Miércoles de Ceniza se celebró este 17 de febrero en Quito bajo normas de bioseguridad

Miércoles de ceniza en la iglesia de San Francisco. Por el covid-19, se coloca la ceniza en la parte superior de la cabeza.

Miércoles de ceniza en la iglesia de San Francisco. Por el covid-19, se coloca la ceniza en la parte superior de la cabeza.

Miércoles de ceniza en la iglesia de San Francisco. Por el covid-19, se coloca la ceniza en la parte superior de la cabeza. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO

El rito del Miércoles de Ceniza se modificó por la pandemia del covid-19. La mañana de este miércoles 17 de febrero del 2021, decenas de personas acudieron a la Iglesia de San Francisco, ubicada en el Centro Histórico de Quito, para participar en esta tradicional ceremonia católica. 

Por primera vez en la historia, la cruz de ceniza no se colocó de forma individualizada en la frente de los feligreses, tampoco se pronunció la frase: “Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás” a quienes acudieron al templo.

Al final de la misa, el sacerdote pronunció esa frase para todos los fieles. Se limpió las manos y se puso la mascarilla para proteger la nariz y la boca. Los feligreses se acercaron en orden y guardando distancia. Tomó la ceniza y la dejó caer sobre la cabeza de cada uno.

“Todos los años participo de esta ceremonia. Si se respetan las normas de bioseguridad, todo saldrá bien”, manifestó Luis Heredia, de 72 años.

Augusto Aules pidió a Dios que cuide a su familia. “Siempre rezo el rosario para que Dios me proteja. Respeté el distanciamiento durante la misa y en la fila para recibir la ceniza”.

Pablo Flores visitó la iglesia de San Francisco y agradeció por gozar de buena salud. “Todos los años vengo al Miércoles de Ceniza, soy muy creyente”.

Para evitar contagios de covid-19, la forma del rito cambió para este año, según dispuso la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, del Vaticano.

La disposición fue firmada en el Vaticano, el 12 de enero, por el cardenal Robert Sarah, prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos; y por monseñor Arthur Roche, arzobispo secretario.

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