Mujeres que defienden a otras mujeres

El lunes 3 hubo un plantón por el femicidio de Evelyn Carolina, en Guayaquil.

El lunes 3 hubo un plantón por el femicidio de Evelyn Carolina, en Guayaquil.

La organización Mujeres por el Cambio ha preparado a 80 capacitadoras que viven en barrios. Foto: Enrique Pesantes / EL COMERCIO

Abrir los ojos de otras mujeres la ha llevado al borde de la muerte. Neuralis Corozo recuerda que estaba en casa de una vecina, en la Isla Trinitaria de Guayaquil, continuamente agredida por su esposo. Ese día el hombre llegó enfurecido.

“Me paré frente a él. Me insultó, dijo que no tenía por qué meterme. Entonces cogió un cuchillo y nos amenazó”.

Escaparon y Neuralis dio refugio a la mujer. Su alivio es que ella reconoció que sufría violencia y se separó.

Esa fortaleza de Neuralis no es improvisada. Se ha forjado en talleres y capacitaciones del Centro Ecuatoriano Promoción y Acción de la Mujer (Cepam), que ha formado a 80 orientadoras en derechos de las mujeres. Este equipo se encarga de detectar casos de violencia en sus sectores y da asesoría y apoyo a las víctimas.

“Ellas son la primera escucha en sus comunidades”, explica Lita Martínez, directora de Cepam en Guayaquil. “Su formación es un proceso de años, porque la mayoría vivió violencia y pudo reconocerlo”.

Empoderamiento, independencia y autonomía son parte de la preparación de las orientadoras y lideresas de las organizaciones de defensa de las mujeres. Ellas se apropian de sus derechos, conocen las leyes a su favor, los mecanismos para presentar denuncias y las medidas de protección.

El lunes 3 de junio de 2019 hubo un plantón por el femicidio de Evelyn Carolina, en Guayaquil. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO


Lidia Ayala ha compartido lo aprendido en charlas preventivas en centros de salud, escuelas y casas. Ha logrado que otras mujeres despierten, pero también cuenta que ha conocido desenlaces dolorosos.

La indiferencia, la impunidad y la falta de recursos son para Lidia las trabas más frecuentes que afrontan las víctimas de la violencia. “Hay una revictimización de los organismos de justicia. Lo primero que preguntan es ¿qué le hiciste? o ¿cómo lo provocaste? Necesitamos sensibilidad y un presupuesto para erradicar esta pandemia de la violencia”.

Las organizaciones que trabajan con mujeres piden declarar el estado de emergencia por el aumento de casos. Calculan que cada 72 horas ocurre un femicidio en Ecuador. Y que 26% de víctimas ya había reportado hechos violentos.

Desde el Gobierno lo reconocen. El vicepresidente de la República, Otto Sonnenholzner, reprocha el elevado impacto de la violencia intrafamiliar, que es un tema del Acuerdo Nacional. “En el Ecuador muere más gente dentro de su casa que fuera; es lamentable y debería avergonzarnos”.

Esa violencia acorraló a Dominga Corozo por 32 años. Le costó derramar sangre y llevar cicatrices en su cuerpo.

Hace nueve años decidió superarlo. “Reaccioné cuando mis nietos vieron por primera vez que me golpeó. Esa noche le pedí fuerzas a Dios y al siguiente día me fui con mis hijos. Recuperé mi vida”.

Hoy, Dominga es una de las voces más fuertes de la Fundación María Guare, donde recibió ayuda y se ha formado como lideresa. Es una voz de aliento, de fuerza y de consuelo, que ha sonado en universidades, en barrios, en buses y frente a autoridades.

“Cuando callamos nos volvemos cómplices. Y cuando hablamos tenemos derecho a ser escuchadas. No puede ser posible, como sociedad, que oigamos el maltrato y no hagamos nada”, reclama.

Es viernes y en la sede de Mujeres por el Cambio, en el sur de Guayaquil, analizan tomar medidas más drásticas para ser escuchadas. Son profesionales y amas de casa de sectores populares de Guayas, que planifican hacer una toma simbólica de las fiscalías del país para pedir agilidad.

“Te llena de rabia, como mujer, ver que la justicia se demora un año o más en llegar a una sentencia”, dice Gabriela Menéndez, presidenta de la organización conformada por 80 mujeres que dan asesoría y seguimiento a casos de maltrato.

Neuralis, la orientadora de Cepam, ha cumplido este rol por ocho años. Juana Rivera desde hace 20, cuando decidió detener los abusos de su esposo. Junto a ellas se formó Evelyn Carolina Bravo.

Su labor las llevó de las calles de sus barrios a la Asamblea Nacional, donde desde el 2012 lucharon por la tipificación del femicidio. Este delito de odio hacia las mujeres fue incluido dos años después en el Código Orgánico Integral Penal.

El 28 de mayo, Evelyn fue víctima de femicidio. Siete golpes de tambor resonaron la semana anterior en la plaza San Francisco, donde grupos de mujeres hicieron un plantón por su muerte. Fueron siete, por cada puñalada que recibió.

“Hemos defendido a tantas mujeres, pero el Estado no responde -se lamenta Juana-; no hay cómo confiar ni en la boleta de auxilio, porque Evelyn la tenía y no le sirvió. Solo queda cuidarnos entre nosotras”.

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