Fernando Rueda (terno), de la Asociación de Hoteles La Mariscal, junto a otros hoteleros. Foto: Patricio Terán / EL COMERCIO
A pesar de ser un barrio emblemático, con negocios que funcionan en casas patrimoniales, con restaurantes, bares y lugares de diversión, los turistas que llegan a Quito prefieren hospedarse en otras zonas.
Los hoteleros del sector de La Mariscal aseguran que en los últimos cinco años, la ocupación de las habitaciones de la zona ha disminuido en un 50%. Y su explicación es clara: la inseguridad, el desorden, el ruido, la violencia, el consumo de licor y el trabajo sexual han ahuyentado a los visitantes.
Juan Fernando Rueda, representante de la Asociación de Hoteles La Mariscal, a la que pertenecen 47 establecimientos, asegura que otro problema es la apertura de hostales que cobran USD 5 la noche.
Son utilizados en su mayoría por extranjeros que trabajan vendiendo artesanías en la calle y por trabajadoras sexuales, quienes rentan un cuarto al mes para poder ejercer.
Solo en esta zona hay más de 7 000 plazas entre hoteles grandes, medianos, pequeños y hostales. Según Rueda, en los últimos años, la desesperación de los propietarios los ha llevado a bajar el precio de las habitaciones para atraer clientes.
Así, hoteles que cobraban USD 40 hace cuatro años, hoy cobran USD 20. El hostal El viajero, por ejemplo, pasó de cobrar USD 25 a 15.
Según las estadísticas que maneja la Asociación, solo el año pasado en el sector se cerraron 30 establecimientos -hoteles, restaurantes y prestadores de servicios turísticos- entre ellos hostales como La Fuente de Piedra, El Maple, El Alcalá y Los Jazmines.
No hay un censo actual sobre cuántos y qué tipo de negocios existen en este sector, sin embargo, la asociación calcula que son al menos 100 establecimientos hoteleros.
Quito Turismo indicó que hay un levantamiento de las actividades turísticas, pero no se encuentra actualizado. De acuerdo con datos del catastro turístico de la entidad, hasta el año pasado La Mariscal contaba con 1 125 establecimientos que realizan actividades turísticas. De ellos, 673 se dedican a la venta de alimentos y bebidas, 148 a alojamiento, 234 a operación e intermediación turística, 53 a recreación y diversión y 17 a transporte turístico.
Justamente con el objetivo de generar información relevante que permita reactivar la economía y dinamizar el turismo del sector, desde el jueves pasado hasta hoy, el Observatorio Metropolitano de Seguridad Ciudadana realiza un levantamiento de información mediante la aplicación de 450 encuestas en establecimientos económicos, población flotante y residencias del sector.
Esta información servirá de insumo para la implementación de la política pública, la cual está encaminada a mejorar las condiciones de vida.
Uno de los problemas de la zona es la informalidad. Según Rueda, otro factor que ha incidido en el declive del negocio hotelero es Airbnb, una dinámica que permite que cualquier persona, sin necesidad de ser hotel u hostal, pueda rentar habitaciones o casas.
Es una competencia desleal -según los hoteleros- ya que los cuartos que se rentan bajo esa modalidad no cumplen normas, no deben tener permisos, no tienen empleados ni pagan impuestos.
Selma Merino es una de las empresarias turísticas que ha logrado mantener su negocio. “No he cerrado, no porque no he querido, sino porque no he podido venderlo”, cuenta.
Vive en La Mariscal desde sus 15 años, hoy tiene 74 años. Se dedica al negocio de hostales desde hace 25. Es propietaria de dos hostales y asegura que solo en la cuadra donde quedan sus establecimientos han cerrado tres.
En el 2015, la ocupación promedio de sus hostales era del 60% pero el negocio decayó. Hoy llega al 25%. No ha variado sus precios en cinco años. “La gente prefiere otras zonas”.
Según Quito Turismo, el año pasado de los 684 390 arribos internacionales a Quito, el 11,6% visitó La Mariscal, es decir, unas 80 000 personas, pero según los hoteleros de la zona, el problema es que la gente no se hospeda en el sector.
Quito Turismo dice que entre los principales problemas de la zona está la disminución de reservas en el ámbito hotelero, debido a la crisis económica y a la utilización de plataformas de búsqueda de alojamiento. Además, una baja percepción de seguridad y presencia de grupos delictivos.
Para impulsar el turismo en la zona se están realizando operativos de control multisectoriales, que permitan atender la problemática. Quito Turismo ofrece asistencia a los establecimientos turísticos que les permita cumplir la normativa, a través de capacitaciones y del desarrollo de talleres de empoderamiento de esta zona.
Para la concejala Luz Elena Coloma, una zona de entretenimiento como La Mariscal requerirá siempre un cuidado y un control especiales por parte de la ciudad y de las autoridades, en particular de la Policía. El Municipio debe ordenar el sector y exigir a los negocios que cumplan las reglamentaciones técnicas, sostiene.