Más mujeres asumen solas la maternidad

“Tener a Ismael sola nunca fue un drama para mí, soy autosuficiente”. Karina Guerra, periodista. Foto: EL COMERCIO

“Tener a Ismael sola nunca fue un drama para mí, soy autosuficiente”. Karina Guerra, periodista. Foto: EL COMERCIO

“Tener a Ismael sola nunca fue un drama para mí, soy autosuficiente”.
Karina Guerra, periodista. Foto: EL COMERCIO

La cardióloga, con subespecialidad en medicina nuclear, llora de alegría y nostalgia al recordar su primera ecografía, con seis semanas de embarazo. Su bebé medía unos dos milímetros cuando oyó su latido cardíaco. Estuvo sola en esa cita, a la que no suelen faltar los padres. Y es que, sin ningún drama, se reconoce como madre soltera por elección.

La historia de Mayra Sánchez Vélez, de 42 años, evidencia los cambios sociales de por lo menos la última década en el país. Ella cría y mantiene a Alejandro José, de 1 año y 5 meses, sin el soporte emocional ni económico de un padre.

La médica del Hospital Andrade Marín, del IESS en Quito, tuvo una relación amorosa de 13 años con un colega. Pero él nunca quiso tener hijos y ella sí. Por eso guardó sus óvulos, para preservar su fecundidad. Cuando sintió que había alcanzado varias metas profesionales, decidió someterse a un procedimiento de fertilización in vitro y ser madre sola.

En el país, 9% de las mujeres que tienen hijos son madres solteras. Suman 258 310, según la Encuesta de Condiciones de Vida 2014 del INEC. En el 2001 era el 4% de la población femenina. En 2010 subió al 4,7%.

No hay cifras de cuántas mujeres asumen la maternidad solas por el abandono de los padres y cuántas por el deseo de tener un hijo. En todo caso, la madre soltera afronta responsabilidades y alegrías, sin el apoyo de una pareja, testimonian cuatro mujeres.

Y si bien no está del todo normalizado -opina María Dolores Miño, catedrática y abogada- ser ‘single mom’ ya no es algo que se asume con vergüenza. Pero hay algunos prejuicios, rezago de una sociedad machista y conservadora.
Un hijo es un motor. Para mí es un orgullo -dice- criar a mi hijo sin una pareja y desarrollando mi carrera. “Hacemos lo mejor en condiciones diferentes y hasta complicadas”.

A sus espaldas muchos decían “se le acabó la vida”, recuerda Miño, de 36. Y en el día a día lucha contra los estereotipos junto a su hijo de 6.

“Soy madre y padre de Alejandro. Dios me dio el regalo de tenerlo”.
Mayra Sánchez V. Médica. Foto: EL COMERCIO

En la mayoría de colegios ya no piden partidas de matrimonio para la inscripción de niños. Pero aún hay actividades que preservan los prejuicios al estar más centradas en familias con papá y mamá.

Lo anota la abogada Ana Cristina Vera, de 33, quien dirige el Centro de Protección de Derechos Humanos Surkuna. Es madre soltera, su hijo Nicolás Obando tiene 9. No niega el apoyo del padre, pero resalta que todavía la sociedad ecuatoriana está hecha para que los hijos sean una responsabilidad sobre todo de mujeres. Por ejemplo, “se espera que vayamos a las reuniones escolares. Hasta es más fácil que consigamos el permiso en el trabajo”.

Karina Guerra, periodista de 42, sabe de lo que habla Vera. Pero nunca asumió como un problema el hecho de tener sola a su hijo Ismael, ya de 8.

A los 27 emigró a España. Conducía un programa de radio allá, pero al nacer su hijo tuvo que renunciar. Hizo varias cosas, se acogió al seguro de desempleo y cuando no pudo más volvió a Ecuador. Ismael tenía 2 años y medio. Y desde esa edad fue a una guardería.

Karina trabajó y siguió una especialización en la Flacso. Cuando culminó esos estudios perdió su empleo. Y vio en una beca de maestría en Relaciones Internacionales, con estipendio, la opción para tener un ingreso. Ajustada completó el cuarto nivel de educación.

El padre de su niño es árabe, vive en Marruecos. Lo llama cuando cumple años, pero no apoya en su manutención. Pese a ello, Karina siempre ha buscado opciones para sacarlo adelante. Desde hace 1 año y 8 meses además es madre de crianza de su sobrina Natalia.

Su mamá biológica no podía cuidarla y ella no lo pensó y desde el cuarto día de nacida la ha tratado como a otra hija.

Para esta madre, la situación es más compleja porque algunas temporadas se queda sin empleo fijo. Y no tiene más respaldo que el de sus abuelos, que desde hace casi dos años la recibieron en su casa. En las mañanas, los niños pasan en la escuela y la guardería. Y desde las 14:30 hasta las 18:00, paga para que una señora los cuide.

Las mujeres aún tenemos -reflexiona la abogada Ana Cristina Vera- una carga más fuerte. No solo en lo relacionado al cuidado y a la parte afectiva sino en lo económico.

Tanto Ana Cristina como María Dolores y Mayra resaltan que algunas madres solteras cuentan con el apoyo de la familia ampliada. Se genera, señala la primera, otro núcleo, de mamás y hermanas, que ayudan a cuidar. Y cada vez se incorporan más hombres.

La cardióloga Sánchez no se arrepiente de su decisión. Su vida –reitera- ha cambiado para mejor, es más feliz y no deja de capacitarse y laborar. Su hijo va a un centro de cuidado y en la tarde una señora lo cuida unas horas. “Nadie está aquí para juzgar, no me importa lo que piensen, no hice nada malo al buscar ser madre. En Alejandro veo la mano de Dios”.

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