Patricia entró en el listado hace un mes. Mientras espera, ella se realiza las diálisis en un centro médico. Foto: EL COMERCIO
Aguardar por algo produce ansiedad, más si está en juego la salud. Fátima Morales sabe lo que implica: permaneció dos años en la lista de espera hasta que, finalmente, se concretó su trasplante de riñón. Eso marcó un antes y un después en su vida.
Quienes requieren un órgano o tejido ingresan a una lista de espera nacional única, la cual registra 522 pacientes activos y unos 400 inactivos, según el Instituto Nacional de Donación y Trasplante de Órganos, Tejidos y Células (Indot).
Morales integró el primer grupo. Es decir, el listado de quienes cumplen con una condición: ser disciplinados. Esto significa cuidar de su alimentación, hacer ejercicio, asistir a las diálisis tres veces por semana y actualizar sus exámenes médicos. Gracias a ello combatió la insuficiencia renal, enfermedad que la acompañó por tres de sus 36 años.
En ese tiempo moldeó su carácter. Se hizo fuerte, paciente y organizada. Esas cualidades se hicieron parte de su rutina, lo que le permitió borrar los rastros del estado de salud que enfrentó hace siete años.
A las 06:00, Morales llega al gimnasio. Realiza crossfit, una práctica que incluye fuerza y resistencia. Ambas son necesarias para una competencia en la que participará en honor a su donante de riñón.
Sin él, su calidad de vida no hubiera mejorado, ya que permanecía conectada por 12 horas a la semana a una máquina para limpiar su sangre (diálisis). No quería eso para el resto de sus días, por lo que decidió luchar.
Los pacientes como Morales encabezan la lista de personas que requieren un órgano. De los 522 activos, 295 (56%) esperan por un trasplante de riñón o renal. El resto, por córneas e hígado.
El riñón es uno de los órganos más demandados y el tiempo de espera para un trasplante llega hasta 2 190 días (seis años). Lo mismo pasa con el de córneas. Mientras que el de hígado toma máximo un año, según Indot.
María Clara Peñaherrera, de 28 años, sufrió una enfermedad fulminante, que afectó a su hígado y riñones. Se trata de un caso especial porque requería de un doble trasplante de órganos. Si no hubiera llegado un donante compatible, el mal habría avanzado hasta causarle la muerte.
Su espera comenzó en marzo del 2017, cuando se le detectó la enfermedad. Los médicos ecuatorianos no lograron determinar qué mal padecía. Viajó a Colombia para conocer más sobre eso. En el país vecino supo que debía buscar un trasplante de los dos órganos. Esperó durante seis meses, tiempo en el que su trabajo y las jornadas de diálisis coparon su rutina.
En esos días, Peñaherrera recuerda que no se separaba de su celular a la espera de la noticia de que se halló un donante.
No solo recibió una llamada sino 10. En cada una sintió emoción, al inicio, y desesperación, al saber que no era compatible con el donante.
El proceso de asignación de órganos y tejidos recae en las manos del personal técnico del Indot. Ellos evalúan la compatibilidad, el grupo sanguíneo, la edad, el peso y la talla tanto del donante como del paciente en lista de espera. Así lo explica la analista de Provisión y Logística, Elizabeth Vinueza.
Ella trabaja en la Dirección Zonal de Quito y recibe alertas cuando encuentran un potencial donante, quien debe tener una de estas condiciones: muerte encefálica (cerebro) o paracardíaca (corazón). Esto se ratifica en la Ley Orgánica de Donación y Trasplante de Órganos, Tejidos y Células, aprobada el 2011.
En el primer caso se obtienen pulmones, córneas, hígado y riñones. Del segundo, tejidos. Si la persona está registrada como donante en la página del Registro Civil es una buena señal, ya que se puede hablar con los familiares para comentarles sobre esta decisión. Luego se notifica a los hospitales para conocer a los posibles receptores. Adicionalmente, se hacen las pruebas de compatibilidad.
Se analizan -comenta- las condiciones de salud de ambas personas y su compatibilidad.
El proceso de asignación de un órgano implica pasos que incluyen la llamada a dos o tres posibles receptores, registrados en la lista de espera.
La justificación -según Vinueza- es que si el órgano o tejido no resulta compatible para una persona se puede optar por la segunda o la tercera. La idea es no perder el órgano.
En medio de ese protocolo, los pacientes enfrentan decepción. Eso sintieron Morales y Peñaherrera en las ocasiones en que corrieron al hospital y no ingresaron a la cirugía. Es similar a tener un globo y que se escape de las manos. Así lo explican las dos mujeres, de 36 y 28 años respectivamente.
“Un tiempo largo en la lista de espera desconsuela a varios pacientes”, reconoce el director de Indot, Carlos Velasco.
El ingreso al registro y la donación -dice- no son fáciles. Se requiere que el médico de un hospital acreditado lo certifique. En el país hay 15 establecimientos de salud especializados en trasplantes renales, dos en hepáticos, uno pulmonar, uno cardíaco y 37 en córneas.
En caso de encontrar un órgano compatible, Patricia se dirigirá a uno de 15 hospitales, en donde se hace la cirugía del riñón. Lleva un mes en lista de espera por insuficiencia renal. Con ansias -cuenta- aspira a que el tiempo juegue a su favor y pueda recibir el órgano.
Así ella, al igual que Morales y Peñaherrera, podrá recordar esa fase como un antes. Sueña con un final feliz en su historia.