Miguel Ángel Murgueytio, artista visual, desarrollará su proyecto Fuerzas en equilibrio. Foto: Patricio Terán / EL COMERCIO
Van más allá de proyectar imágenes lumínicas sobre una pared. Este año, la Fiesta de la Luz cobrará vida con 11 proyectos nacionales que rompen las presentaciones planas y aterrizan en elementos 3D, algunos en movimiento, que interactúan con la gente.
Las 11 obras ganadoras (de las 135 propuestas) y que cuentan con un presupuesto de USD 100 000, se suman a las ya tradicionales imágenes sobre los templos del Centro, que el año pasado atrajeron a más de dos millones de personas.
Pararse frente a la obra de los artistas Miguel Varea y Dayuma Guayasamín será como presenciar una gigantesca lluvia de espejos. Los esposos dejarán huella de su trayectoria y talento en el casco colonial con su proyecto La gota que derramó el vaso: una reproducción de una obra de Varea, que alcanzará los 15 m. Una escultura formada por cientos de gotas talladas en planchas de metal.
Debido al viento, se tambalearán y jugarán con la luz ambiental y la que se proyectará.
El boceto original fue elaborado en 1986 y reposa en el taller de la familia. Los detalles los da su hijo Martín Varea, quien presentó el proyecto. Pero admite que fue idea de su madre, quien ha protagonizado más de 35 exposiciones.
Solo en instalar la enorme lluvia tardarán dos días. Según Varea, desde hace tiempo la familia planteó la posibilidad de que el Municipio tenga una obra monumental de su padre, quien empezó su trabajo artístico a sus 17 años y ha desarrollado 55 exposiciones en el país, Alemania, España, etc.
Una particularidad de la Fiesta de la Luz es que reunirá a representantes del arte ecuatoriano y a nuevos talentos.
Alfonso Espinosa, vocero de la Secretaría de Cultura, explica que la participación de artistas locales es cada vez mayor. El primer año fueron dos, el año pasado seis y ahora 11.
El jurado calificador que seleccionó a los ganadores evaluó la calidad conceptual, creatividad, pertinencia, viabilidad y trayectoria del postulante.
De allí salieron nombres como Mesías Maiguashca, músico de renombre mundial especializado en música electroacústica, quien siendo un artista de última tecnología mantiene una fuerte relación con la raíz de su país. Su proyecto Canción de la cordillera, que se colocará en el Itchimbía, es una evocación, desde la música y la luz, de los cambios del sol en la cordillera.
El transmitir las historias cotidianas, darle una vista distinta a la ciudad es lo que mejor hace Geovany Verdesoto, artista plástico y visual, conocido por su trabajo fotográfico de tinte urbano. Su obra Manos de luz, una estructura gigante y luminosa, busca generar un mensaje de paz y protección en estos momentos duros que vive el país, y que la gente camine entre las manos y se sienta de algún modo abrigada.
Verdesoto también participará junto al Colectivo Babel en la puesta en escena de un jardín de orquídeas salvajes de cuatro metros en la Plaza Chica. Cada orquídea cobrará vida con mangueras de neón. En este proyecto participarán Bernardo Jarrín y Carlos Hidalgo.
Otro artista joven es Andrés Aulestia, quien proyectará una gran máscara de luz del Diablo Huma. Es una escultura digital sobre una estructura fija con luces en movimiento. Se formará con una secuencia sonora mezclada con imágenes.
Lenin Moncayo, diseñador industrial, participará con su proyecto sombrillas de luz. Hará un ‘mapping’ sobre 140 sombrillas blancas. La proyección incluye creación musical y efectos especiales.
El Arco de la Reina cobrará vida de la mano de Miguel Ángel Murgueytio, artista visual con el proyecto Fuerzas en equilibrio: instalación lumínica con luces led programables con luz y sonido sincronizado.
El seleccionar estos proyectos y darles un espacio es para Diego Cóndor, profesor de cultura en la U. Salesiana, un gran paso. La mejor opción para darle vida a la ciudad, a sus calles y plazas es con arte.
Y asegura que no se debe esperar a estas grandes fiestas para hacerlo. Se pueden motivar iniciativas a menor escala, con más frecuencia, y tratar de descentralizar la cultura, no solo en el Centro Histórico.
Si se lo consigue, dice, la ciudad se volverá más activa y segura. Se puede llevar este trabajo a colegios, parques. Para Diego Flores, consultor cultural, abrir espacios para estos eventos ayuda a activar la economía a través del turismo.
En contexto
Del 8 al 12 de agosto de este año tendrá lugar en Quito la tercera edición de la Fiesta de la Luz, en el marco de la celebración del Verano de las Artes. Este año, se postularon 135 personas con proyectos artísticos y el jurado seleccionó 11 finalistas.