Luego del almuerzo, a las 13:00, los obreros ingresan a la Estación El Recreo, en el sur. Foto: Armando Prado / EL COMERCIO
Cada perforación, cada volqueta de tierra extraída, cada clavo colocado con precisión y cada gota de sudor de cerca de 20 000 personas, fueron clave para que el primer Metro de Quito tenga un 80% de avance.
Hoy el túnel de 22 km que conectará Quitumbe con El Labrador está listo. Cerca de 4 500 obreros trabajan en la colocación de acabados en las paradas. De ellos, 1 500 laboran directamente con el consorcio constructor Acciona y 3 000 con subcontratistas.
Construir esta obra tuvo un presupuesto de USD 2 009 millones y dio trabajo directamente a 5 000 personas, e indirectamente a 15 000. Las cifras las da Jorge Yáñez, gerente del Metro de Quito, y asegura que el 94% del personal que ha laborado en el Metro es gente nacional. El 6% es extranjero.
Desde que se inició su construcción, en el 2016, empezaron a llegar carpetas de compatriotas interesados en formar parte de la obra. La intervención empezó en Quitumbe, sobre una superficie de 12 hectáreas. Allí se ubican los talleres, los galpones y playas de vías donde pernoctarán los trenes.
En esa primera fase se realizaron movimientos de tierras, cimentaciones, drenajes y la construcción de las naves de estacionamientos. Trabajaron 300 personas, entre las cuales estuvieron topógrafos, gente de campo, conductores de volquetas y de maquinaria.
William Gavilán y Fernando Guamán levantan muros y pintan. Foto: Evelyn Jácome / EL COMERCIO
Unos 200 obreros se necesitaron para intervenir en cada una de las 15 estaciones. Albañiles, carpinteros, hormigoneros y cerrajeros fueron claves para esa etapa. La obra, en su máximo pico de intensidad, requirió de 5 000 trabajadores.
Hoy, en la etapa de acabados, se necesitan pintores, colocadores de porcelanato y, sobre todo, gente que sabe de instalaciones electromecánicas; es decir, sistemas de líneas eléctricas, comunicaciones, escaleras mecánicas, ascensores, ventilación, entre otras.
Mientras duró la perforación del túnel (del 2017 al 2018) se movilizaron unos 4 millones de m3 de tierra. Se llegaron a hacer más de 1 500 viajes diarios de transporte de material. Se requirió el trabajo de unas 500 volquetas, cada una con conductor, ayudante y apoyo.
Para contratar el personal, se hizo una campaña en la página web. Los interesados debían llenar un formulario y la empresa elegía según la necesidad, la fase de intervención, y la experiencia del aspirante. Se necesitó personal de unas 20 especialidades.
Yáñez asegura que la mano de obra nacional es de primera y cita que los reportes de los supervisores destacan el trabajo de los ecuatorianos.
Cristian Cañar, de 36 años, empezó a laborar en el Metro cuando arrancó el proyecto. Inició como ayudante y hoy es el que se encarga de la seguridad industrial en la Estación El Recreo. Conoce de memoria cada metro del lugar y lo recorre decenas de veces al día verificando que todos los obreros lleven gafas, casco, mascarilla, guantes y todas las seguridades. Vivió en España 13 años y allí trabajó en construcción y en seguridad industrial. Cree que eso le benefició para que lo elijan. Ha trabajado en seis estaciones.
William Gavilán, de 35 años, es el encargado de levantar el antepecho de la misma estación. Es experto en mampostería y enlucidos. Sus compañeros, en cambio, se dedican a pintar. El trabajo es sincronizado. Lo hacen en silencio. El ruido de las máquinas impide que se logre escuchar la voz.
Hace un año Gavilán dejó su carpeta y ese mismo día lo llamaron. Gana al mes USD 410 por trabajar 8 horas diarias. Pero además recibe paga de horas extra. A unos metros suyos está Fernando Guamán, de 35 años, especialista en pintura y carpintería. Adicional a la mano de obra, se requirieron materiales. Para la obra civil, se necesitaron pantallas, pilotes, alambre, clavos, tablas, hierro, palas, brochas y otros. Todo adquirido en el mercado local.
Hubo otros materiales que no se producen localmente que fueron importados, como los rieles, los recubrimientos de interiores de las 15 estaciones, transformadores, las escaleras eléctricas.
El Metro trabajó con 600 proveedores locales y 355 extranjeros. Es decir, un 62% de las empresas fueron ecuatorianas, lo que, según Yáñez, significa que la mayoría del dinero se quedó en el país. Según el funcionario, entre un 75% y 80% de la inversión se quedó en el mercado local.
La siguiente es la fase de operación que está planificada para finales de año. Se necesitará personal para estar en las estaciones atendiendo taquilla y en labores de limpieza, seguridad y mantenimiento, lo que implica unas 600 personas. De ese proceso se encargará el nuevo operador del Metro.