En calles peatonales del Centro Histórico de Quito, decenas de personas caminaban usando mascarillas. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO
En el Centro Histórico de Quito se registra mayor movimiento este primer sábado 6 de junio del 2020 de semáforo amarillo, a pesar de que hay varios locales, panaderías y los centros comerciales del ahorro cerrados. En ciertos negocios cuelgan letreros de “se arrienda”.
En una zapatería en la calle Rocafuerte, sus dueños dejaron un anuncio para sus clientes en el que explicaban que, debido a la emergencia sanitaria, seguían trabajando en casa y colocaron un número de teléfono de contacto para recibir pedidos. Una persona que pasó por ahí le tomó una foto al letrero.
Pero otros ya abrieron como las peluquerías, los almacenes de muebles, de insumos para fiestas, de ropa, zapatos, talleres de esculturas religiosas, locales de dulces tradicionales, accesorios para celulares y centros comerciales pequeños como La Manzana.
También volvieron a las calles los vendedores de periódicos, algunos esperando en puntos fijos, refugiándose en una sombra debido al intenso sol de la mañana, otros caminando por las calles, para ofrecer los ejemplares.
Al ingresar a los locales comerciales se colocaba gel desinfectante a los clientes. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO
A las 10:30, la parada del Trole de la plaza de Santo Domingo hacia el sur lucía vacía y un biarticulado pasaba con pocos pasajeros. En sentido contrario, en la parada esperaban unas seis personas. Sin embargo se observaron buses con personas paradas, aunque no todos los asientos estaban ocupados.
En calles peatonales como la Chile, decenas de personas caminaban usando mascarillas. Pocos no la tenían o se la ponían en el cuello. También había gente en los paseos peatonales de la García Moreno y la Venezuela, pero en cantidad menor de lo usual.
En comparación con otros sábados, la afluencia en la calle Rocafuerte desde la Benalcázar hasta la Guayaquil fue menor, pero hacia arriba, la situación era compleja pues la gran cantidad de locales causaba aglomeración en las estrechas aceras.
En todo el Centro Histórico había marcas para que la gente espere su turno de ingresar, a distancia. La mayoría las respetaba, pero era difícil mantenerse lejos de otros por los caminantes de las aceras y por la gran cantidad de vendedores ambulantes.