.
También está el proyecto del estudiante tutor. Un alumno, a quien le va bien en una materia, apoya al profesor con los chicos que requieren ayuda.
“Es una opción en caso de que, por ejemplo, el profesor no se haga entender”.
Si el docente confirma que la dificultad no solo es académica sino quizá de comportamiento, o el problema es en varias materias, el colegio debe recomendar la realización de test rápidos en centros especializados, según la terapeuta.
Tras la detección temprana de trastornos o dificultades de aprendizaje (TDAH, dislexia, etc,) se avanza de la mano de un profesional externo.
Tapia sostiene que la identificación oportuna será clave para empezar en estos meses con adaptaciones curriculares o nuevas evaluaciones en el caso de chicos reincidentes.
No olvide
Acudir a los llamados del colegio. De no recibirlos, acérquese al plantel, al menos una vez cada mes.
Conversar con su hijo, para identificar si el bajo rendimiento se relaciona con alguna situación familiar.
Verificar que el plantel haga las adaptaciones curriculares y refuerzos académicos, en caso de requerirlos.
Vigilar que su hijo cumpla con los compromisos planteados para mejorar su rendimiento académico.
Llevar sin falta al chico a la terapia externa, si la requiere, y asegúrese de que el plantel haga seguimiento.
En contexto
A mediados de octubre, el Ministerio de Educación estableció los lineamientos para la recuperación de clases, tras perder siete días de actividades debido al paro nacional. En la Sierra se añadieron tres días (17, 18 y 19 de febrero) al final del primer quimestre.