Millonarios se encuentran entre el Fisco y la pared

El presidente Joe Biden anunció esta semana el impuesto a las grandes fortunas para financiar su plan de reactivación. Foto: EFE

El presidente Joe Biden anunció esta semana el impuesto a las grandes fortunas para financiar su plan de reactivación. Foto: EFE

El presidente Joe Biden anunció esta semana el impuesto a las grandes fortunas para financiar su plan de reactivación. Foto: EFE

Los gobiernos están alineados para que la factura de la pandemia la paguen principalmente los millonarios, lo que también contribuirá a reducir la desigualdad en los países.

Las arcas fiscales no pueden mantener el ritmo de gasto registrado el último año que, en buena parte, se financió con deuda pública, la cual alcanzó una cifra sin precedentes el año pasado: 97% del PIB. El Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé que en este año se estabilizará en 99%.

Pero la etapa de reactivación aún requerirá mantener las medidas de apoyo fiscal, mejorar los sistemas de salud, atender a los damnificados del covid y ahorrar para poder enfrentar la próxima crisis.

Todo lo anterior requiere recursos y las reformas tributarias que se han puesto en marcha tienen el objetivo de generar mayores ingresos a los gobiernos. La pandemia evidenció la necesidad de tener Estados que puedan apoyar económicamente a la población durante una crisis.

Esta semana, el presidente estadounidense Joe Biden defendió su plan de reactivación económica, que prevé inversiones en infraestructura por USD 2,25 billones, pero también ayudas a la población vulnerable por otros 1,8 billones. Para financiar ambos proyectos propuso subir los impuestos a las grandes empresas y a las grandes fortunas.

Hace una semana, en Chile, la Cámara de Diputados aprobó el proyecto denominado “impuesto a los superricos”, que plantea un tributo, por una sola vez, del 2,5% al patrimonio bruto de las personas naturales con más de USD 22 millones. Y un impuesto para empresas con ingresos superiores a los USD 42 millones.

El Gobierno colombiano está en la misma línea y envió una reforma tributaria que plantea un “impuesto temporal y solidario a la riqueza” durante los años 2022 y 2023. Se aplicaría a quienes registren en enero del 2022 un patrimonio superior a 4 865 millones de pesos (USD 1,35 millones. Sin embargo, también busca ampliar la base de contribuyentes, lo cual generó protestas en varias ciudades del país.

Otros países están adelantados en el objetivo de que los ricos aporten más en medio de la pandemia. A finales del año pasado, el presidente boliviano Luis Arce promulgó la Ley 1357, con la cual empezó a regir el denominado Impuesto a las Grandes Fortunas (IGF).

Se trata de un aporte único para quienes poseen un patrimonio neto sobre los 30 millones de bolivianos (USD 4,3 millones). Para calcular la fortuna de una persona se considera lo que tenga en bienes inmuebles, vehículos, joyas, artículos de lujo, dinero en efectivo, acciones, bonos y cualquier otro bien con valor económico.

En diciembre pasado, el Senado argentino aprobó la ley de Solidaridad y Aporte Extraordinario de las Grandes Fortunas, para ayudar a cubrir los costos de la pandemia. El tributo se aplica a las personas más adineradas de Argentina que, según el Régimen, representan un 0,02% de la población, con más de USD 2,5 millones de activos. A ellos se les aplicará un cargo único que oscila entre el 2% y el 5,25% sobre los activos individuales.

No hay muchas voces que estén en contra de gravar a las grandes fortunas. Incluso los millonarios han pedido pagar más impuestos. Y lo hicieron antes de que empezara la pandemia. En la reunión Davos 2020 del Foro Económico Mundial, un grupo de 168 millonarios difundieron una carta a los gobiernos en la que piden pagar más impuestos, aunque el objetivo era reducir las brechas entre ricos y pobres.

La desigualdad ha venido aumentando porque una gran parte de los ingresos y la fortuna de las personas más ricas del mundo no están gravados.
Este grupo de millonarios señaló que, debido a los paraísos fiscales, a la elusión fiscal y la evasión fiscal, los gobiernos pierden demasiado dinero: USD 8 billones, equivalentes al 10% del PIB mundial.

El mismo FMI recomendó gravar a las grandes fortunas. El mes pasado, al evaluar la situación fiscal de los países, señaló: “A fin de ayudar a atender las necesidades de financiamiento relacionadas con la pandemia, las autoridades podrían considerar una contribución temporal a la recuperación tras la covid-19, impuesta a los ingresos o patrimonios elevados”.

Según The Guardian, la evidencia del crecimiento inexistente de los últimos años ha obligado al FMI a cambiar de marcha y empezar a proponer planes para reducir la brecha entre los más ricos y el resto.

Para evitar que la pandemia exacerbe la desigualdad, el titular de la ONU, António Guterres, instó a los gobiernos a que considerasen la posibilidad de aplicar “un impuesto de solidaridad o sobre la riqueza a quienes se han beneficiado durante la pandemia, para reducir las desigualdades extremas”. Guterres dijo, el mes pasado, que los últimos informes indican que en el último año se ha producido un aumento de USD 5 billones en el patrimonio de los más ricos del mundo.

Aunque hay consenso en gravar a las grandes fortunas, el impacto pudiera ser mínimo. De 13 países que alguna vez lo implementaron -impuesto al patrimonio o a la riqueza- sigue vigente en solo tres de ellos, según un informe del Centro de Estudios Públicos de Chile, de enero pasado.

Las grandes fortunas suelen ir a parar a países de baja carga impositiva, pero también se protegen en las propias leyes que permiten muchas deducciones. Para que el impuesto funcione se necesitará una reforma tributaria mundial.

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