Ecuador se tropezó dos veces con la misma piedra en los últimos 40 años, pero no se sabe si los efectos económicos serán los mismos que en el pasado.
El país volvió a la democracia en 1979, cuando la economía nacional aún disfrutaba del primer ‘boom’ petrolero. En ese año el precio del barril de crudo Oriente rondaba los USD 17 por barril, diez veces más respecto a la cotización de inicios de los 70. En los tres años siguientes llegó a cotizarse sobre los USD 30.
El espejismo económico que causó la bonanza petrolera de los 70 se reflejó en un aumento explosivo del gasto público, el congelamiento del tipo de cambio, altos subsidios en los servicios públicos, tasas de interés reales negativas, elevadas importaciones de bienes de consumo, etc. El precio de la gasolina, por ejemplo, estuvo congelado en 4 sucres por galón y el número de servidores públicos pasó de 90 000 a 180 000.
Apenas comenzó el período democrático, el gobierno de Jaime Roldós creó el décimo quinto sueldo a favor de los trabajadores y empleados de los sectores público y privado. Y al año siguiente, en 1980, duplicó el salario mínimo, que pasó de 2 000 a 4 000 sucres mensuales.
La sensación de una bonanza interminable se apoderó de los economistas de aquella época, que no alcanzaron a percatarse de los grandes desequilibrios que se habían acumulado a lo largo de la década de los 70. Eso explicó la falta de propuestas para moderar el gasto público que, por el contrario, continuó creciendo más allá de lo que permitía el ‘boom’ petrolero.
Por eso tampoco hubo un intento para cambiar el modelo de sustitución de importaciones, impulsado por la Comisión Económica para América Latina (Cepal) y aplicado en el país en la década de los 70.
Pero la crisis estalló en 1981 y se abortó el modelo, el cual se basaba en un enorme gasto público y el país no tenía divisas para sostenerlo. Tampoco un modelo económico alternativo.
Por eso, el retorno a la democracia en 1979 nació con los síntomas de la ‘enfermedad holandesa’, dice Marco Naranjo, profesor de Economía de la Politécnica Nacional. Con eso se refiere a los efectos nocivos que genera un ingreso masivo de divisas a un país, como el registrado en Ecuador en los 70, producto del mayor precio del crudo.
La enfermedad holandesa hace referencia a lo ocurrido en ese país en la década de 1960, cuando los ingresos aumentaron considerablemente debido al descubrimiento de grandes yacimientos de gas natural. Eso apreció fuertemente su moneda y provocó la pérdida de competitividad de otros productos de exportación, lo cual afectó las cuentas externas del país.
En Ecuador, el ‘boom petrolero’ de los 70 ocasionó una expansión del gasto público, no solo por los mayores ingresos de las ventas de crudo, sino por el aumento de la deuda pública externa, sobre todo en el período 1976-1979. En estos años se triplicó el tamaño de la deuda pese a que también se duplicó el precio del barril de petróleo. Esos recursos se regaron en la economía a través de la creación de nuevas entidades burocráticas, más servidores públicos y también obras públicas.
En la década de los 70 no era difícil que un profesor vaya de vacaciones a Cancún o adquiera un auto o una vivienda, recuerda Jaime Carrera, director del Observatorio de la Política Fiscal, quien en esa época era estudiante de economía. “Ese boom de consumo fue similar al que ocurrió recientemente en el país”.
Pero los períodos de bonanza no son eterno. El espejismo del‘boom’ petrolero terminó abruptamente cuando estalló la crisis internacional de la deuda externa en América Latina,a inicios de los 80. Asimismo, el país registró incidentes con Perú en la cordillera del Cóndor y afrontó los efectos del fenómeno de El Niño.
Con el gobierno de Osvaldo Hurtado (1981-1984), el país empezó una larga etapa de ajustes económicos, caracterizados por el alza de precios de los combustibles y de servicios públicos, devaluación de la moneda, alta inflación, mínimo crecimiento y protestas sociales frecuentes.
El impacto sobre la capacidad productiva, el empleo y las condiciones sociales fue tan fuerte que la Cepal caracterizó a los 80 como una “década perdida” para el desarrollo de la región.
El efecto fue mayor en Ecuador, ya que el crecimiento promedio fue del 2% anual en las décadas de los 80 y de los 90, similar a la tasa de crecimiento poblacional. “Ambas décadas se perdieron”, sostiene Naranjo.
Pese al orden que se intentó poner en el gobierno de Hurtado -que cumplió la carta de intención firmada con el FMI en 1983-, no hubo continuidad en los gobiernos siguientes.
La estabilidad fiscal no formaba parte de los acuerdos políticos y el país tampoco se contaba con una sociedad civil y empresarial madura y con visión de largo plazo. Bajo ese escenario era difícil plantearse un modelo de desarrollo.
Hasta finales de los 90, las únicas medidas económicas que eran una constante en los gobiernos de turno se denominaban ‘paquetazos’. Se aplicaban al empezar cada período presidencial, con el argumento de que el antecesor dejó desfinanciada la caja fiscal. Pero una vez en el poder se gastaba más de la cuenta y se emitía dinero sin respaldo. El resultado: aumento de la inflación y una permanente devaluación de la moneda.
La inflación se mantuvo en dos dígitos a lo largo de las dos décadas, alcanzando niveles máximos en 1988 o 1992, con tasas del 86% y 60%, respectivamente.
En la década de los 90, el precio del petróleo se mantuvo por debajo de los USD 20 por barril y empezaron a aparecer los primeros problemas en el servicio de electricidad, en el gobierno de Sixto Durán Ballén. Con un Estado débil, la opción fue liberalizar la economía, pero el resultado fracasó. Los problemas en el sistema financiero empezaron a salir a flote en 1995, con la caída del Banco Continental. Cuatro años más tarde, cerca de la mitad del sistema financiero desapareció, al igual que la moneda nacional -el sucre-.
El inicio de la dolarización marcó una nueva etapa y puso al país a debatir sobre el flamante esquema monetario, aunque no sobre un modelo de desarrollo. Sin embargo, sirvió para que se aprobaran leyes de responsabilidad fiscal y se pongan límites al gasto y a la deuda pública. También, se vio la necesidad de contar con fondos de ahorro y de trabajar en mejorar la productividad y la competitividad. El país creció a una tasa del 4,3%, en promedio, hasta el 2006.
Con el segundo ‘boom’ petrolero que registró el país desde el 2008, los excesos de los 70 se reeditaron. El gasto público se volvió a disparar sustentado en el petróleo y el endeudamiento. El ofrecimiento de cambiar la matriz productiva no se concretó porque no hubo un modelo de desarrollo de por medio.
El actual Gobierno tampoco lo tiene y el país apenas debate sobre los ajustes que están por venir para pagar los excesos del segundo ‘boom’ petrolero.
Las nuevas obras públicas
El gasto. La construcción del poliducto Esmeraldas-Quito, que empezó en 1978, comenzó a funcionar en 1980. El entonces presidente de la República, Jaime Roldós, visitó las obras.
Largo período de ajustes
Crisis. El problema de la deuda externa en América Latina, el conflicto bélico con Perú y los efectos del fenómeno de El Niño ocurrieron a inicios de los 80. Durante dos décadas hubo ajustes.
Crisis bancaria y fin del sucre
Moneda. A finales de la década de los 90 estalló la crisis bancaria y cerca de la mitad del sistema financiero quebró. La moneda nacional -el sucre-
desapareció y dio paso a la dolarización.
Primera etapa de estabilidad
Dolarización. En el primer año de dolarización la inflación fue del 91% y a partir del 2002 cayó a niveles de un dígito. Entre el 2000 y el 2006 el país creció, en promedio, al 4,3% anual.
Segundo auge petrolero
Precios. En el período 2008-2014, el precio promedio del barril de petróleo fue de USD 83. Aunque la cotización cayó en los años siguientes, se ha mantenido alrededor de los USD 50 por barril.
Deuda pública insostenible
China. Pese a contar con mayores ingresos por la venta de petróleo, el gobierno anterior multiplicó la deuda pública por cinco en el período 2009-2018. Parte de ese endeudamiento fue con China.