Los psicofármacos combaten la adicción a drogas en el Ecuador

Entre estos chicos está Ronald, quien acudió a una casa de acogida de Guayaquil. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO

Entre estos chicos está Ronald, quien acudió a una casa de acogida de Guayaquil. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO

Entre estos chicos está Ronald, quien acudió a una casa de acogida de Guayaquil. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO

Ronald luce encorvado, escuálido; el dolor casi no le permite caminar y una tos aguda lo deja sin aliento. Hace unos días atravesaba el síndrome de abstinencia por la droga H, en una casa de acogida en el sur de Guayaquil. Soportó estos difíciles efectos solo con analgésicos y agua. “Esto no se lo deseo ni a mi peor enemigo”.

La terapia con psicofármacos es la primera fase que recomiendan profesionales para tratar el consumo problemático de drogas. Es un proceso de desintoxicación, con medicina especializada, suministrada bajo supervisión y en hospitales de tercer nivel.

La psiquiatra Julieta Sagnay, experta en tratamiento de adicciones, dice que meses atrás entregó una propuesta al Ministerio de Salud Pública (MSP), para que asuma esta terapia primaria, de 10 días. En su esquema recomienda aplicar pruebas para detectar el tipo de droga que consume el usuario y luego administrar una combinación de fármacos, según cada paciente.

“Hay que calmar el dolor, la ansiedad y el insomnio con medicina que no genere mayor adicción”. En esta fase aconseja contar con el apoyo de cardiólogos, neurólogos y médicos clínicos, para reducir el riesgo de complicaciones.

La H, por la que padece Ronald, es una de las más adictivas. Mezcla bajas dosis de heroína con compuestos neurotóxicos, como veneno para ratas. El MSP la incluyó en la lista de opioides que, entre 2015 y octubre del 2018, concentraron 122 749 consultas en el país.

Según el Índice de Concentración Territorial de Drogas, el fenómeno de consumo general de estupefacientes tiene mayor impacto en las zonas 8 (Guayaquil), 9 (Quito) y 4 (Manabí y Santo Domingo).

Hasta hace poco era necesario que el usuario acuda a los centros públicos de atención sin consumir y por su voluntad. Esa era la puerta de entrada al esquema de tratamiento, que se articula en 803 establecimientos del Ministerio de Salud en el país.

La inversión por persona en la atención ambulatoria varió entre USD 241 y 726, hasta el 2017, según Salud. El costo subía a USD 1 555 en centros especializados, en el primer mes.

Tras la muerte de 18 jóvenes en una clínica de rehabilitación clandestina de Guayaquil, ocurrida el 11 de enero, el Ministerio anunció cambios, como afianzar el esquema en “todos los hospitales para la atención en crisis y manejo de intoxicaciones por consumo de estupefacientes”.

Este Diario pidió acceder a una de las casas de salud, en donde se aplican esas terapias. Sin embargo, no se consiguió la autorización hasta el cierre de esta edición.

El Hospital Guasmo Sur, en Guayaquil, es uno de los centros que trata estos casos. La líder del servicio de Salud Mental, la psiquiatra Betsy Castro, explicó semanas atrás que el abordaje de emergencia implica fármacos especializados.

“Cuando el organismo se habitúa a la heroína y se lo quitan, empiezan los dolores. Con la terapia farmacológica reemplazamos esa sustancia con medicina especializada. No es verdad que solo manejamos paracetamol”, dijo.

La ministra de Salud, Verónica Espinosa, aseguró ante la Asamblea Nacional que la medicina para desintoxicaciones y síndrome de abstinencia es parte del Cuadro Nacional Básico de Medicamentos.

La funcionaria aclaró que solo puede ser aplicada por psiquiatras; el sector público cuenta con 76 psiquiatras, según datos de la Cartera.

La especialista Sagnay insiste en que los médicos deben ser capacitados para elegir correctamente los fármacos. Y así, afirma, se evitaría usar algunos que causan temblores, mayor adicción e insomnio.

La desintoxicación es el primer paso. Luego vienen la rehabilitación y la reinserción.

Por las tardes, la terapeuta Dayani Bolaños lee el libro ‘Narcóticos Anónimos’ en la Unidad de Conductas Adictivas (UCA), del Instituto de Neurociencias de la Junta de Beneficencia de Guayaquil.

“Es parte del programa Minessota -explica-, 12 pasos para dejar las viejas amistades y eliminar los patrones que llevaban a las recaídas”.

Quienes llegan a este espacio suelen ingresar por el área de Emergencia, por intoxicaciones. “Muchos de ellos minimizan el consumo. Entonces los invitamos a escuchar los testimonios de los residentes”, explica el psiquiatra Jimmy Ortiz. Después de oírlos, el 70% acepta quedarse.

En contexto

El 11 de enero fallecieron 18 jóvenes en un incendio en un centro clandestino en Guayaquil. El Ministerio anunció modificaciones al modelo de atención público, como incluir otros 58 centros y construir un establecimiento en la urbe.

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