En el huerto de su casa en Tumbaco, Arturo y su esposa Martha pasan los días. Foto: Valeria Heredia/ EL COMERCIO
En 15 días, Martha Rodríguez y su esposo Arturo Castañeda cumplirán 40 años de casados. Aún no han definido si lo celebrarán, en medio de la pandemia. Sin embargo, la antropóloga, de 58 años, asegura que el mejor regalo sería un trasplante de hígado para su compañero de vida.
Arturo, de 61 años, es diseñador y un enamorado de la fotografía, las plantas y los animales, en especial, de su perro Chulpi que le acompaña desde el 2018. Ese año, el tulcaneño supo que tenía una enfermedad grave del hígado.
Comenzó con una serie de exámenes médicos y chequeos; incluso, sus estudios fueron llevados a Colombia para determinar los motivos del aparecimiento de la patología, pero no hubo resultados positivos.
Luego se sometió a tratamientos, pero no logró avances. Un año después, en agosto del 2019, ingresó a la Lista de Espera Única Nacional, registro de pacientes que requieren un órgano o tejido para retomar sus actividades diarias y mantener una calidad de vida.
Hasta el lunes, en este listado, a cargo del Instituto Nacional de Donación y Trasplante de Órganos y Tejidos (Indot), había 453 pacientes que requieren una cirugía de cambio de córneas (membrana del ojo), riñones o renal y de hígados o hepático.
Arturo ha esperado por un hígado durante un año y ocho meses. Este tiempo -relata Martha- ha sido muy duro, ya que su esposo ha sufrido el fuerte impacto de la enfermedad. Enfrenta dolores constantes y tuvo que jubilarse de sus labores como diseñador.
Ella también dejó sus actividades, para dar pelea junto con su esposo a la enfermedad.
Por la pandemia, las cirugías de trasplante apenas se han retomado. En el 2020 hubo 207, 470 menos de lo reportado en el 2019. Y hasta este marzo se han concretado 63.
Frans Serpa, cirujano y especialista hepático, comenta que varios programas se suspendieron en hospitales del país. “Antes hacíamos más de 30 trasplantes de hígado y superamos los 100 de riñón. En este año se ha realizado apenas uno del primero. Es alarmante”.
Un factor que incide -anota el galeno- es la falta de las unidades de cuidados intensivos (UCI). Estas áreas presentan índices altos de ocupación.
Según datos del Ministerio de Salud Pública (MSP), con corte al primer día de este mes, el 98% de camas estaban llenas con infectados de covid-19.
Para hacer un trasplante se requiere un espacio en UCI, para la cirugía y el post operatorio. “Lastimosamente las camas están copadas. Y sin cirugías, el riesgo de mortalidad del paciente hepático es alto”.
Ese es el miedo que tiene la familia de Arturo. Su hija Ana, de 36 años, escribió una carta, a través de la que expresa la necesidad de que se reactiven estos procedimientos.
“Tenemos la esperanza de que las autoridades de salud, respondiendo a la política nacional, establezcan el presupuesto necesario para el desarrollo eficiente y efectivo de los programas de donación y trasplante”, se lee.
Cada día Arturo se reúne con ella y con sus nietos Sebastián y Malena, de 11 y un año, respectivamente. Lo hacen vía videollamada, ya que ellos residen en Alemania.
Eso le llena de alegría; al igual que las visitas de su hijo Pablo, de 39. Los ejercicios de respiración y el cuidado de un pequeño huerto de verduras, en el patio de su casa en Tumbaco, también le ayudan.
Con esas actividades sobrelleva la enfermedad y la larga espera para acceder a un trasplante, para retomar su vida.
Ese también era el deseo de la familia de Néstor Polo, de 66 años. A él le detectaron cirrosis (enfermedad del hígado) en el 2014; cinco años después, en enero del 2019, ingresó a la lista de espera.
“Vivir con una enfermedad crónica es durísimo y muy doloroso, se agravan y su única opción es el trasplante”, cuenta Lina, hija de Néstor y socióloga de 28 años.
En tres oportunidades debió ingresar a quirófano, pero los “trámites burocráticos” impidieron que la cirugía se efectuara. “En una ocasión no pudo entrar porque no hubo autorizaciones en el hospital para el traslado del órgano y otras irregularidades”.
Así, en marzo de 2020 llegó la emergencia sanitaria. Y en octubre falleció. “No accedimos al procedimiento, pero nos unimos al pedido de cientos de familias que piden trasplantes ya”.
Para Mauricio Heredia, ex director de Indot, la pandemia afectó gravemente al Ecuador, que contaba con 7,1 donantes por millón de habitantes. Hoy la cifra llega al 1,4.
“La pregunta que deben responder las autoridades es ¿cuántas personas han fallecido en esta dura espera y qué harán?”, cuestiona el médico.