Chicos de la Fundación Jóvenes contra el Cáncer se preparan para dar una charla en la Cámara de la Construcción. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO
De una visita al área oncológica del Hospital Pediátrico Baca Ortiz, Shantal Sandoval recuerda una escena: una niña de 7 años, disfrazada de Blanca Nieves, había pedido una peluca negra, que llegue hasta sus hombros, tras perder su cabello, producto del cáncer.
Cuando su mamá la vio -cuenta Shantal, la coordinadora de proyectos de la Fundación Dibuja una Sonrisa– cayó al piso de rodillas y dijo “hija, hoy vuelvo a verte tal y como te recordaba”. La niña bailaba con su vestido azul.
La fundación apoya psicoemocionalmente a personas con cáncer a través de su banco de pelucas. Se entregan a pacientes de forma gratuita, de acuerdo con su gusto.
Reciben donaciones de todo tipo de cabello, más un aporte de USD 25 que usan para dar el tratamiento necesario a las cabelleras antes de crear las pelucas, tejidas a mano. Una de ellas contiene el insumo de hasta más de 10 donantes.
Fundaciones como esta luchan junto a los pacientes con cáncer y a sus familias, en la batalla para vencer a la enfermedad, que en el país y el mundo es la segunda causa de muerte, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Datos de la Sociedad Ecuatoriana de Oncología apuntan que en el país se diagnostican alrededor de 28 000 casos nuevos cada año. En Quito, en hombres hay unos 1 600 y en mujeres alrededor de 2 000.
Esta entidad cuenta con 190 profesionales a escala nacional relacionados con la oncología. Tania Soria, presidenta de la Sociedad, señala que en los últimos años se han formado muchos nuevos especialistas dentro y fuera del país.
Sin embargo -dice- están centralizados en las grandes ciudades y eso no cubre las necesidades. “Se debe capacitar a los médicos que prestan atención primaria para hacer diagnósticos tempranos”.
El cáncer gástrico es el que causa el tumor más mortal en Ecuador. Soria enfatiza en que el índice es importante. En Quito, de 153 casos en hombres mueren 127. Y de 140 casos en mujeres, 113 fallecen.
Los pacientes con cáncer también son fuente de inspiración para muchas personas. Un ejemplo de ello son quienes integran la Fundación Jóvenes contra el Cáncer.
El jueves pasado, Lulú, Silvia, Peter, Gabriel, Daniel, Sonia y Javier fueron a la Cámara de la Construcción de Quito a contar sus historias como parte de la campaña Charlas por la vida.
El cáncer impide a personas como Silvia conseguir un trabajo. Otras como Peter temen no ver crecer a sus hijos. Silvia pidió a los empleados de la Cámara que valoren su trabajo. Y Peter les dijo que aprovechen el tiempo en familia.
Javier, de 14, en cambio, les contó que la leucemia que le diagnosticaron a los 9 años fue una bendición porque unió a sus seres queridos. “Antes me daban todo, menos una comida o una salida en familia”.
Gustavo Dávila, director de la fundación, dice que ayudan a los chicos a salir adelante, enseñándoles a sembrar en otros a través de su experiencia.
Hasta el 31 de enero, el Registro Nacional de Tumores de Solca informó que el cáncer con mayor incidencia en mujeres es el de tiroides, con un 16,4% de los diagnósticos. Mientras que en los hombres es el de próstata, con 23,8%.
Las desigualdades sociales, que no permiten a los niños con cáncer acceder a un tratamiento médico son otra realidad. En eso trabaja la Fundación Cecilia Rivadeneira, con más de 20 000 voluntarios y operaciones en seis ciudades.
Ellos tienen un proyecto deportivo en Guayaquil, en alianza con el equipo español Real Madrid para los hermanos de niños con cáncer. Y conformaron una escuela para niños con enfermedades catastróficas.
En el 2019 -detalla el presidente del directorio, Wilson Merino- 521 familias se beneficiaron de los programas.
Mientras en países como Finlandia el 93% de los niños con cáncer se cura para toda la vida, en Ecuador -dice Merino- lo hace apenas el 46%, según una investigación de la revista británica The Lancet.
Cecilia Rivadeneira levantó una encuesta en los hospitales públicos y privados de cuatro ciudades de Ecuador, en donde se atiende a los niños con cáncer. Los resultados dicen que el 49% de esos chicos abandona el tratamiento médico debido a la pobreza.