Puigdemont, luchador infatigable por la esquiva independencia de Cataluña

El ex presidente catalán Carles Puigdemont da una rueda de prensa en Berlín (Alemania) hoy, 25 de julio de 2018. Foto: EFE

El ex presidente catalán Carles Puigdemont da una rueda de prensa en Berlín (Alemania) hoy, 25 de julio de 2018. Foto: EFE

El ex presidente catalán Carles Puigdemont da una rueda de prensa en Berlín (Alemania) hoy, 25 de julio de 2018. Foto: EFE

Después de salir triunfante de su batalla judicial en Alemania, el líder catalán Carles Puigdemont vuelve a su base de operaciones belga con la intención de persistir en su batalla por la independencia de Cataluña pese a los fracasos anteriores.

Y es que nueve meses después de haber sido cesado de la presidencia regional por Madrid, Puigdemont volverá a la llamada Casa de la República en Waterloo (Bélgica) sin peligro de ser extraditado y reforzado como líder del independentismo catalán.

Por el camino quedan los cuatro meses en Alemania, con un breve periodo en prisión, culminados con una victoria judicial ante el Tribunal Supremo español, que no consiguió convencer a la justicia alemana de extraditar a Puigdemont por el grave delito de rebelión.

De Alemania “me llevaré unos cuatro meses que habrán marcado mi vida y que nos harán hecho a todos más fuertes, más resilientes y más determinados” , dijo en una rueda de prensa en Berlín.

Desconocido incluso en Cataluña hace tres años, la vida de este periodista de 55 años, con una espesa mata de pelo negro al estilo Beatles, dio un giro de 180 grados en enero de 2016, cuando su compañero Artur Mas le cedió el relevo al frente de la región.

De gobernar la tranquila ciudad de Girona pasó a presidir esta región nororiental de 7,5 millones de habitantes con el encargo de iniciar un proceso de secesión que acabaría centrando la atención internacional.

Menos de dos años después, organizó el 1 de octubre de 2017 un referéndum ilegal sobre la independencia, burlando las prohibiciones judiciales y la violencia policial, y el 27 de ese mes permitió una histórica pero infructuosa declaración de independencia en el Parlamento regional.

Pero lejos de conseguir su ansiada república, el mandato de Puigdemont terminó con la autonomía regional intervenida por Madrid y con él y parte de su gobierno marchando al extranjero tras haber sido destituidos.

Impedido de volver a España, donde se mantiene la acusación de rebelión, mantendrá ahora su lucha como el “ presidente del Consejo de la República ” , una especie de gobierno en el exilio.

Una situación paradójica para quien, según su exministro regional Santi Vila, dudó en octubre sobre declarar la independencia porque no quería ser “presidente virtual de un país virtual” ni de “Freedonia” , la república imaginaria ideada por el humorista Groucho Marx.

Independentista de “pura cepa” 

Nacido en Amer, un pueblo montañoso de 2.200 habitantes a 100 km de Barcelona donde su familia todavía conserva la pastelería de sus padres, Puigdemont, el segundo de ocho hermanos, lleva el independentismo en las venas.

Nunca escondió esta creencia, ni siquiera cuando era completamente minoritaria en el partido al que se afilió en 1980, Convergencia Democrática de Cataluña, que centraba su política en negociar con Madrid mayor autonomía para la región.

“En Cataluña muchos se han hecho independentistas por reacción alérgica a las políticas de Madrid. Pero él no, él siempre ha tenido estas convicciones”, explica su amigo, el poeta y articulista Antoni Puigverd.

Ni siquiera en sus años de periodista dejó al margen su ideología. Como redactor jefe en un diario local, lanzó una campaña para cambiar el nombre oficial de su ciudad de Gerona, en español, a Girona, la denominación catalana.

“Siempre combinó su activismo político con el periodismo”, explicó Ramón Iglesias, que entonces trabajaba en la radio Cadena Ser en Girona.

Un “cadáver político” resucitado 

Como su predecesor Artur Mas, habla inglés y francés, y también rumano al estar casado con una periodista de ese país, Marcela Topor, con quien tiene dos hijas.

Si bien muchos lo dieron por muerto tras su marcha del país - “ es un cadáver político ” , llegó a decir un portavoz del conservador Partido Popular-, Puigdemont no dio su batalla por perdida.

Tras una atípica campaña electoral a través de videoconferencias, la candidatura de Puigdemont fue la más votada dentro del bloque independentista en diciembre y, aunque no pudo ser reescogido por su situación judicial, colocó como sucesor a un fiel, Quim Torra.

Consagrado como líder del independentismo, Puigdemont quiere mantener su influencia sobre la política regional con el lanzamiento de una nueva plataforma para absorber los diferentes partidos separatistas.

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