Seguir la pista del covid-19 es el cometido de Paúl Cárdenas

Paúl Cárdenas es investigador principal de la Universidad San Francisco de Quito. Obtuvo su título en la Universidad Central. Luego sacó una maestría en Microbiología. En Londres cursó una maestría y un PhD.

Paúl Cárdenas es investigador principal de la Universidad San Francisco de Quito. Obtuvo su título en la Universidad Central. Luego sacó una maestría en Microbiología. En Londres cursó una maestría y un PhD.

Paúl Cárdenas es investigador principal de la Universidad San Francisco de Quito. Obtuvo su título en la Universidad Central. Luego sacó una maestría en Microbiología. En Londres cursó una maestría y un PhD. Foto: Vicente Costales / EL COMERCIO

Desde hace más de un año, Paúl Cárdenas, PhD en Medicina Genómica, adquirió las habilidades de un detective. Cada día sigue minuciosamente la huella del SARS-CoV-2, causante de la enfermedad covid-19. Lo hace por medio de una computadora, en la cual reconstruye el genoma del virus para conocer su identidad, el tipo de mutaciones y, así, las variantes.

Esta labor comenzó en marzo del 2020, en el Instituto de Microbiología de la Universidad San Francisco de Quito, con el análisis de la muestra del primer paciente infectado en la ­urbe. Se trató de un ciudadano holandés, que llegó al país y presentó síntomas graves. Fue internado en el Hospital Eugenio Espejo.

Los compañeros de Cárdenas fueron a la casa de salud para recoger la muestra (lavado de pulmón) y la trasladaron al laboratorio. Entonces, Paúl, de 39 años, se encargó de la secuenciación o estudio del genoma. “Sentimos una mezcla de miedo, por un posible contagio, y emoción, porque podíamos saber más del virus. Fue una gran experiencia”.

Los resultados -cuenta- fueron sorprendentes, ya que el hombre no solo estaba infectado con el coronavirus sino con una bacteria. Además, descubrieron que el tipo de variante era propia de su país, no volvieron a hallarla. “Creemos que no logró contagiar a más personas acá, porque no la identificamos más”.

Desde ese mes, el proceso de secuenciación no ha parado. Hasta la fecha han analizado 400 muestras de pacientes contagiados, en colaboración con otras universidades, como la Espíritu Santo (UEES), de Guayaquil, y el Instituto Nacional de Salud Pública, señala este quiteño que obtuvo su título en el Imperial College de Londres, Inglaterra, en el 2013.

En ese país también realizó varios trabajos. Durante los seis años de formación (maestría en Medicina Molecular y PhD en Medicina Genómica) se inmiscuyó en el estudio del aparecimiento del asma y las alergias en niños de zonas rurales y urbanas.

Con ese y otros análisis obtuvo las mejores calificaciones.

Su esposa, Sandra Gavilánez, especialista en Otoneurología, lo acompañó en ese viaje. Ambos estudiaron allí. Lo describe como “una persona inteligente, destacada y responsable”.

Con estas dos cualidades pudo abrirse camino. Una empresa de Londres le ofreció trabajo; no aceptó. Su decisión se basó en el deseo de volver a su país para enseñar todo lo aprendido a las nuevas generaciones. Además, en su plan de vida estaba que sus hijos Sergio, de 7, y Tomás, de 2, crecieran junto a la familia, relata Gavilánez, de 38 años. Ella reconoce que su esposo es algo reservado, pero muy amoroso con sus hijos.

Paúl cree que su amor por la medicina surgió en casa. Su padre fue médico, su madre es enfermera y su hermana es cardióloga. “Mi padre tenía un esqueleto en la casa; los huesos estaban por todo lado. Allí supe que quería seguir la carrera”.

Sin embargo, no sabía qué especialidad estudiar. Lo definió a lo largo de su formación secundaria y universitaria. En el San Gabriel, por ejemplo, ganó el intercolegial de biología.

Luego, en la Universidad Central del Ecuador, en donde se graduó de médico, y en la San Francisco, donde estudió su primera maestría, se trazó la meta de convertirse en investigador.

“Es uno de los mejores expertos en Genómica. Es un orgullo para la universidad”, opina Gabriel Trueba, director del Instituto de Microbiología. También fue su profesor y la persona que le aconsejó que no se quedara en Londres, ya que su deber era sacar adelante a su país natal.

Con esa tarea sobre los hombros, Paúl -quien ama el tenis, la natación y los juegos con sus dos hijos- ha realizado otras investigaciones durante la pandemia. Analizó el primer caso de reinfección por covid-19 en Latinoamérica y el cuarto en el mundo. Se trató, recuerda, de un quiteño que se ­contagió con dos variantes diferentes del coronavirus.

El estudio impactó en el mundo, por lo que fue publicado en la revista científica The Lancet; más siete artículos que realizó junto con su equipo. Está conformado por 10 personas, entre microbiólogos, posgradistas y otros.

Verónica Barragán, una especialista en Microbiología de 44 años, es parte del grupo. Ella destaca su trabajo, su profesionalismo y su capacidad de liderazgo. “Es un experto en informática, por lo que se encarga de analizar el virus en la computadora; lo reconstruye y lo explora. Es como armar
un rompecabezas”.

En el país, laborar en investigación no es sencillo, se requiere buscar fondos. Cárdenas se encarga de esta compleja labor. Ha conseguido presupuesto con el Gobierno de Francia, que apoya un estudio regional. Además, las universidades de Berkeley, en Estados Unidos, y la de Melbourne, de Australia, han ayudado.

También ha estrechado vínculos con centros de educación superior en Ecuador. Fernando Espinoza, director del Centro de Investigaciones de la UEES, lo conoció en enero en una reunión en la que acordaron reforzar el secuenciamiento del virus. “Unimos esfuerzos entre investigadores para
sacar adelante al país en la pandemia”.

El cariño de la familia es el pilar que sostiene a este científico, que ama ser docente y sobre todo papá. Precisamente, su mejor momento del día llega a las 20:30. Junto con su esposa acuesta a sus dos hijos. Leen cuentos, narran anécdotas y disfrutan juntos.

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