Policías vigilan una pista que fue abierta en una zona montañosa de Jama-Manabí. Foto: EL COMERCIO
La pista de tierra mide un kilómetro de largo y está oculta entre dos montañas con abundante vegetación. Los agentes saben que esta es una de las estructuras más grandes que los narcos han construido en el país para sus operaciones.
Los investigadores detectaron que desde mayo las mafias comenzaron a mover una logística completa para sacar las cargas que quedaron paradas por el despliegue militar y policial a causa del coronavirus.
Por eso construyeron la pista aérea en una zona de Jama.
Este Diario recorrió las poblaciones manabitas y de Santa Elena y los policías confirman que para mover los cargamentos ilegales los narcos también aceleraron el reclutamiento de colaboradores.
El Matal y Boca de Pigua son dos poblaciones pequeñas que están cerca a la pista. Su gente se moviliza en motos y usa ropa ligera. La mayoría se dedica a la pesca y a la agricultura.
Pocos se atreven a hablar de los narcos. “En la pandemia, todas las noches se escuchaba llegar a las avionetas. Uno se hace el desentendido, para no tener problemas”, dice uno.
Cuenta que desde marzo la gente comenzó a ganar entre USD 500 o USD 1 000 al día si ayudaban a construir la pista.
Algo similar ocurre en las poblaciones de Montecristi. La Policía tiene información que allí la gente es captada por las mafias. Hace 18 días se decomisaron tres toneladas de cocaína y una pista fue localizada en Manantiales.
Este Diario llegó hasta el lugar, luego de recorrer dos horas por un camino de segundo orden. En ese pueblo no hay presencia policial. La gente cuenta que es común escuchar los motores de las avionetas en las noches y en las madrugadas. “Las pistas están en medio de la montaña. Para llegar tiene que pasar por unas haciendas que están custodiadas por gente rara. No le recomiendo ir para allá”, dice una mujer.
Los lugareños han visto que cada fin de semana se organizan grandes fiestas en cantinas, pese al estado de excepción que acaba de finalizar.
“Desde el viernes empiezan a llegar hombres. Beben el sábado y el domingo. No les importa el virus y los lunes nuevamente se van para adentro”, relata la mujer y entra a su casa.
Otra pobladora asegura que hay personas que llevan a los más jóvenes para que les ayuden a transportar la droga desde el mar hasta las pistas. “Por eso les pagan hasta USD 2 000 por cada embarque. Antes de la pandemia les daban menos”.
Este fenómeno también se siente en Santa Elena.
Allí las mafias buscan a los pescadores para que lleven los narcóticos hasta alta mar.
Los agentes dicen que en Anconcito, los emisarios ofrecen hasta USD 15 000 para trasladar la cocaína desde Colombia hasta el límite marítimo ecuatoriano (vía a Centroamérica).
“Antes de la crisis del covi-19 pagaban USD 10 000. Es tentadora la oferta”, cuenta un pescador. Sostiene que desconocidos lo han contactado dos veces en los últimos meses.
En ese sector, la Policía decomisó cerca de una tonelada de droga en junio pasado.
Se encontraba en una lancha abandonada. Según los agentes, el cargamento estaba valorado en USD 45 millones.
En Santa Rosa (Salinas), la gente cuenta que en estos meses han llegado más emisarios.
“Vienen en carros lujosos. En las carteras traen los fajos de dinero. Hasta USD 120 000 han ofrecido para llevar la droga a EE.UU.”, relata un hombre.
Él dice que a pesar de las altas ofertas, la gente ya no se arriesga a ir tan lejos. En Estados Unidos están detenidos 80 de sus compañeros.
Tres hombres fueron capturados hace seis días cuando transportaban 1,3 toneladas de alcaloides. “Esos muchachos son de acá”, asegura otro pescador de Santa Rosa.
El arresto se produjo cuando dejaban los bultos en el mar, luego de poner un localizador. Así es como operan las redes delictivas, para impedir que sus cargamentos se pierdan.
Otras personas, que son parte de los grupos ilegales, recogen los narcóticos y los trasladan a sus destinos finales.
Por estos hechos, la Armada ha intensificado sus operaciones de control. Los navales utilizan aviones y buques para interceptar los envíos. Ellos también cuentan con información de Colombia. Los militares de ese país saben que los narcos usan gente de Ecuador para sus operaciones ilícitas.