Yureinma Romero y su hijo César Alfonso, antes de una cita médica. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO
En una carpeta de cartón, la venezolana Yureinma Romero guarda la historia clínica de César Alfonso, su hijo de 11 años. Le diagnosticaron una hernia. En su natal Venezuela no le ayudaron. Hace dos meses llegó a Quito con la ilusión de acceder a la operación. Aún no tiene respuesta.
Ecuador reconoce que todo individuo que se encuentre en su territorio tiene los mismos derechos, según la Constitución. Entre ellos, a una atención médica sin exclusiones y sin necesidad de contar con un documento de identidad, como requisito para acceder a centros de salud u hospitales.
Así ocurrió con Yureinma y su familia. Cuando llegaron al país acudieron con su hijo al centro de salud Las Casas, el más cercano. Le abrieron una historia clínica. Tras revisarlo le dieron la orden para un eco testicular. Luego le refirieron a un hospital para una cirugía.
Hasta ahí no hubo problemas, relata la venezolana. Incluso revisaron la cartilla de vacunas para constatar si tenía todas las dosis. Su desesperación aumenta al tratar de conseguir un turno para un hospital. “No pasamos de la puerta y me preocupa la salud del niño. Siente dolor”, dice.
El Ministerio de Salud maneja cifras generales sobre la atención a niños extranjeros en el sistema de salud. De las 185 000 atenciones a foráneos registradas en el 2018, 66 000 fueron a chicos de 0 a 14 años.
Tras la ola migratoria, registrada desde el año anterior, producto de políticas de países como Perú, la Cartera duplicó su presupuesto para la contingencia. En total son USD 8 millones. Incluye atención primaria, hospitalizaciones, cirugías, tratamientos, medicamentos, entre otros, explica Inti Quevedo, subsecretaria de Salud y Vigilancia.
Además se reforzó la atención en la frontera (Rumichaca), se colocaron puestos de vacunación y de exámenes. Del 1 al 16 de junio se atendió a 300 menores de 5 años; se pusieron 4 921 vacunas y se practicaron 11 308 exámenes a menores de 15 años.
Gioconda (enfermera) toma la temperatura de Andrea, en Las Casas. Foto: Patricio Terán / EL COMERCIO
Antes de entrar al país, los dos hijos de Yureinma fueron chequeados. No les faltaban vacunas. En su país alcanzó a colocarles dosis contra sarampión, parotiditis, rubéola, etc.
En el centro de salud Las Casas se registra un incremento de atenciones. Meses atrás, el número de consultas llegaba a 50 pacientes diarios; cinco de ellos extranjeros. Hoy alcanza las 70 personas; de ellos, más 10 son foráneos.
Entre las patologías más comunes que presentan se anotan infecciones en vías respiratorias o problemas digestivos, según Miriam Benavides,enfermera de la casa de salud desde hace 10 años.
Para afrontar ese aumento, producto de la migración -señala Benavides- autoridades del centro hicieron una planificación, que incluye reforzamiento del sistema de vacunación. Por ejemplo, la edad límite para la inmunización se extendió de 5 a 8 años, para proteger a niños venezolanos que no hayan completado el esquema. La decisión se dio tras los ‘barridos’ domiciliarios que hacen las brigadas.
La mayoría de los chicos venezolanos llega sin la segunda dosis de la SRP (sarampión, rubéola y parotiditis), dijeron.
Martín Marcano es oriundo del estado venezolano de Zulia. Hace dos años llegó al país producto de la crisis económica y política que enfrenta el país caribeño. Al año tuvo a su primer bebé: José Alejandro.
Durante la gestación, su esposa recibió toda la atención médica, al igual que su primogénito. Cuando lo requiere acude a uno de los puntos de salud del Centro, para los chequeos del bebé de 12 meses.
La atención en los centros de salud es buenas y de gran ayuda para las familias venezolanas, sostiene Eduardo Febres Cordero. Él es presidente de la Asociación de Venezolanos en el Exterior. “En primer nivel los chequeos son ágiles. Pero no hemos tenido suerte con las especialidades, porque hay demasiada gente en espera”.
Esta situación responde a que casas de salud de tercer nivel o especialidades, como el Pediátrico Baca Ortiz, de Quito, están saturados. Lo reconoce su director médico, Patricio Paredes. Solo en consulta externa reciben a 3 000 personas y en emergencia, a 1 000 al mes. El porcentaje de foráneos oscila entre 8% y 15%.
En este hospital también han atendido a niños venezolanos por enfermedades similares a los de nacionales: infecciones respiratorias agudas, traumas, deshidratación o diarrea.
Para encarar el tema migratorio, Salud recibió un aporte y cooperación internacional de la Oficina de Ayuda Humanitaria y Protección Civil de la Comunidad Europea. Se incluyen insumos y equipos para establecimientos de salud en las zonas con mayor presencia de extranjeros, como Carchi, Imbabura y Pichincha.