El papa Francisco llegó a las 08:50 de hoy, 7 de julio de 2015, a las instalaciones del parque Bicentenario, en el norte de Quito, acompañado por Monseñor Fausto Trávez, arzobispo de Quito.
El Santo Padre se dirigió al centro de convenciones para mantener un encuentro con los obispos de Ecuador y delegaciones de otros países.
El heredero del trono de Pedro al ingresar al templete ubicado en el Bicentenario. Foto: AFP
A las 10:00, tras la reunión, Francisco realizó un recorrido en el papamóvil por los 34 cubículos en los que está dividido el parque. La algarabía de los presentes no se hizo esperar. Los fieles elevaron globos y banderas blancas para alabar al Papa.
Hubo un momento en el que el papamóvil se detuvo para que el Santo Padre pueda saludar a una anciana que se encontraba en silla de ruedas.
El recorrido duró 15 minutos. Luego, el Papa se dirigió hacia la Sacristía para revestirse con la indumentaria para iniciar la Eucaristía.
En ese momento, el presidente Rafael Correa llegó al parque acompañado de su esposa Anne Malherbe y su hijo. Se situó junto al vicepresidente Jorge Glas, quien ya se encontraba frente al templete.
Como se tenía establecido, la Eucaristía empezó a las 10:30. Francisco se dirigió hacia el templete con el característico báculo de madera en forma de cruz, que también llevó en la misa oficiada en Samanes el 6 de julio del 2015.
El Santo Padre procedió a purificar con incienso los lugares sagrados del presbiterio. Algo que caracterizó el altar fue la presencia de imagen de la virgen de La Dolorosa, que fue traída del colegio San Gabriel ha pedido del papa Francisco.
Las lecturas de la Eucaristía fueron tomadas del libro del Profeta Isaías y de la primera carta del apóstol San Pablo a Timoteo, esta última fue realizada en quichua por Alejandro Yuquilema.
Luego se procedió a la lectura del Santo Evangelio según San Juan (17, 11b. 17-23). En la Homilía, el Pontífice se refirió a la evangelización. Francisco dijo que quienes se dejan salvar por el Evangelio son liberados de la tristeza, del vacío y del aislamiento. Además, dijo que la evangelización puede ser un vehículo de unidad y aspiraciones.
El Papa también se refirió a que la presencia de Dios invoca a la unidad. Una unidad social y familiar, que brinda aliento y compañía. “Darse significa dejar actuar en sí mismo toda la potencia del amor del espíritu de Dios”. Para Francisco, la unidad requiere dejar de lado la individualidad y el egoísmo, pues esto separa y enfrenta a las personas.
Después se refirió a los aspectos que aquejan a la humanidad. Entre ellos mencionó a la violencia y la guerra.
Otro tema que exaltó el Santo Padre fue la inclusión social, la cual debe darse en todos los niveles. “Jesús reza para el encuentro de una gran familia, donde nadie es excluido porque todos son hermanos”, enfatizó Francisco.
A continuación, el Santo Padre procedió a recibir las ofrendas para purificarlas con incienso.
A las 11:40 se inició el rito de la Comunión. 2 000 ministros, sacerdotes, diáconos y religiosos colaboraron en el rito.
Antes de finalizar la misa, el Arzobispo de Quito, Fausto Trávez, le dirigió unas palabras al Pontífice. “Dios le pague por la cercanía que nos confiere en Jesucristo”, finalizó el Arzobispo.
En la procesión de salida, el Santo Padre se acercó a saludar a Rafael Correa y su familia.
1200 sacerdotes concelebraron la misa campal, entre ellos estuvieron el cardenal Raúl Vela Chiriboga y el Arzobispo de Quito, Fausto Trávez.
94 músicos de la Orquesta Sinfónica Nacional tocaron durante la misa y 240 personas conformaron el coro.