La ciclovía de la avenida Simón Bolívar es usada en su mayoría por moradores de la zona y por deportistas. El tramo 1 se habilitará la tercera semana de febrero. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO
El trayecto está rodeado por montañas. Para recorrer en bicicleta los 12,7 kilómetros de la primera fase de la extensión de la Simón Bolívar, desde Carapungo hasta San Antonio de Pichincha, no se necesita ser un experto o tener un estado físico privilegiado.
La mayor parte del camino cruza un paisaje agreste y es de bajada, con tramos rectos e intervalos de leves cuestas que requieren poco esfuerzo.
En 39 minutos se logra atravesar 22 barrios y cuatro parroquias mientras se ciclea en un carril exclusivo para bicicletas, separado del resto de la vía por un bordillo de cemento.
La extensión de la Simón Bolívar es la primera arteria de la ciudad concebida, desde un inicio, con un espacio exclusivo para este medio de transporte alternativo. La obra tiene dos fases, la primera será entregada la tercera semana de febrero. La segunda, que mide 2,7 km desde Tajamar hasta Pusuquí, tiene un avance del 77% y se espera esté lista el primer semestre de este año.
Construir toda la extensión (incluido el intercambiador de Carapungo) costó USD 129,8 millones. En los dos puentes (Villorita y Los Pájaros) se invirtió USD 30,8 millones. El valor estimado de la ciclovía asciende a los USD 465 600.
La vía para ciclistas, que tiene 2,4 m de ancho, permite que circulen bicicletas en los dos sentidos. Se puede rebasar sin problemas, o incluso orillarse en caso de ser necesario. Debido a su amplitud, se la puede compartir con personas que salen a caminar.
Leila Maldonado, de 29 años, vive en Jardín Bajo de Carcelén y ciclea a diario allí. Comenta que su barrio perdió parte del parque al ser expropiado para construir la carretera, pero, según dice, valió la pena.
Practica el deporte durante una hora todas las mañanas y cuenta que la parte más complicada es el regreso desde Pusuquí hasta Carapungo ya que es de subida. Se lo puede hacer, dice, con una bicicleta profesional liviana y con marchas, caso contrario es complicado.
En el circuito hay tres puntos conflictivos para el ciclista. El primero es al llegar al redondel de Ciudad Bicentenario, donde se debe hacer un giro en ‘u’ entre los vehículos. El segundo es en el km 7,8 donde la división con bordillo de la ciclovía desaparece y solo queda pintada en el suelo por 3 kilómetros.
En el segundo redondel, el ciclista también debe detenerse y cruzar una vía transversal para seguir con el recorrido.
Pese a que aún no se inaugura, la vía ya es usada en algunos tramos por autos, y también por ciclistas y atletas.
Sebastián Luzuriaga, director de Fiscalización de la Empresa Pública Metropolitana de Obras Públicas, explica que está abierta la circulación desde el kilómetro 0 hasta el 3,8 y del 4,8 al 6,8. No se la puede abrir por completo debido a la construcción del puente Villorita de 185 metros de largo.
El funcionario explica que topográficamente no hay mucho espacio en ese sector, por lo que las vigas del puente colindan con el redondel y el avance ha sido a otro ritmo.
En el resto del trayecto se están finiquitando obras relacionadas con vías de servicio; es decir, aquellas que conectan a la principal con los barrios.
Según Luzuriaga, la ciclovía busca, sobre todo, incentivar a la gente a que use la bicicleta como un sistema alterativo de transporte y, también, por temas de salud. Sin embargo, la ruta tiene un problema.
Al llegar, ya sea a la Córdova Galarza o a la Panamericana Norte, no hay más conexiones que prioricen a la bicicleta.
Ese es uno de los mayores problemas que Xavier Escobar, miembro del Colectivo Ciclistas Urbanos de Quito, encuentra. Considera que la apertura de una vía de esas condiciones, con elementos de seguridad, es positivo para la ciudad, pero debe pensarse la movilidad de manera global. Hacen falta redes de vías para bicis.
Luzuriaga explica que se analiza la posibilidad de colocar al inicio, a la mitad y al final de la ciclovía estaciones de BiciQ, para que la gente puede usar ese medio de transporte sin ninguna limitación.
Otro de los problemas es que la vía no cuenta con iluminación en todo su trayecto, lo que limita su uso y según Escobar, vuelve vulnerable al ciclista ante accidentes o robos.
Luzuriaga explica que la vía, contractualmente, empezó sin proyecto de iluminación, pero esa es una obra complementaria en la que se está trabajando. Están los estudios técnicos y va a entrar en la fase para buscar financiamiento.
Para Escobar, se debe llevar a cabo una campaña con miras a fomentar el uso de la bicicleta más allá del uso deportivo.
Propone mejorar paisajísticamente este espacio como ocurre en otros países donde se siembran árboles frutales junto a la ciclovía.
Sostiene que se debería generar un plan de movilidad con los sectores cercanos, como programas para ir a la escuela o al colegio en bici, dirigido a los jóvenes de los barrios cercanos.