La política no está ausente en los sismos

El presidente Rafael Corea (izquierda) y el alcalde Mauricio Rodas (derecha) durante el informe en vivo desde el ECU 911, en Quito. Foto tomada de: @MauricioRodasEC (twitter)

El presidente Rafael Corea (izquierda) y el alcalde Mauricio Rodas (derecha) durante el informe en vivo desde el ECU 911, en Quito. Foto tomada de: @MauricioRodasEC (twitter)

El presidente Rafael Corea (izquierda) y el alcalde Mauricio Rodas (derecha) durante el informe en vivo desde el ECU 911, en Quito. Foto tomada de: @MauricioRodasEC (twitter)

El sismo del 12 de agosto en Quito puso a prueba la capacidad de liderazgo en situaciones de riesgo a los dos principales gobernantes: el Alcalde y el Presidente. No se conocen estadísticas de la percepción ciudadana sobre sus actuaciones. Pero si las redes sociales pudieran servir como instrumento para entender qué se dice en las calles virtuales, las opiniones han sido dispares respecto a uno y a otro: se los destaca o se los desacredita.

Mauricio Rodas estuvo al frente constantemente de la situación. Es el Alcalde y, por tanto, dirige el Comité de Operaciones de Emergencia (COE) de la ciudad.

Poco después del sismo, Rodas dio una rueda de prensa acompañado por el vicepresidente de la República, Jorge Glas, el ministro del Interior, José Serrano, la ministra de Inclusión Económica y Social, Betty Tola, entre otros. Faltó, sin embargo, la figura principal de la Administración: el presidente Rafael Correa.

Cuando Quito tembló, el Mandatario se encontraba en Guayaquil. Desde allí monitoreó, se pronunció y alentó a la población a mantener la calma. Lamentó los fallecimientos y entendió como probable causa la "minería ilegal".

Con las réplicas perturbando el ánimo de los quiteños, el presidente Correa mantuvo su agenda. Fue a Cuenca, a Loja y a Zamora. Recorrió e inauguró obras, sobrevoló zonas militares, compartió almuerzos populares y fue jurado del mundial de hornado para volver a Quito el domingo 17. Ciertas opiniones que brotaban de la ciudadanía era la ausencia del Mandatario en una situación como esta.

"No se consideró que la situación ameritaba modificar la agenda. Los reportes de los ministerios estimaban que no era necesario que viniera el señor Presidente", dice Omar Simon, secretario de la Presidencia. "Pero siempre estuvo dispuesto a venir", añade.

Lo que Simon quiere destacar es el hecho de "hay un equipo de Gobierno" que tiene que funcionar. "Si el Presidente estuviera fuera del país, este equipo tiene que activarse. Y eso fue lo que ocurrió. Además, puso a disposición del Alcalde todo el equipo gubernamental porque Rodas es el presidente del COE cantonal", sostiene.

En situaciones como estas, la competencia es del Ejecutivo local, afirma el exburgomaestre de Quito, Paco Moncayo. No se debe solamente a una estructura orgánica, sino también porque la población lo siente como una figura más cercana.

"Pero las actuaciones del Gobierno y el Municipio han sido las adecuadas. Se pusieron en funcionamiento los sistemas de emergencia y hubo un trabajo coordinado entre ambas administraciones".

Con él está de acuerdo el profesor del Instituto de Altos Estudios Nacionales, Xavier Dávalos porque cree que una situación como esta "es más competencia de los alcaldes, de las entidades locales que deben responder a este tipo de fenómenos".

La presencia del Presidente habría sido inevitable si la intensidad del fenómeno hubiese sido mayor, a pesar de que en ésta se registrara pérdidas humanas y materiales.

El 17 de agosto, la ciudad vio una de las imágenes inusuales –y por tanto anheladas- de la política local: el Presidente y el Alcalde juntos para evaluar el estado de la ciudad luego del temblor del sábado de 4,8 grados en la escala de Richter, apenas 0,2 grados por debajo del ocurrido el martes anterior.

No se trataba del primer encuentro que habían tenido las dos autoridades, pero las anteriores tuvieron motivaciones políticas de fondo. Esta, en cambio, se realizó ante un estado excepcional de la ciudad.

Pero ese encuentro tampoco estuvo libre de polémicas. Se habían anunciado declaraciones de Correa; luego se dijo que no las daría, y al final las dio. Al final, ambos estrecharon sus manos.

Sin embargo –y eso resulta "lamentable" para Paco Moncayo- la política no se aleja de situaciones extremas como la vivida en estos días.

Que la política no deja de involucrarse en estas cosas, es algo que Moncayo reconoce, pero su rechazo es al 'pase de facturas' que inicialmente ocurrió entre los gobiernos municipal y local sobre las competencias mineras y aquellas ilegales en donde ocurrieron las tragedias.

Pero "más allá de eso no hubo mayores polémicas", añadirá Simon porque "ante una situación de nerviosismo y preocupación, no hay bandera política".

Las agendas de uno y otro dignatario se mantuvieron por separado. A Rodas la tierra no le dejó de temblar; en Carondelet se desarrollaron reuniones con la banca y trabajadores telefónicos.

El Presidente almorzó con grupos Lgbti. Viajó el domingo por la noche a Guatemala para dictar la conferencia "El ser humano por encima de las utilidades: una visión económica diferente para el desarrollo".

Regresó el martes a la noche. Miércoles y jueves solamente realizó actividades de despacho. El viernes (22 de agosto), el Presidente remitió al Palacio Legislativo el veto al Código Monetario y Financiero. ​

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