Los muñecos de cartón son diseñados para los más pequeños de la casa. Fotos: Alfredo Lagla / EL COMERCIO
Empezaron elaborando 10 monigotes y ahora venden cerca de 3 000. Se trata de la Fábrica de Años Viejos, un emprendimiento familiar ubicado en las calles Venezuela y Río Frío, en el centro de Quito.
Hace ocho años Nicole Erazo empezó a fabricar monigotes para conseguir dinero extra que les sirviera para algunos gastos de estudiante.
Los hacía con materiales reciclados, los adornaba con mucha creatividad y los vendía a sus vecinos.
Cuando entró a la universidad consideró que debía continuar con su pequeño emprendimiento y se preparó para elaborar 100 monigotes, que fueron vendidos en tiempo récord.
Pero desde hace más de tres años sus padres y su hermana decidieron apostar por el negocio y crearon la fábrica de monigotes para niños.
Toda la familia es parte de este emprendimiento.
En sus talleres, que son en su propia casa, confeccionan solo monigotes de personajes de películas o dibujos animados que llaman la atención de los más pequeños del hogar.
Con el paso de los años han perfeccionado la técnica y ahora ofrecen más de 20 modelos diferentes.
La familia empieza a elaborar los monigotes cada 15 de enero y se tardan cerca de 15 minutos en confeccionar cada uno de ellos.
Mariana Tufiño, madre de Nicole, comenta que sus monigotes son tan apreciados por los niños que el momento de quemarlos muchos de ellos lloran y eviten que los muñequitos de cartón se conviertan en cenizas. “Tenemos vecinos que nos cuentan que sus hijos coleccionan los monigotes porque les da pena quemarlos“.
La idea nació hace 8 años.