Tres razones, detrás de cambios de plantel

Al Albert Einstein llegan alumnos nuevos buscando, por ejemplo, asesoría universitaria. Foto: Julio Estrella/ EL COMERCIO.

Al Albert Einstein llegan alumnos nuevos buscando, por ejemplo, asesoría universitaria. Foto: Julio Estrella/ EL COMERCIO.

Esta colegiala y su familia han decidido buscar otro plantel, temen por su seguridad. Foto: Julio Estrella/ EL COMERCIO.

Pasadas las 20:00 de un martes pasado, la preocupación de Mayra (nombre protegido) aumentaba. Su hija de 14, que estudia en un colegio fiscal, en jornada vespertina, le envió un mensaje; le avisaba que se quedaría en casa de una amiga.

Luego dejó de contestar y la familia empezó a buscarla. Por sus compañeros de curso se supo que Sofía (nombre protegido) no entró a clases ese día.

A su madre le preocupa lo que le dijo la inspectora: que otra muchacha del plantel con la que Sofía estuvo ese día, y que frecuenta últimamente, está relacionada con el caso de Carolina, cuyo cadáver fue encontrado en el Comité del Pueblo, en 2018, y que podría haber sido parte de una red de trata.

Por eso quiere cambiar a su hija a otro colegio fiscal. Busca uno más cerca de su casa. Sofía viaja desde Llano Grande, en donde vive, al nororiente.

La madre teme no encontrar un cupo, pero su pedido tiene dos argumentos que el Ministerio de Educación acoge como motivos para hacer un cambio de institución educativa: la vulnerabilidad y la lejanía del domicilio actual.

Optará -señala- por la segunda porque no tiene forma de probar la vulnerabilidad de su hija. Las autoridades del colegio le dijeron que solucionen el problema entre padres; “ellos no pueden hacer nada si los hechos pasan fuera de clases”.

Según la Dirección Zonal de Apoyo, Seguimiento y Regulación de la Subsecretaría de Educación de Quito, hay una razón más por la que se procesan cambios de institución: otra es cuando un estudiante opta por bachillerato técnico.

En el país hay 16 301 instituciones educativas, de las cuales 12 334 son fiscales. Las particulares suman 3 295.

Claudia Tobar, directora del Instituto de Enseñanza y Aprendizaje (IDEA) de la USFQ, sostiene que la justificación principal por la que se cambia de plantel a los chicos no tiene que ver con lo académico sino con lo emocional. “Se debe elegir nuevo colegio, pensando en el bienestar y la salud mental de los hijos”.

Al Albert Einstein llegan alumnos nuevos buscando, por ejemplo, asesoría universitaria. Foto: Julio Estrella/ EL COMERCIO.

Este mes concluirán las clases en la Sierra y Amazonía y los padres interesados en cambios ya han reservado cupos en el sistema privado, para el próximo ciclo 2019- 2020.

Susana (nombre protegido) aún busca un centro particular para su hija que pasará a primero de bachillerato. Pero tiene que elegir uno que se ajuste a su presupuesto. Por eso no descarta cambiarla a un fiscal.

La madre de la chica considera que “en todos los planteles hay los mismos problemas”. La chica cuenta que hay riñas entre estudiantes, además de alcohol y drogas en el lugar en donde estudia, por eso quiere salir de ahí. “Las autoridades saben, no hacen nada”.

En el sistema fiscal de Quito, para un cambio de institución, los representantes deben presentar una solicitud, copias de cédula suya y del estudiante, de una planilla eléctrica y un documento que justifique la petición de traslado.

Las inscripciones para la Sierra ya arrancaron. Pero las solicitudes de traslado se receptarán entre el 26 de julio y el 10 de agosto. Hay 12 sedes en nueve sectores de la urbe.

La rectora del colegio Juan Montalvo, Martha Lozano, considera que con el sistema que permite cambiar de institución, según la ubicación del domicilio, existe un alto porcentaje de traslados.

“Muchas familias ecuatorianas arriendan y eso significa movilidad constante”, dice.

En su institución, asegura, no es factible calcular de forma precisa el número de cupos para cambios por año lectivo, ya que se hacen ajustes constantes desde el Ministerio, en función de la capacidad de aulas y profesores por período.

Los estudiantes nuevos fijos, asegura Lozano, son los de octavo de básica, que en 10 paralelos, suman 400 chicos.

A primero de bachillerato, asegura, también llegan alumnos nuevos, que provienen, especialmente, de instituciones que solo cuentan con cursos hasta décimo de básica.

En el sistema fiscal hay 3,4 millones de estudiantes. En el país son 4,3 millones, en total.

En el sistema privado receptan solicitudes de admisión en diferentes fechas del año. En la Unidad Educativa Alberto Einstein, por ejemplo, cada ciclo llegan, en promedio, dos o tres alumnos nuevos a cada grado, por cambio de colegio, según los cupos disponibles.

Julia Álvarez, de Admisiones, señala que los cambios se dan porque los padres buscan ciertas características académicas como un nivel de inglés alto, oportunidades en programas de bachillerato o participaciones internacionales.

En el Einstein, por ejemplo, los chicos vienen de otros colegios en todos los niveles, incluido el bachillerato, en donde reciben asesoría para elegir la universidad. Para último año de bachillerato no se admiten cambios en este colegio.

¿Mi hijo va contento al colegio? ¿Recibe el acompañamiento que necesita? ¿El ambiente donde está es el correcto para su personalidad? Son las preguntas que la especialista Tobar recomienda hacerse, como padres.

“No hay colegio perfecto. Hay uno para cada niño, con sus diferencias, fortalezas y debilidades”, asegura.

Después de años de intento, Ricardo Anchala consiguió la tenencia de su hija, de 10 años. Quiere ponerla en la Escuela 6 de Diciembre, que está a la vuelta de su casa.

Para este padre el cambio implica comodidad para la niña, pero además un ahorro económico para el hogar, ya que hasta el momento debe gastar USD 5 diarios en el traslado de la niña hacia la escuela y de vuelta a su casa. Conoce los requisitos y empezó el proceso.

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