María Brown es la nueva ministra de Educación, antes fue subsecretaria

María Brown fue designada por el presidente electo, Guillermo Lasso, como la nueva ministra de Educación. Foto: Archivo/ EL COMERCIO

María Brown fue designada por el presidente electo, Guillermo Lasso, como la nueva ministra de Educación. Foto: Archivo/ EL COMERCIO

María Brown fue designada por el presidente electo, Guillermo Lasso, como la nueva ministra de Educación. Foto: Archivo/ EL COMERCIO

Hasta antes de ser nombrada ministra de Educación, María Brown Pérez se desempeñó como oficial de Educación en la oficina de Quito de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

En esa línea, el 24 de enero, que se celebra el Día Mundial de la Educación, en un video, difundido en las redes sociales de la Unesco, Brown recordó que la educación es un bien público, un derecho humano y una responsabilidad colectiva; el poder de transformar el mundo, subrayó, está en una educación de calidad inclusiva, de calidad para todos. Habló también de los desafíos que tienen los gobiernos por garantizar la continuidad de la educación de los niños durante la pandemia. Ella se refirió a la necesidad de reforzar la educación para la que llamó 'generación covid-19', para ello mencionó que es necesaria la solidaridad internacional para colocar a la educación en el centro de la recuperación.

La próxima titular de la Cartera de Educación cuenta con una maestría en educación infantil y educación especial. Además tiene algo de experiencia en el sector público. Fue Subsecretaria de Educación Especializada e Inclusiva, en el 2014. Entonces conoció bien, por ejemplo, el Programa de Educación Básica Superior Flexible, que le parecía importante para chicos que han enfrentado distintas problemáticas sociales.

El reto más importante que tiene será mantener en el sistema a chicos, afectados por la pandemia. En el sistema, al menos están registrados, 3,3 millones de estudiantes en el sistema público, más los del privado, son 4,4 millones. Según especialistas en temas educativos, las cifras podrían ser solo un espejismo. ¿Por qué? Las clases no presenciales dificultaron más el acceso de niños y adolescentes a la educación. Muchas familias no cuentan con equipos tecnológicos ni conexión a Internet, por lo que se quedaron fuera de las clases.

Algunas ONG, entre ellas Unicef, han realizado encuestas sobre el impacto de cierre de planteles y de educación no presencial. En una encuesta en línea concluyeron que 87,2% de docentes respondió haber estado en contacto con sus alumnos las últimas dos semanas. Eso les hace concluir que el resto, 12,8% no lo ha logrado, lo que podría ser un indicador de abandono escolar. En la Sierra, el 18,8% de chicos consultados dijo que ha pensado en dejar sus estudios. En la Costa fue el 24,5%. Seis de cada diez niños dijeron que aprenden menos que cuando estaban asistiendo al colegio.

El Ministerio deberá trazar una estrategia para encontrar a estudiantes, que han dejado el sistema y tomar decisiones sobre una eventual apertura más masiva. Hasta ahora, por el covid-19, pocos planteles más que nada rurales y privados, abrieron, pero las clases presenciales fueron suspendidas por el aumento de casos de covid-19.

Otro reto que tiene que ver con educación es la recategorización, que trae aumento de sueldos de profesores, contenidos en la reforma a la Ley Orgánica de Educación Intercultural, que tuvo el ejecútese del presidente Lenín Moreno. Y que días después de publicada en el Registro Oficial provocó los reparos de su ministro de Finanzas, quien asegura que esa ley no tiene financiamiento. Pero el tema desgraciadamente, al parecer no fue discutido en el gabinete.

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